08 de Abril de 2009
Máxima polémica
El libro “Máxima, una historia real” revela el insólito
pacto prematrimonial que debió firmar para casarse con el
heredero del trono holandés. Y descubrió el pasado de
bolsillos flacos de la princesa.
![](vidasocial45_archivos/image001.jpg)
Biógrafos. Soledad Ferrari y Gonzalo Álvarez Guerrero retratan a una mujer muy
alejada de esa aristócrata que diseñó la Casa Real.
Apareció
hace días en nuestro país y ya levantó polvareda. Las
revelaciones de “Máxima, una historia real”, de los
periodistas Soledad Ferrari y Gonzalo Álvarez Guerrero generan
un fenómeno curioso: La Corona holandesa está aterrada de que
se conozca el pasado no aristocrático de su princesa. Pero en
la Argentina, lo que sorprende son las insólitas cláusulas del
contrato prenupcial que le impuso a Máxima Zorrieguieta su
boda con Willem Alexander de Holanda.
Los autores revelan un
acuerdo que Máxima debió firmar antes de convertirse en
princesa. El documento, hoy guardado bajo siete llaves,
establece que nada –ni sus bienes ni sus hijos– le pertenecen.
De separarse del príncipe, su descendencia deberá permanecer
en el seno del Palacio. De hecho
Catarina Amalia, la mayor, un día será reina. En cuanto
a sus bienes, el documento estipula una remuneración por su
cargo en el Palacio de unos 890.000 euros anuales. Nada menos.
Pero nada más. No hay en esta sociedad bienes conyugales.
Noticias: ¿Cómo reaccionó
Máxima cuando supo de este contrato?
Soledad Ferrari: No le causó
ninguna gracia. Pensar en una separación antes de una boda ya
es angustiante. Pero lo que más le preocupaba era el futuro de
sus hijos. Tenía miedo de convertirse en una nueva Lady Di.
Noticias: ¿Logró modificar
alguna cláusula?
Ferrari: No, sabía que no le
convenía patalear. Lo comprendió cuando a la ceremonia de
casamiento –con unos 1.700 de invitados– sólo le dejaron
llevar a 54 de los suyos. Y cuando el Reino dispuso que entre
ellos no estuvieran sus padres.
Noticias: ¿Cómo actuó el
príncipe?
Ferrari: Él es un hombre muy
simple. La entendía, pero conoce bien las reglas de los
Orange.
Noticias: ¿Máxima tuvo dudas
sobre dejar su libertad para casarse con un príncipe?
![](socexclusivas172_archivos/vidaso1.gif)
Ferrari: Sí, las amigas
cuentan que la asustaba la “jaula de oro”. Lo de ella hacia el
príncipe no fue amor a primera vista y encima dejaba atrás su
vida independiente en Nueva York.
Noticias: Cuando lo conoció
¿convivía con su novio alemán?
Ferrari: Sí,
Dieter Zimmermann. Hoy está
desaparecido del mapa. Sólo un periodista holandés pudo hablar
con él unos meses después de la boda y dijo que estaba dolido
por la traición de Máxima. Salieron por casi dos años, fue el
noviazgo más largo de Máxima. Pero en los últimos meses la
relación estaba muy desgastada, peleaban mucho. Cuando su
amiga le presentó al príncipe en Sevilla terminó de definir
que no iba más.
Noticias: Otro hallazgo del
libro es esta Máxima joven que estaba lejos de ser una chica
de la aristocracia, que luchaba contra la balanza, discutía
con su mamá, tenía mala suerte con los hombres...
Gonzalo Álvarez Guerrero:
Sí, los Zorreguieta mantenían un status alto con mucho
esfuerzo. Apenas les alcanzaba para la cuota del Northlands;
en el Yacht Club navegaban con veleros de amigos, y
practicaban equitación con los caballos de un pariente.
Ferrari: Como en cualquier
familia de clase media, los más chicos heredaban la ropa de
los mayores. Y Máxima, en vez de almorzar con sus amigas en el
buffet, se iba sola bajo un árbol y comía sandwichitos de un
tupper.
Noticias: El padre, Jorge
Zorreguieta, es retratado como un tipo bonachón...
