Es olímpica
América Latina?
¿Por qué
en nuestro altar de ídolos están Cristiano Ronaldo o Lionel
Messi, pero no tenemos a Irving Saladino, César Cielo o Dayron
Robles?
¿Por qué la
vida de algunos de nosotros se paraliza con un Mundial de
Fútbol, aunque nuestros países no compitan, pero durante los
Juegos Olímpicos nuestra cotidianidad ni se altera?
¿Por qué
algunos nos mordimos las uñas en la final de la Copa del
Mundo, pero nos dio lo mismo que Usain Bolt rompiera su propio
récord mundial al correr los 100 metros?
Ustedes,
amigos lectores, dirán que la respuesta es tan evidente que no
valdría la pena continuar leyendo este artículo.
Tienen
razón
"El fútbol
es el deporte más popular en toda América Latina", me dirán.
Sí, es
cierto. No se los discuto, pero hay otros factores que hacen
que adoremos a Cristiano Ronaldo y no a otras estrellas
deportivas como el mejor saltador del mundo, el nadador que
acaba de romper el récord mundial de los 50 metros de estilo
libre o el atleta que tiene la plusmarca mundial de los 110
metros vallas.
A eso se
suma que Saladino, Cielo y Robles se impusieron ante los
mejores del planeta en Pekín y conquistaron tres medallas de
oro para América Latina.
Cristiano
Ronaldo, por ejemplo, no ha ganado ni un Mundial, ni una
Eurocopa, ni una medalla olímpica, pero es admirado en casi
toda América Latina.
Money,
money
Según un
estudio de la revista Forbes, el equipo del luso, el
Manchester United, es el club más rico del mundo, superando
incluso al Real Madrid.
Los
"diablos rojos" tienen un valor de US$1.800 millones.
¿Eso
influirá en el hecho de que podemos mencionar al menos cinco
jugadores del Manchester United, pero no los nombres de la
delegación de nuestro país que fue a Pekín?
La
maquinaria de mercadeo del balompié es un monstruo con
tentáculos que pareciera no tener límites.
El fútbol
no sólo genera ganancias por las transferencias millonarias de
jugadores y la venta de entradas, sino por la comercialización
de productos como camisas y videojuegos.
Imagino que
coinciden conmigo, por lo que querrán retomar la idea inicial:
"Saladino, Cielo y Robles y sus disciplinas no son tan
populares como Cristiano Ronaldo y el fútbol".
Así es y lo
mismo sucede con la marcha del ecuatoriano Jefferson Pérez
(plata), el judo de la argentina Paula Pareto (bronce) o la
lucha libre de la colombiana Jackeline Rentería (bronce).
Pero,
permítanme preguntar: ¿Se imagina que esos deportes pudieran
contar con, al menos, la mitad del dinero que mueve el
Manchester United?
Seguramente, más niños en América Latina querrían ser un
Irving o un Jefferson y no necesariamente un Cristiano
Ronaldo.
Quizás
estaríamos más atentos -como ciudadanos y como medios de
comunicación- a los mundiales de atletismo o a los Juegos
Panamericanos que a la Liga de Campeones.
Y, en vez
de jugar el FIFA 2008, tendríamos el Taekwondo World Champion
con las versiones animadas del mexicano Guillermo Pérez (oro)
y del dominicano Gabriel Mercedes (plata).
Pero eso es
hablar sobre supuestos y como periodista, me debo aferrar a
los hechos.
La realidad
es otra y me atrevo a ser cruda: esos deportes no venden. El
fútbol sí, y mucho.
Desconocimiento
Hay otras
razones, además de la popularidad del fútbol en nuestros
países, que nos hacen menos aficionados a las Olimpiadas.
Arturo
Chávez, sociólogo de la Universidad Nacional Autónoma de
México (UNAM), le dijo a BBC Deportes que aunque es evidente
que en muchos de nuestros países hay una extensa tradición
futbolística, también hay desconocimiento de la magnitud de
unos Juegos Olímpicos.
"Ni hay
conocimiento de todo lo que ofrecen las Olimpiadas ni hay
interés en disciplinas que en nuestros países no se practican
de manera sobresaliente", dijo el profesor.
Surge así
un factor externo que tiene cierto impacto en nuestras
preferencias: el deporte no ha sido una prioridad
gubernamental, con excepción de Cuba, donde existe una
política estatal focalizada en ese sector.
Hay, sin
discusión, otros problemas en la agenda de nuestros
gobernantes: la inseguridad y la pobreza, por ejemplo.
