02 de Febrero
de 2009
El Abierto
de Australia
Nadal superó
a Federer y conquistó Australia
En un
partido digno de los mejores tenistas del mundo, el español se
impuso por 7-5, 3-6, 7-6, 3-6 y 6-2 e impidió que el suizo
iguale el récord de Sampras en torneos de Grand.
![Nadal superó a Federer y conquistó Australia](nota%20325_archivos/image001.jpg)
El festejo de
Rafa | Foto:
AP
MELBOURNE,
Australia.- Fue un partido a la altura de las expectativas, de
los puestos en el ranking y de la historia de este duelo entre
los mejores. Luego de una verdadera exhibición de tenis de
cuatros horas y 22 minutos, Rafael Nadal superó a Roger
Federer por 7-5, 3-6, 7-6(3), 3-6 y 6-2 y se quedó por primera
vez con el Abierto de Australia.
Después de
sus peleas sobre el polvo de ladrillo de Roland Garros y el
césped de Wimbledon, Federer y Nadal se enfrentaban hoy por
primera vez en Melbourne.
El partido.
Como si ambos se encontraran extraños, los dos primeros juegos
acabaron con quiebres: 1-1 y casi había transcurrido el mismo
tiempo que duró el primer set de la final femenina, ayer.
La batalla
pareció inclinarse en favor de Federer cuando quebro para 4-2
con una devolución impecable. Pero algo pasa en la cabeza del
suizo cuando se enfrenta al español. Su "mayor rival", según
lo calificó poco antes de caminar con la mirada en el suelo,
concentrado, quizá preocupado, por el túnel que conduce a la
cancha principal del Melbourne Park.
Nadal ganó
los dos siguientes juegos, rompió en el undécimo y se llevó el
primer set en poco menos de una hora.
Federer
volvió a perder su servicio en el segundos set, pero gritó con
fuerza uno de sus "come on" cuando recuperó el break un juego
después, para 3-3.
Poco
después, el suizo había empatado el partido a un set y el
tiempo corría a su favor.
El reloj
marcaba 1:47 horas tras el segundo set y se fue a 3:05 tras el
tercero, en el que Nadal requirió en un par de ocasiones la
asistencia del "trainer". Aun así, el número uno del mundo
llevó al suizo hasta el tie-break y hasta el límite de sus
nervios.,Roger cedió el set con una doble falta.
Federer, sim
embargo, rompió el servicio de su rival para 2-0 en el cuarto
set. Pero Nadal no dio tregua. Recuperó su saque en el tercer
juego y obligó a librar una auténtica batalla por la
supervivencia en el quinto. El número dos sabía que mucho se
jugaba ahí. Ganó. El suizo seguía vivo. El partido seguía
vivo.
La noche
traía aires de Wimbledon. Y como en Wimbledon, Nadal fue quien
terminó tirado por el suelo. Otra vez fue él quien levantó el
trofeo, y los más grandes, encabezados por el mítico Rod Laver,
pasaron por su silla a rendirle honores.
Por primera
vez. El español se consagró por primera vez en Melbourne, tras
haber perdido en la semifinal del 2008. En su camino a la
final, Nadal debió luchar por más de cinco horas frente a su
compatriota Fernando Verdasco. Antes superó a Christophe
Rochus, Rokko Karanusic, Tommy Haas, Fernando González y
Gilles Simon.
Federer
llegaba a la final con la ilusión de conseguir su 14° Grand
Slam, e igualar así la marca del norteamericano Pete Sampras.
Para esta instancia, el ganador del torneo en 2004, 2006 y
2007, había vencido a Andreas Seppi, Evgeny Korolev, Marat
Safin, Thomas Berdych, el rival que más lo complicó, Juan
Martín Del Potro y Andy Roddick.
Nadal, quien
desplazó a Federer del número uno del ranking mundial el año
pasado, aventaja ahora por 13-6 a Federer en el historial de
enfrentamientos entre ambos.
El español,
de 22 años, lo había vencido en las últimas cuatro veces que
se enfrentaron, en las finales de Montecarlo, Hamburgo, Roland
Garros y Wimbledon del año pasado, y el suizo no logra
vencerlo desde las semifinales del Masters de Shangai 2007.
Ambos, con
sólo un pendiente. Tras esta coronación, a los dos mejores
tenistas del planeta sólo les queda un título de Grand Slam
por ganar. Nadal nunca ganó un US Open, mientras que Federer
tiene como pendiente conquistar Roland Garros.
La Nación.