Álvarez Guerrero: Como
padre, puede ser. Pero como personaje público y político,
desde mi punto de vista es detestable. Tenía una relación de
mucha cercanía con los golpistas en los años de Isabelita.
Durante la dictadura militar tenía el cargo de secretario de
Agricultura. En ese momento, en un país agroindustrial, era
uno de los puestos más importantes. Siempre se lo pintó como a
un tecnócrata, pero eso me parece un término poco adecuado. Él
era y es un lobbista. Se fue de la Secretaría junto con Viola
y se acomodó como presidente de la Asociación Azucarera. Desde
allí recuperó conexión con el gobierno, en la época en que
Alfonsín logró el proteccionismo total del azúcar. Como todo
lobbista siempre es oficialista. Hoy, con 82 años, es
presidente de la COPAL, la principal organización de
alimentos, que reúne a marcas como Coca-Cola y Nestlé.
Noticias: ¿Fue procesado por
su participación en la dictadura?
Ferrari: Sólo declaró como
testigo.
Noticias: ¿Cuánto sabía su
familia sobre sus actividades políticas?
Álvarez Guerrero: Como en
muchas familias de clase media, media-alta la política era
mala palabra. Lo que él hace, aunque insista en llamarlo
tecnocracia, es política. Pero así es Coqui, un gran seductor.
Cuando fue a Holanda se compró a la reina enseguida.
Noticias: ¿Frecuenta a la
reina?
Ferrari: Fue varias veces a
ver a sus nietas, pero nunca oficialmente. No se le permitió
fotografiarse junto a Máxima, e incluso deben viajar por
distintos aeropuertos.
Álvarez Guerrero: Nos fue
imposible encontrar fotos recientes de padre e hija. Siempre
se ve a Máxima con María Pame, su madre, paseando o haciendo
compras.
Noticias: En el libro
comentan un operativo desde el Reino para silenciar a todo el
entorno de Máxima. ¿Hasta dónde llegó?
Ferrari: A todo su entorno.
De hecho el Northlands firmó un acuerdo de confidencialidad
con la casa Real que le prohíbe hablar de ella.
Noticias: ¿Por qué pasa
esto?
Ferrari: Porque Máxima pasó
en ese colegio años muy “jugosos”: desde los 6 hasta los 18
años. Además ella sigue manteniendo contacto con sus
compañeras.
Álvarez Guerrero: El
esfuerzo de la Casa Real se centra en tener bajo control al
padre. Holanda tiene una cultura democrática muy arraigada; es
difícil admitir que el padre de la futura reina sea un ex
funcionario de la dictadura. Por supuesto que ella no tiene la
culpa de eso, y de hecho ha adquirido un espíritu democrático.
Noticias: ¿Máxima ignoraba
lo que pasó en los años de dictadura?
Ferrari: Como muchas chicas
de clase media alta no estaba bien al tanto de lo que había
pasado. Tiene que ver con la burbuja en que fue criada.
Álvarez Guerrero: Pero ella
empezó a interiorizarse, ya viviendo en Holanda. Nosotros
pensamos que había sido una impostura, pero las amigas nos
cuentan que no. Que incluso por e-mails privados preguntaba
cosas sobre el tema.
Ferrari: Hasta se reunió
secretamente con Estela de Carlotto en la embajada.
Noticias: Otra figura
llamativa es la de su hermano Martín... Parece algo perdido en
relación con ella.
Ferrari: Sí, son casi
opuestos. Ella siempre fue más estudiosa y él jamás estudió.
Un tipo simpático, pero vago.
Álvarez Guerrero: Ahora
tiene dos restaurantes –Tinto Bistró– en el sur y le está
yendo muy bien. Digamos que su hermana es su mejor agente de
prensa.
Noticias: ¿Además lo ayuda
económicamente?
Álvarez Guerrero: No se
sabe. Se supone que sí, porque hizo grandes inversiones, sobre
todo en el último que abrió en Bariloche.
Noticias: Sobre la Máxima
actual ¿Qué más saben?
Álvarez Guerrero: Que es
mucho más aburrida que la otra. Hubo una idea de la Corona de
que hay que transformarla en un “ícono orange”. Ella
probablemente será reina.
