02 de Febrero de 2009
las causas de un fenómeno
Cristina: criticada tú eres
entre (casi) todas las mujeres
Los analistas coinciden
en que las mujeres son más duras que los hombres en sus
críticas contra la Presidenta, como lo revelan, por
ejemplo, el lenguaje de los carteles que ellas portan en las
protestas y sus mensajes en Internet. Hay varias causas: una
mayor sensibilidad contra la arrogancia, el tema de la
apariencia y el cuerpo y la sombra de Evita.
![](vidasocial16_archivos/image001.jpg)
Moda. En tiempos de
crisis, da gran importancia a su imagen: no repite vestidos y
cuida hasta el mínimo detalle de su look.
Antipatía o aversión hacia algo o alguien cuyo mal se desea.
Así define la palabra odio el Diccionario de la Real Academia
Española. Y es esa sensación la que expresan muchas mujeres
argentinas hacia la primera presidenta electa de la historia
nacional. Cristina Fernández de Kirchner despierta
sentimientos encontrados en el electorado femenino, casi sin
término medio.
A Cristina se la critica por muchas cosas. El bótox es una de
ellas. Y aun señoras que aceptarían hacerse una cirugía o ven
con buenos ojos que la actriz del momento se haga un
refreshing consideran inaceptable que una mujer en el sillón
de Rivadavia modifique su apariencia. También se suman las
joyas, la ropa o las carteras Louis Vuitton. Se duda de su
título de abogada. Molesta su tono de voz al estilo “maestra
ciruela”. Se dice que es soberbia o déspota. Y la lista sigue.
La pregunta es cuántos de estos reproches tienen que ver con
que Cristina K es mujer.
Carmen Colazo, consultora en género y magíster en Sociología,
busca una respuesta. “La experiencia demuestra que en general
las mujeres tiene un voto y posturas culturalmente muy
conservadoras. No es raro que esto sea así. Tiene que ver con
la asignación de género como guardianas y transmisoras de la
cultura patriarcal. No hay término medio: o muy progresistas o
muy conservadoras”.
Colazo
cree que al momento de juzgar a un político a una política,
las categorías no son las mismas.
“A las mujeres se las mide con la sensibilidad y a los
hombres se los mide desde lo racional. Entonces la gente se
mete en la vida privada, en cómo se viste, en cómo habla, en
si es machona o femenina. A los hombres eso no se les analiza,
sino que se los mide por la participación política. Parece que
nadie se acuerda cuando Carlos Menem usaba Armani o llevaba
una peluquera en el avión”, explica la especialista. “Cristina
tiene el karma de Evita –agrega–. No se ha separado tampoco de
esa figura. Es una paradoja irresoluble: quieren una mujer
femenina, pero no entienden que lo femenino pueda tener
poder.”
Bronca on line. Internet hoy funciona como una caja de
resonancia del odio ante todo y todos. Un espacio donde la
queja, la bronca, la denuncia son situaciones mucho más
comunes que el apoyo, la adhesión o el optimismo. El grupo
“Odio a Cristina Kirchner”, creado por una mujer, es uno de
los más populares de los espacios anti K en la red social
Facebook. Ya ronda los 2 mil miembros y funciona como una
suerte de catarsis colectiva donde pueden leerse desde
razonamientos detallados acerca de la aversión a la Presidenta
hasta insultos de todo calibre. Pero Cristina no es la única
política con un grupo de antifans. “No puedo ni ver a la
Carrió” ya suma casi 1.300 adeptos.
El grupo “Odio a Cristina” muestra que la bronca muchas veces
es intergeneracional: “¡Te odiamos HDP! Mi mamá y yo”, escribe
una adolescente furiosa. Y otra retruca: “Recién escuché a
esta loca hablando en un acto de Clivilcoy (sic). No la
soporto tengo que cambiar de canal, me lastima el alma y el
cuerpo y me enferma la mente”. “Ver su foto me pone mal”,
agrega otra internauta. Mientras otra se pregunta: “¿Te agarra
hipotensión por aplicarte bótox?”.
