17 de Marzo de 2009
"Ese hombre"
que invade la cancha
El "ese
hombre" de la Presidenta enfatiza el éxtasis ante el varón,
que es suyo. El viernes, en Chubut, volvió a insistir con el
latiguillo.
De un tiempo a esta parte,
en algún momento de sus habituales –en realidad, diarios–
discursos Cristina Fernández
suele aludir a “ese hombre”. Lo
hace en un tono marcadamente distinto del que usaba mi madre
cuando utilizaba la frase. Sin necesidad de más palabras, el
“ese hombre” de mi madre traslucía a gritos su desafecto, su
desprecio por quien le resultaba tan desdeñable que no merecía
siquiera ser nombrado. El “ese hombre” de la Presidenta, en
cambio, enfatiza el éxtasis ante el varón, que es suyo.
Desde luego, sería
improcedente que, dado el rango que ostenta, la Presidenta
explicitara lo que apenas deja entrever: “El gran hombre, ese
hombre, es mi hombre”. Puede que sus asesores le hayan
indicado que insista, que lo repita hasta el cansancio porque
cada vez que lo hace en la cabeza de quienes la escuchan se
dibuja el necesario complemento: “Esa mujer”, fórmula que,
hace muchos años y con el mismo espíritu que mi madre,
utilizaban ciertos opositores para hablar de Eva Duarte.
Rodolfo Walsh lo recuperó en el título de su cuento más leído
y trastrocó para muchos la carga despectiva en admiración.
Pero ni Cristina Fernández es Eva Duarte
ni Néstor Kirchner es Perón.
El viernes, en Chubut, la
Presidenta volvió a insistir con el latiguillo. “Ese hombre
–dijo–, que ya saben quién es.” Kirchner, tenso y expectante
como un halcón, estaba sentado a la mesa de autoridades, junto
a su esposa y los gobernadores patagónicos, hombres y mujeres
elegidos por sus comprovincianos. No se alzaron demasiadas
voces para cuestionar su presencia en un sitio que no le
correspondía. Al parecer está aceptado, con gusto o con
resignación: es el regente.
A quien escribe estas líneas
la imagen le recordó otro “ese hombre” de la historia pequeña
de la Argentina: el que se le escuchó a José María Muñoz, el
relator de fútbol más personal y discutido, cuando desde la
cabina le preguntó a su coequipier que se encontraba en el
césped: “Hay un intruso en la cancha. ¿Quién es ese hombre de
piloto que está invadiendo el campo de juego? ¿Qué hace ese
hombre ahí? ¿Por qué no lo sacan?”. Zavatarelli, con voz de
ultratumba, contestó:
“Soy yo, Muñoz”.
¿No sería hora de que los
políticos y los periodistas comenzáramos a preguntar, como el
Gordo Muñoz, quién es “ese hombre” que invade la cancha? ¿Qué
hace “ese hombre” ahí? ¿Por qué no lo sacan?
Susana Viau.
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La menos pensada
![](../images/firma%20Marisa.jpg)
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