Notas
relacionadas
Es contra
Nadal, no contra Sampras
![](nota%20325_archivos/5.jpg)
Roger
Federer tiene una cita con la historia cada vez que entra a la
cancha para enfrentar a Rafael Nadal. Rafael Nadal tiene una
cita con Roger Federer cada vez que entra a una cancha para
enfrentarlo. Los resultados están a la vista: Nadal extiende
su dominio sobre Federer cuando se cruzan y a juzgar por las
lágrimas del suizo cuando le tocó hablar en la entrega de
premios, el asunto se le puso complicado. Nadal es el límite
concreto, insobornable y orgulloso, que el número dos del
mundo tiene para intentar alcanzar el record de Pete Sampras
de 14 Grand Slams en su contabilidad.
La
excelencia en su juego, el estilo fino para atacar la pelota,
es aspecto mezcla de dandy y yerno confiable que tiene Roger
Federer, más su historial claro está, lo ponen siempre en el
centro de la escena para describir los hechos. Paradojas de un
juego que combina sumas, restas y porcentajes, Federer ganó en
la final de Melbourne 174 puntos contra 173 de Rafael Nadal.
Pero no le quitemos la sangre ni el nervio al partido. Ni la
justicia: Roger Federer estuvo lejos de jugar un duelo
perfecto. No conjugó la armonía de sus tiros con las
necesidades del marcador. Los break points lo delatan
(6/19=32%) y la cantidad errores no forzados (64 contra 41 de
Nadal) lo alejan bastante de haber jugado una definición
impecable. Perder el tie break del tercer set con una doble
falta es otro de los datos duros que ofreció la final.
Es cierto
que cuando su desempeño es alto su modo de jugar consigue
hacernos ver que la belleza parece haber sido creada para
darle brillo a un deporte. Es cierto también que el tenis es
una partitura que cada uno ejecuta como más le plazca y en ese
aspecto Rafael Nadal es tan único como Roger Federer. Son dos
solistas con su estilo: Federer le saca melodías bucólicas al
piano y Rafa Nadal lo aporrea para darle un ritmo violento y
atronador. Se dice que nadie juega al tenis como Federer.
Perfecto, ¿y quién juega como Nadal? Gastó energías durante 4
horas y 36 minutos para cerrarle el paso a Federer y en
semifinales quebró el record de tiempo de duración con
Fernando Verdasco con 5 horas y 14 minutos. Uno propone la
estética como valor y el otro el sudor como ofrenda. Si miran
hacia atrás, cada uno está solo en su camino. Pero el sudor de
Nadal nos está empapando a todos.
Rafa Nadal
comenzó a marcarle el territorio a Federer en Roland Garros y
ahora extendió su dominio al otro lado del mundo. El valor de
este título conseguido por el español en Melbourne también
está en la jerarquía por la que trabajó y consiguió este Grand
Slam. Australia nos tenía acostumbrados a finales entre un
favorito importante y un intruso simpático. Los públicos
suelen apreciar y querer a los que entran a jugar un partido
decisivo sin nada que perder y Melbourne venía presentando
esas finales de menor cartel que los otros "majors". Nadal y
Federer rompieron con esa historieta y le dieron a este
domingo en Melbourne una categoría superior. El Australian
Open es un campeonato que se puso a la par de los otros Grand
Slam y por fin tuvo una final acorde a su despliegue.
El llanto de
impotencia de Roger Federer en la entrega de premios, casi
egoísta, inhibió del festejo que merecía Rafael Nadal. Que
dobla y más al suizo en triunfos personales (13-6 desde hoy) y
lleva cinco victorias consecutivos desde noviembre de 2007. Y
que nadie se ofenda: esas lágrimas también revelan cierta
debilidad evidente que Federer parece sufrir contra Nadal. Los
dos entregan momentos memorables del deporte, producen "rallys"
de tanta intensidad que nos obligan a preguntarnos si el mejor
tenis de la historia no es el que está en ebullición en este
momento. Pero Nadal se encargó de cambiar el punto de vista de
este enfrentamiento notable entre el número uno y el número
dos del tenis. La realidad impone adoptar la perspectiva de
Rafa Nadal para entender lo que está pasando.
La
obsesión por la historia es lo que está destruyendo las
expectativas de Roger Federer. El consuelo que le da Rafa
Nadal en las premiaciones ya suena reiterativo. Mientras
Federer intenta alcanzar records y recibir honores, Nadal sale
a la cancha sabiendo que hoy, en Melbourne, en París, en
Londres o en Pekín, va a ser un día duro de trabajo. Este es
su momento. Las lágrimas de Federer nos firman ese relato.
Por Marcelo Gantman,
en su columna del diario La Nación.
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