"No hay
políticas públicas que fomenten la diversidad deportiva que
existe en una justa olímpica, mientras que en los países
desarrollados sí existe esa variedad y esa promoción", señaló
Chávez.
"Latinoamérica, exceptuando a Cuba, no ha hecho del deporte
algo de la vida cotidiana (...) No hay una valoración social
del deporte".
Solos
Es así como
en América Latina, ser un atleta de un deporte que no cuenta
con el financiamiento empresarial se convierte en un acto
épico.
"Los que
sobresalen en alguna disciplina es porque lo lograron con sus
esfuerzos, sus sacrificios y hasta porque se tuvieron que
pelear con el gobierno, en vez de recibir su apoyo. Se
dificulta que un deportista pueda dedicarse a su disciplina a
tiempo completo", indicó el sociólogo.
"Una vez
descubiertos, intervienen el gobierno y la iniciativa privada
para impulsarlos, pero todo el camino para llegar a ser héroes
deportivos lo recorrieron sin apoyo", señaló Chávez.
Es quizás
por eso que admiro tanto a deportistas como Saladino, pues su
motivación por el objetivo deportivo ha sido más grande que
los obstáculos que ha tenido que enfrentar, como dejar su país
por la ausencia de infraestructura para entrenar.
Para
Alejandra Florean, especialista en psicología del deporte, la
convicción de un atleta es fundamental.
"Es duro
ser un deportista de alto rendimiento en América Latina.
Muchos de ellos trabajan además de entrenar, unos deben
enfrentar dificultades económicas y otros no cuentan con los
elementos o las tecnologías para practicar", dijo Florean.
A
diferencia del fútbol, en el que hay partidos casi todos los
fines de semana, un atleta olímpico requiere de años para
llegar a ser identificado por sus compatriotas.
"Se
necesitan dos ciclos para tener a un deportista bien preparado
hacia el logro. Son requeridos ocho años de formación, pues
las primeras Olimpiadas son más de adaptación y de
conocimiento. El atleta busca bajar su marca, lo cual alimenta
su nivel de confianza y su posibilidad de tener un
patrocinante y de ser reconocido a nivel nacional", dijo la
psicóloga.
Los
medios
Les juro
que yo no tengo nada en contra de Cristiano Ronaldo y no niego
que sea un fenómeno, pero ¿cuánto de mediático hay en torno a
su figura?
"En el
deporte, las imágenes son fomentadas desde los medios de
comunicación. Estos ídolos que se crean son una estrategia
mediática", explicó Chávez.
Sin
embargo, lo que funciona para los futbolistas, no
necesariamente funciona para otros atletas.
"Aunque
tengamos deportistas muy destacados en otras disciplinas, no
son fomentados como figuras porque son fenómenos muy puntuales
que cuando aparecen en los medios ya pasaron de moda, ya no
son figuras de actualidad (...) La mayor parte de los
deportistas latinoamericanos tienen un paso efímero por la
fama", señaló el profesor de la UNAM.
A nuestras
propias realidades como colectivos, se suma un fenómeno que
pudiésemos llamar "baja autoestima olímpica".
"Hay una
especie de desencanto y de frustración al ver los medalleros,
al ver que los países latinoamericanos (dejando a un lado a
Cuba) no ocupan lugares sobresalientes en los medalleros",
señaló el docente mexicano.
"Saben que
sus competidores no llegan a las Olimpiadas y si llegan quedan
excluidos de los primeros lugares. Es una especie de rechazo
nacionalista, localista, porque no son sus contendientes los
que están disputando las medallas", acotó Chávez.
"Si no
es primero no vale"
Entra
también en juego un factor psicológico: como espectadores
somos selectivos, nos gustan los éxitos, los ganadores.
"Lamentablemente, el espectador siempre está ligado al
triunfalismo. El segundo o el tercer puesto no son reconocidos
por el espectador, pese a que el proceso que llevó al
deportista a ese logro fue intensísimo", dijo Florean.
Como
explica la psicóloga deportiva, ese proceso sólo puede ser
apreciado por el atleta, quien muchas veces se queda fuera del
podio por un segundo o por un centímetro.
"El
espectador ve el producto terminado, se pierde toda la
preparación del atleta, quien pasó cuatro años con carencias,
renunciando a determinadas cosas -sueño, descanso, tiempo con
la familia- en su camino hacia el objetivo", indicó la
psicóloga.