La comparación con otras mandatarias también es parte del
cruce de críticas: “No la soporto. Si vemos a las otras
líderes mujeres del mundo son austeras, siempre arregladas
pero ni una pizca de más. Esta chiruza (sic) se cree que es
Julia Roberts, o alguna modelito o no sé qué, pero siempre
sube el tono y está fuera de afinación (en cuanto al look y ni
hablar en cuanto al discurso)”. Otras le critican que “en vez
de ocuparse del país, se ocupa de qué se va a poner”, y hay
hasta quienes le piden: “Dejate de hacer cirugías y de andar
en rollers por la quinta”.
Números.
Según el último relevamiento nacional de Poliarquía, la imagen
positiva de Cristina es del 28%, y la negativa asciende al 41
por ciento. Para Sergio Berenztein, director de la consultora,
no se pueden hacer juicios apresurados. “Hay que tener cuidado
en dejarse llevar por el microclima en el que uno está
inserto. No estoy diciendo que a los K los ame demasiada
gente. La gente en general no ama a ningún político.” Y
también destaca diferencias en el acceso entre distintos
sectores socioeconómicos: “El apoyo o la base social en la
cual descansa el consenso de los Kirchner a veces no tiene la
presencia mediática necesaria para que se conozcan sus
opiniones”. Y, por esta misma razón, relativiza el auge anti
Cristina en redes sociales como Facebook: “Mucha de la gente
que quiere a Cristina no tiene computadora, y a veces ni
siquiera tiene luz”.
Y coincide con el obstáculo del género: “Pasó lo mismo en
Chile con Michelle Bachelet. No se mide a todo el mundo con la
misma vara. Y los antecedentes en Argentina tampoco ayudan a
Cristina, si pensamos en Isabelita, María Julia y tantas
otras”. Y a eso se suma, agrega, “que ella no gobierna con
total autonomía. Llegó por medio de su marido al poder y sin
él nunca hubiera sido presidenta”.
Para el encuestador Artemio López las reacciones polarizadas
frente a Cristina no son una novedad. “Ya sucedió en 2007, más
allá del 45 por ciento de los votos el resto tenía una imagen
muy adversa de Cristina. Siempre hubo una gran divisoria de
aguas. El peronismo es un componente de rechazo para una
suculenta porción de ciudadanos. Es una primera minoría en el
país, siempre en torno al 40 por ciento”. Y cree que el tema
de género requiere más tiempo: “Para nosotros es algo nuevo
ver cómo reacciona el electorado frente a una presidenta. Es
evidente que hay una corriente negativa en mujeres, pero no
sólo por el género, sino también por pertenencia, por residir
en grandes núcleos urbanos o por el efecto contagio del
entorno. Hay una intervención muy fuerte de la construcción
mediática de la figura de Cristina. De la crisis del campo en
adelante los medios han tenido posiciones críticas respecto al
Gobierno. Pero eso es parte de las reglas de juego de la
democracia”.
Y le resta importancia a la explosión anti K en Internet. “Es
el reino del anonimato donde no existen formas de control.
Querría ver si sostienen lo mismo si se les pone un micrófono.
Supongo que debe ser también una moda, y hay que ver qué pasa
en diez años. También es una forma de recuperar el
protagonismo que la sociedad argentina tuvo en los 70 o en los
80. Es un fenómeno sucedáneo de formas de participación que se
han perdido”.
Sensación térmica. Paula Feijoó tiene 31 años y es otra de las
exponentes de jóvenes mujeres que odian a Cristina.
“No me cae bien su modo de hablar y
además no me marea su extenso vocabulario para decir la nada
misma. Acá mucha gente confunde el manejo de un gran
vocabulario con el conocimiento. Ella podrá saber muchos
sinónimos y muchas frases para dar a conocer algo, pero el
contenido sigue siendo nulo o vacío”. Pero no termina ahí: “Me
provoca cuando habla con altanería, me crispa los nervios
cuando sólo saca provecho del poder para darse la gran vida
olvidándose de la política comunitaria, de la convergencia de
poderes y de la institucionalidad (cuando son sus ‘amigos’ los
que ocupan el poder), de los deberes de la Carta Magna que le
demanda el pueblo al elegirla. Detesto a la señora K”.