Noticias: ¿Probablemente?
Álvarez Guerrero: Eso lo
decide el Parlamento. El cargo puede ser reina consorte, reina
o princesa.
Ferrari: Seguramente sea
reina regente por la aceptación que tiene, y por ser mujer. Su
suegro, por ser hombre, sigue siendo príncipe.
Noticias: La reina Beatrix
¿quiere que Máxima sea su sucesora?
Álvarez Guerrero: Sí, está
chocha con ella.
Ferrari: Le dio al príncipe
una imagen mucho más cálida.
Álvarez Guerrero: No es un
invento eso del carisma de los argentinos. Esa simpatía y
espontaneidad que a nosotros nos parece tan común allá no es
moneda corriente. Chicas como ella o Letizia Ortiz crecieron
lejos de la aristocracia. No te digo que Máxima pasó hambre,
pero el tener que ganarse el pan con trabajos no tan buenos
crea un personaje diferente.
Noticias: Habrá influido el
estilo pretencioso de sus padres...
Álvarez Guerrero: Sí, pero
ellos tenían más ambiciones sociales que económicas. Apuntaban
a sentarse a la mesa principal de COAS –como hoy de hecho lo
hacen– pero sin demasiadas aspiraciones monetarias.
Zorreguieta no tiene ninguna causa de corrupción pese al alto
cargo que tuvo ni tiene demasiado dinero. Vive con su mujer en
el mismo departamento de Barrio Norte desde hace 40 años,
maneja un Volkswagen Gol... Sólo les interesa pertenecer.
Noticias: Sobre el pasado
laboral de Máxima encontraron una discordancia significativa
entre el currículum que maneja la Casa Real y el verdadero.
Álvarez Guerrero: Sí, según
el currículum que ella presentó fue empleada de la financiera
Mercado Abierto entre 1989 y 1991. Pero de acuerdo con los
registros de la AFIP el período fue de 1991 a 1993, años en
que la entidad era dirigida por Aldo Ducler, luego acusado por
narcolavado de dólares para el cártel de Juárez.
Noticias: ¿Cuál era el
puesto de Máxima en Mercado Abierto?
Álvarez Guerrero: Era
pasante. Seguramente se lo consiguió su padre, compañero de
Ducler en los años de dictadura. En Holanda el dato causó
mucho revuelo.
Noticias: En Holanda ya hubo
gran reacción al libro. ¿A qué se debe?
Álvarez Guerrero: Les llama
la atención esta Máxima tan humana y argentina. Ellos la
adoptaron como holandesa.
Ferrari: Por eso el
escándalo cuando se difundieron grabaciones en las que les
habla en castellano a sus hijas. Es malhablada, toma mate, es
adicta al dulce de leche...
Noticias: Los holandeses
¿reaccionan por curiosidad o por enojo?
Álvarez Guerrero: Los fans
de Máxima están enojados.
Noticias: ¿Tiene fans?
Ferrari: Muchísimos. Lo
contamos en el capítulo “Maximanía”. Hay un multimillonario
que para la boda les regaló un Porsche.
Noticias: ¿Cuál fue el
hallazgo más inesperado?
Ferrari: Que ella no era la
chica diez, ni la candidata fija a princesa de Holanda. No era
la mejor alumna, ni la más linda. Era gordita y tenía sus
complejos pero “se enganchó” a un príncipe. Hoy es la mujer
más querida de Holanda, incluso más que la reina.
Álvarez Guerrero: A mí me
sorprendió la maquinaria de la Casa Real para crear una
princesa a su medida. En épocas en que se discute tanto su
poder, las monarquías apuntan a dar una imagen sin fisuras. Ya
no se trata tanto de defender su nación como de justificar su
existencia misma.
Noticias: ¿Cuáles fueron los
mecanismos para convertir a Máxima en la candidata ideal?
Ferrari: ¡De todo! Después
de que se oficializó el noviazgo se mudó a una propiedad de la
reina en Bruselas y ahí la preparaban 24 horas al día para ser
princesa.
Álvarez Guerrero: Tomó
clases con los mejores sociólogos, historiadores y filósofos.
