20 de Mayo de 2009
Más derechos para los futbolistas, más obligaciones para los
clubes.
Así puede resumirse el nuevo Convenio Colectivo de Trabajo
557/09, que a partir del 1º de julio próximo -si bien fue ya
homologado en marzo por el Ministerio de Trabajo- comenzará a
tener plena vigencia sobre las relaciones laborales entre
jugadores y clubes de fútbol en la Argentina.
Se trata de una
instancia definitiva
en algunos aspectos y
muy importante
en otros dentro de la puja que, silenciosamente -o no tanto en
algunas oportunidades-, libran desde hace muchos años una y
otra parte en torno a varios puntos, pero especialmente a
dos: por un lado, las
cláusulas candado
que mantienen a los futbolistas atados a sus
instituciones; por otro, la
informalidad
y
falta de cumplimiento
que caracterizan los pagos de sueldos, primas y premios.
En ambas cuestiones, los jugadores
pasan a ser los grandes ganadores
de este conflicto
gracias al nuevo estatuto concertado entre su conducción
gremial y la AFA, que reemplaza a modo de versión "mejorada y
corregida" al que rigiera la actividad a partir de 1975. Y así
lo dejó en claro en charla telefónica con Perfil.com el
Dr. Juan
Carlos Suñe, ex mediocampista de Almagro y desde hace muchos
años abogado de Futbolistas Argentinos Agremiados (FAA).
Entre los objetivos alcanzados por el gremio con este nuevo
texto, el letrado destaca como "una conquista importante" el
nuevo
"contrato a plazo fijo"
que la normativa establece para jugadores de 23 años o más,
quienes en caso de no arreglar una nueva relación contractual
con su club
podrán automáticamente negociar su pase en calidad de "libres"
al finalizar el período de entre uno y cinco años por el que
hayan firmado ese vínculo.
Hasta ahora, los clubes
tenían la posibilidad de retener a cualquiera de sus
futbolistas
una vez terminados sus contratos mediante la famosa "cláusula
del 20 por ciento", por la que ofreciendo un aumento muchas
veces irrisorio se aseguraban contar con ellos durante
dos años más.
A partir del 1º de julio, esas prórrogas automáticas seguirán
siendo posibles
sólo en los casos de jugadores menores de 23 años,
con quienes las instituciones podrán firmar un
"contrato profesional promocional"
que, al menos en teoría, permitirá retener a aquellos jóvenes
que vayan surgiendo sin exponerse a que pidan fortunas para
renovar contrato -y se vayan a otro club de no ser
complacidos- cuando quizás aún no
explotaron
del todo.
El problema -y a su vez el motivo por el que la AFA y
Agremiados coincidieron en la necesidad de modificar el
convenio- es que la FIFA
desconoce la validez
de
cláusulas candado
como esta que ahora regirá parcialmente en la Argentina. Y por
eso, el Dr. Suñé reconoce que
"el que se quiera asegurar a un jugador va a tener que hacer
un contrato a plazo fijo",
ya que "nosotros
no le podemos prohibir a representantes inescrupulosos que
vayan a FIFA".
Vale decir que aquellas renovaciones automáticas sancionadas
por el viejo Estatuto
se habían convertido en un arma de doble filo para los clubes,
que así como por este recurso podían retener a un jugador a
bajo costo corrían al mismo tiempo el riesgo de perder a un
futbolista que, disconforme con el aumento del 20 por ciento,
se fuera a jugar
con el visto bueno de la FIFA a
alguna de las muchísimas ligas del exterior que hoy reciben
con los brazos abiertos a
cientos de argentinos.
Fue por eso, en definitiva, que la AFA aceptó este nuevo
convenio colectivo, aún cuando
establece normas que serán muy difíciles de cumplir para
algunos clubes
-y especialmente para los de menores recursos- como los
mínimos obligatorios que fija no sólo en materia salarial,
sino también para los
premios por partido ganado
y para
campeonato o ascenso de categoría
obtenido.
Si bien a diferente escala, esas obligaciones deberán ser
asumidas tanto por instituciones muy poderosas de la "A" como
por las más pobres de la "B" Metropolitana, que sin dudas
se las verán en figurillas
para abonar el 5 por ciento del sueldo mínimo de un jugador de
la divisional (1500 pesos) que deberán pagar a cada integrante
de su equipo por cada triunfo que logren,
independientemente de su colocación en la tabla
y en un plazo
no mayor a los cinco días hábiles
siguientes.
Para colmo, ahora los jugadores no sólo podrán intimar
legalmente a los clubes para que les abonen deudas salariales,
sino también por lo que se les deba en concepto de esos
premios que tipifica el nuevo convenio y
por cualquier contrato privado
entre las partes.
De no pagársele cualquiera de esas remuneraciones en los
plazos establecidos por el Convenio, concretamente, el jugador
-dice el Estatuto- "intimará al club el pago dentro de los dos
días hábiles". Si en dicho plazo el club no depositara
la totalidad
de lo adeudado o no acreditara haberlo pagado ante FAA, en
tanto, "el futbolista podrá dar por resuelto su contrato por
culpa del club", y la AFA
deberá permitirle fichar para otra entidad
aún cuando esté cerrado el libro de pases.
Según el Dr. Suñé, esto es "muy importante" también ya que,
por ejemplo, "Boca
tiene contratos registrados en AFA de 6000 u 8000 pesos
y otros por montos mucho mayores
en los que figuran las llamadas 'primas', que son en realidad
sueldos encubiertos
y que a veces demandaban procesos judiciales largos para poder
ser cobradas".
En caso de no tener "íntegramente pagos los haberes
por todo concepto
de los futbolistas a su servicio en la temporada anterior",
además, los clubes quedarán inhibidos para incorporar
refuerzos, al obligarse la AFA a no registrar nuevos contratos
para esas entidades morosas. Está claro: esta vez, la pulseada
la ganaron los jugadores.
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