Ella no es la única dentro de su amplio grupo de amigas: más
de la mitad piensa lo mismo y concuerda con sus
argumentaciones. “Como mujer carece de toda característica
de género, más allá de lo puntillosa que resulta en su cuidado
personal –a veces en exceso–. No me transmite sensaciones que
tienen que ver con lo femenino, como la calidez y la
sensibilidad. De hecho, como mujer me hace sentir muy lejana.
Sus discursos, lejos de parecerme conmovedores, me parecen
dignos de patoterismo, llenos de soberbia y cinismo. Incluso
cuando habló de su salud recientemente percibí eso. Cuando la
escucho pienso: ‘¿Creerá que somos todos tan idiotas?’”,
coincide Natalia.
Alejandra Rodríguez es integrante de la “Red de Mujeres con
Cristina”, que también cuenta con un espacio cibernético y que
nació con la campaña presidencial. “Queremos hacer política de
una manera distinta, dejando atrás las formas tradicionales de
la vieja política que nos quiere imponer su estilo. Es momento
para las mujeres, y es bueno que seamos innovadoras en algunas
formas de encarar la política ciudadana, elaborando una
comprensión de la política democrática”, explica. Ella, junto
a sus compañeras, también escucha las críticas. “No se trata
de lo que es Cristina, ni cómo se viste, sino de lo que somos
capaces de construir entre todos. Ese tipo de crítica no nos
parece política, ya que apunta a la vida privada y la política
es siempre vida pública. Cristina expresa un proyecto político
y en todo caso es eso lo que estamos dispuestas a discutir.
Recuperar la política implica reconocernos en sociedad como
mujeres activas y constructoras de la democracia”.
Miradas. Para Monique Altschul, presidenta de la Fundación
Mujeres en Igualdad, Cristina K tiene una deuda pendiente
respecto a sus pares femeninos. “En ningún momento ha
respondido a ninguno de los temas que nos interesa desde el
género. Hemos progresado más en esos temas cuando Néstor era
presidente”. Y recuerda las críticas que se le hacían a Evita,
cuando ella era una niña: “Muchos comentarios eran parecidos a
los que se escuchan hoy. Hay un involucramiento personal, no
una crítica política. Una de las frases que más escuchaba era
‘¿Pero quién se ha creído ésta?’”.
“Yo recorro el país desde Jujuy hasta Tierra del Fuego y
conozco una amplia mayoría que le tiene afecto y respeto a
Cristina. Sobre todo la gente más humilde”, aclara al inicio
María José Lubertino, presidenta del INADI y defensora de los
derechos de la mujer. “Me preocupa cuando escucho a otras
dirigentes caer en la trampa del sexismo. Cuando se hacen eco
de los estereotipos del sexismo y en lugar de argumentar
hablan de cuestiones estéticas. No se dan cuenta de que ellas
también van a quedar presas de esos estereotipos”, agrega, y
acepta que para las mujeres la política es un terreno más
escarpado. “Si es blanda le dicen que no puede. Si es dura que
es autoritaria. Si es sensible le dirán que no está preparada.
Eso no pasa con los hombres. Si discute es valiente y si es
sensible se dice que es democrático y tiene capacidad de
diálogo. Lo importante es que las mujeres ayuden a deconstruir
esos estereotipos.”
Poco tiempo antes de asumir Cristina había vaticinado a la
candidata presidencial del socialismo francés, Ségolène Royal,
que “el siglo XXI será de las mujeres”. Aunque por ahora,
entre ellas, también encuentre a sus peores detractoras.
Por Gabriela
Manuli,
Diario Perfil
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La menos pensada
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