Incluso tenía asesores de protocolo y de vestuario.
Noticias: ¿Cuál fue la
figura central en su vida?
Álvarez Guerrero: Sin duda
su padre. Entre ellos hay aún hoy una relación edípica. El día
de su boda le dedicó Adiós Nonino. Y al llorar hizo lagrimear
a todos los presentes.
Ferrari: Y hasta ese momento
una princesa llorando era algo inimaginable.
Entrevista por Cecilia Alemano.
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Fragmentos del libro
Ducler y
acuerdo prenupcial
Adolescente
difícil
Fue aquella su edad más
difícil. Porque Máxima, más que vivir, sufrió su adolescencia.
No se sentía linda –justo en esa edad en que todas las chicas
quieren ser las más lindas–, tenía unos kilos de más, se
llevaba insistentemente mal con su madre, pasaba de ataques de
mal humor y furia a carcajadas irrefrenables, y empezaba a
sufrir las desventajas económicas que su familia tenía con
respecto a las familias más acaudaladas de sus compañeras del
Northlands. De hecho, ese fue el detonante de aquella
discusión generada en un auto que circulaba a cien kilómetros
por hora por la ruta 3, rumbo a la Patagonia andina. Máxima,
esa vez, quería ir a Punta del Este, porque allí pasarían las
vacaciones sus amigas. El desafío que les significaba a esas
teenagers ingresar al secundario había reforzado su amistad
con lazos de hierro. Vale, Sam, Flo, Caro, Tris y Maxi… Ellas
querían estar siempre juntas, hablando de chicos, imaginando
su paso a la nueva etapa, jugando a las cartas, compartiendo
las primeras salidas nocturnas. A Máxima hasta le daba un poco
de celos que sus amigas pudieran hacer programas en Punta del
Este que no la incluyeran. Pero el auto de Coqui no iba hacia
el norte. Iba hacia el sur. –¿Por qué no vamos a Punta?–
protestó Maxi, tan adolescente. –¡Porque no tenemos plata! ¿Sabés
lo caro que está Punta del Este? ¡Algún día vas a valorar los
esfuerzos que hacemos por ustedes!– devolvió María Pame, y no
se habló más del tema”.
“Por esas épocas, Máxima no
era la más exitosa con los hombres. Estaba un poco gordita, y
su cuerpo la avergonzaba. Aunque quienes la recuerdan en su
adolescencia aseguran que ya era una chica luminosa y que,
cuando lograba olvidarse un poco de su peso, era alegre y
divertida. Su madre la presionaba en exceso: “Con la altura
que tenés y con tu hermosa carita, si te pusieras a dieta
podrías ser modelo”, le decía.
–Dejate de joder, mamá– le
devolvía.
Cada vez que María Pame le
insistía con que hiciera régimen, Máxima no podía evitar
sentir más hambre. A veces, cuando sus padres se dormían, iba
a la heladera y se robaba el pote de dulce de leche. Lo comía
acostada, en su cuarto, en silencio, y luego lo escondía bajo
la cama”.
Estudiante mediocre
“6,35 sobre 10. Ese fue su
promedio universitario. Tuvo un solo 10, cuatro aplazos con 2
y se recibió con una tesis que fue calificada con 9. Máxima
Zorreguieta, en resumen, no se destacó como una gran
estudiante durante los cinco años que estudió en la Facultad
de Economía de la Universidad Católica Argentina. Fue, más
bien, una alumna del montón.
Con ese promedio, Máxima
quedó de la mitad hacia abajo entre los graduados de su
camada. Y, claro, lejos del diploma de honor, al que se accede
con un promedio de 8, y de la medalla de honor, que es
exclusividad de los mejores alumnos. Tampoco candidateó a la
tradicional medalla a la Acción Pastoral; además de tener un
bochazo en una de las materias religiosas, no sobresalió por
actividad social. Sin embargo, no fue una mala alumna. Se
esforzaba, tuvo notas sorprendentes en algunos exámenes muy
difíciles y cursó más de la mitad de su carrera en paralelo a
empleos que le demandaban varias horas diarias, restándole
tiempo para el estudio, pero que le eran necesarios para poder
financiar su título”.
