El tipo se esfuerza para ser uno de nosotros

 31 de Diciembre de 2006

Y casi lo logra. A pesar de su condición de superestrella, disfruta de los placeres terrenales.
Practica golf y esquí para escaparse de su trabajo. Alienta al Basel Fútbol Club.
Elige buena música para sus viajes y recurre a Lenny Kravitz, Jamiroquai, Madonna y Gwen Stefani. Tiene su película favorita: Good Will Hunting , la que consagró a Matt Damon y Ben Affleck. Toca bastante bien el piano y no espera que lleguen los 29 para comer ñoquis, su plato favorito. Cuando va de compras, Prada es su escala obligatoria para vestirse de largo.
Admira a Nelson Mandela, se inspira en Michael Jordan, ama a su novia-manager -peloteadora Mirka y pasa bastante tiempo con amigos y naipes. ¿Qué más debe hacer para parecer normal? ¿Jugar a la playstation? También llena el formulario. Frente a la pantalla, elige al jugador virtual Roger Federer
No hay referencias de su nivel con el joystick, pero con la raqueta, el real Roger Federer está haciendo historia. Con todo el respeto por Laver, por Borg, por Mc Enroe o por Sampras, el suizo rescribe los libros. Tiene 25 años y domina el tenis como ningún otro en el pasado. No ha habido circuito más competitivo que éste. Los cien primeros del ranking tienen un nivel altísimo. Hoy, si el número 50 le gana al 5 muy pocos hablarán de sorpresa.
En este contexto, ganó 92 de sus 97 partidos del año, levantó 12 trofeos en 16 torneos, llegó a las cuatro finales de Grand Slam (único desde Laver en 1969), pasó los US$ 8.000.000 en premios y sólo perdió contra dos rivales. Andy Murray aprovechó su cansancio en Cincinnati y jugó el partido de su vida para sacarlo 6-4 y 7-5 en segunda rueda. ¡Pobre Andy! El Federer Express nunca se olvida de sus verdugos. Nalbandian puede confirmarlo. Cliente favorito desde juniors, en 1998 lo despachó en la final del US Open juvenil con un doble 6-3.
Entre 2002 y 2003, le ganó los primeros cinco partidos del historial profesional (dos por Grand Slam, dos por Masters Series y uno en Basilea, su propia casa). Pero todo cambió desde el Masters de Houston 2003 con un rotundo 6-3 y 6-0 en la etapa de grupos. De los últimos nueve, Roger le ganó 8 (salvo la final de Shanghai 2005) y ahora tiene ventaja en el duelo.
Para revertir este clásico, Federer vio los tapes de sus derrotas, identificó sus propios puntos débiles, se percató de cómo los explotaba Nalbandian, contrató a diferentes "sparrings" para que reprodujeran fielmente el juego de David y mejoró especialmente su revés alto.
Nadie nace con el número uno asignado. Se hace con trabajo y, sí, claro, ese talento que puede regalarte la naturaleza.
Ahora su objetivo se llama Rafael Nadal, el otro que pudo robarle partidos en este año que se va. Fueron cuatro, todas finales: Dubai, Montecarlo, Roma y Roland Garros. Las tres victorias del español en la temporada de canchas lentas tuvieron un 7-6 en el parcial decisivo.
Aún en desventaja (3-6), Rogelio ya acortó la brecha con los triunfos en Wimbledon (final) y Shanghai (semi), donde festejó mucho más que el posterior trámite ante James Blake en el último partido de su increíble 2006.
Para 2007, Federer ya marcó con la fibra fluorescente la gran cita de Rolanga. Sabe que para ganar el Grand Slam deberá hacerle morder el polvo naranja a Nadal. Con el perdón de los legionarios argentinos, no me disgusta para nada la idea. Si reúne el póquer de grandes, terminará la discusión y se convertirá en el mejor de la historia. Quiero que lo haga.
No estamos en presencia de un elegido que siempre tuvo todo servido en bandeja. Profesional desde 1998 (perdió en su debut ante Lucas Arnold, en Gstaad), sólo ganó su primer título en 2001 (Milan). Siempre mejoró su posición en el ranking respecto del año anterior (301º en el 98, 65º en el 99, 29º en 2000, 13º en 2001, 6º en 2002, 2º en 2003) hasta llegar al número uno en febrero de 2004 tras ganar el Abierto de Australia. Nunca más se bajó de la cima. Ya no puede avanzar en el ranking pero sí hace crecer su rendimiento. Juega cada día mejor y eso es consecuencia de su dedicación, de su búsqueda de la perfección. Sus golpes de máxima pureza reivindican el tenis clásico, ortodoxo, académico No usa entrenador full time. El australiano Tony Roche sólo aparece en las grandes citas.
Su raqueta Wilson Six One 90 es exactamente la misma que usaba Pete Sampras, el último gran número uno antes de la era Roger. Pintada de rojo y blanco, se trata de la vieja y querida Pro Staff 6.1.
Un garrote total de aro 90 que pesa 450 gramos, 120 más que el ejemplar de mercado, el más vendido del mundo. Federer ya se había apoderado de otra marca registrada del gran Pistol Pete. En Wimbledon 2001, le cortó la racha de 31 triunfos seguidos que llevaba en el All England: 7-6, 5-7, 6-4, 6-7 y 7-5 en octavos. Pidan el video de ese partidazo. Sin que nos diéramos cuenta, ahí se produjo el cambio de guardia.
Hace beneficencia con mucho dinero y, sobre todo, con su presencia. La Roger Federer Foundation apoya a chicos carecientes en Sudáfrica, el país natal de su madre.
Allí ha construido un estadio multipropósito para promover la práctica del deporte entre los más pobres. Embajador de Unicef, uno de los hombres más sensuales del mundo según la revista People, Roger Federer ha sido el deportista del año. No se esfuercen en ser como él, nunca lo lograrán...

Juan Pablo Varsky
Columnista de deportes del Diario La Nación
Reproducción de su nota del 31 de Diciembre de 2006

jpvarsky@lanacion.com.ar