Empleada de Aldo Ducler
“A finales del año ’91, su
padre le consiguió una muy buena oportunidad para iniciarse en
el mundo del trabajo, como ella venía buscando desde hacía un
tiempo. Tres ex compañeros de Coqui del
equipo económico de José Alfredo Martínez de Hoz –Aldo Ducler,
Miguel Iribarne y Héctor Scacerra– habían adquirido una
casa de cambio y financiera: Mercado Abierto S.A. Aunque en el
currículum de la princesa que reparte la Casa Real Holandesa
se asegura que Máxima Zorreguieta trabajó en Mercado Abierto
entre 1989 y 1991, en los registros previsionales figura que
ella fue empleada allí entre octubre de 1991 y septiembre de
1993.
No es una diferencia menor:
no da lo mismo ser empleada de Aldo Ducler que no serlo. ¿Por
qué? Ducler, cinco años después, fue formalmente acusado por
el gobierno de los Estados Unidos de lavar dinero proveniente
del Cartel de Juárez a través de su casa de cambio y
financiera Mercado Abierto.
Se trató de la mayor
operación de lavado de narcodólares detectada en la Argentina,
comandada hasta su muerte, en julio de 1997, por el temerario
jefe del Cartel, Amado Carrillo Fuentes, conocido como “El
Señor de los Cielos”. (...) Máxima, por entonces, estaba bien
lejos de su puesto en Mercado Abierto, está claro. De hecho,
ella abandonó la oficina un par de años antes de que el
gobierno de los Estados Unidos pusiera en la mira a la
financiera. Pero sí trabajó allí bajo la gestión de Ducler, y
no antes. La información errónea que reparte la Casa Real se
deberá a una equivocación involuntaria”.
Angustia prenupcial
“Una tarde, a bordo del
Dragón Verde, sintió que el hechizo se rompía.
Willem Alexander le avisó, como
si nada, que Boudewijn Dyserinck, el escribano de la reina, se
contactaría con ella para hablar sobre el acuerdo
prematrimonial. El sol la había dejado tan colorada que el
príncipe no advirtió cómo su cara se deformaba a medida que le
explicaba lo que debería firmar. Apoyó el Martini que le había
servido su novio sobre una mesa alta. Se colocó los anteojos
de sol. Si lagrimeaba, no quería que lo notara. Tampoco tenía
intenciones de hacerlo sentir culpable.
–¿Es necesario que hablemos
de esto ahora?– le preguntó.
–Max, en algún momento
tenemos que hablarlo. Hay que hacerlo si nos queremos casar.
El contrato estipulaba que
la boda se haría bajo el rito de la Iglesia Reformista
Holandesa, en el que también debería bautizar a sus hijos. Los
niños llevarían los nombres que la reina aprobara. En cuanto a
los bienes, nada de sociedad conyugal. Cada quien con lo suyo.
Máxima no podrá quedarse con ninguna pertenencia de su marido,
ni nada que haya adquirido durante el matrimonio. Poco importa
si él comete adulterio, la maltrata física o psicológicamente,
o intenta asesinarla. Máxima no podrá reclamarle nada.
El tema, no podía evitarlo,
la ponía de pésimo humor. Ya lo habían discutido varias veces.
No era la fortuna ni las propiedades del príncipe lo que le
importaba, si se llegaban a divorciar. Sino su descendencia.
No entendía por qué tanta crueldad. Una cláusula la obligaba a
engendrar un hijo para la Corona. No se admitían crisis de
identidad, ni dudas con respecto a ser o no ser madre. Otra
cláusula advertía que sus hijos serían sus hijos, pero más lo
serían de la familia real. Willem Alexander enfrentó la
situación con hidalguía. No se escondió nunca detrás de los
consejeros o del escribano: él mismo explicó a su amada cada
punto del contrato. Por el príncipe supo también que, si por
esas cosas del destino, ella dejaba de ser su esposa, él
tendría la potestad sobre los niños: elegiría su colegio, su
vivienda, sus vacaciones; impondría el régimen de visitas de
su madre”. Extractos de "Máxima, una
historia real". Ed. Sudamericana.
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La menos pensada
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