6 de
Enero de 2009
Hilda y
sus verdugos…
26/12/08
Cuando en 1994 me desvinculé por voluntad propia del sistema
político impuesto en mi país, estaba convencida de que tendría
que recorrer un largo y doloroso calvario. Hoy, casi 15 años
después, puedo afirmar que la realidad superó con creces todas
las valoraciones de aquel momento, porque los que nos
decidimos a enfrentar pacíficamente a este gobierno, nos
exponemos no sólo a su nefasto accionar, sino también a las
agresiones del conjunto de verdugos nacionales y foráneos que
lo secundan. Y es que se trata de un gobierno omnipotente, que
durante medio siglo ha exigido irracionalmente, que los
habitantes de esta isla, sin excepción, pensemos, sintamos,
hablemos y actuemos según sus designios. Se trata de un
gobierno que reprime, descalifica y calumnia, mediante los más
disímiles métodos, a los que nos rebelamos ante esos
designios. Y es que el odio y la intolerancia, meticulosamente
sembrados durante 50 años, han influido perniciosamente en los
integrantes de esta sociedad enferma. Y es que este gobierno y
sus cómplices de otras regiones del planeta, no aceptan ni
respetan las diferencias en Cuba; y tratan a la población del
país, no como a miembros legítimos de la humanidad pensante,
sino como a un rebaño de esclavos alienados, incapaces de
pensar, sentir y hablar libremente, y de decidir sus propios
destinos. Y es que el tentacular comunismo cubano,
comprometiendo, alquilando y comprando conciencias, ha logrado
internacionalizar su odio y su intolerancia.
Durante estos casi 15 difíciles pero cada vez más
esclarecedores años, siempre en condiciones de total
indefensión, he sido víctima ininterrumpidamente, de al menos
tres variantes diferentes de verdugos:
1) El gobierno cubano, principal e implacable verdugo, que
aplica sus instrumentos sutiles y explícitos de violencia
psicológica y física, contra los que como yo, hemos dicho
¡basta! a la colonización de nuestras mentes y nuestras almas,
conscientes de que “no hay servidumbre más vergonzosa que la
voluntaria”.
2) Los idólatras del régimen, que haciendo uso de las bondades
de la democracia en sus respectivos países, vociferan contra
el capitalismo, al tiempo que viven como capitalistas. Los que
se rasgan las vestiduras cuando aquí en nuestra propia Patria,
hacemos uso del derecho a la libertad de expresión que nos
asiste, y criticamos lo indiscutiblemente criticable. Los que
predican teóricamente sobre derechos humanos y paz, y al
unísono reverencian a un gobierno de partido único, adicto al
poder, implantado indefinidamente en Cuba; y que involucró a
su pueblo en un número no precisado de guerras ajenas. Esos
fariseos contemporáneos, asumen como enemigos personales a
todos los que el régimen clasifica como enemigos; y se
convierten en nuestros verdugos, haciéndonos blancos de
ataques infundados, crueles y superficiales, sin importarles
el daño que ocasionan.
3) Algunos cubanos, afortunadamente la minoría, que jamás
criticaron al gobierno, pero a la primera oportunidad huyeron
hacia la democracia utilizando las puertas abiertas en
numerosas naciones, gracias a las luchas sostenidas durante
medio siglo, por compatriotas abnegados y valiosos. Esos
cubanos de doble moral, beneficiados de la libertad que no
ganaron con su esfuerzo, y otros que aun permanecen en Cuba,
se erigen en jueces y verdugos, y cual serviles voceros del
comunismo caribeño, atacan y calumnian a los que, más tarde o
más temprano, nos atrevemos a alzar la voz aquí en Cuba, en
defensa no sólo de nuestros derechos, sino de los derechos de
todos, incluso de los derechos de nuestros verdugos y
agresores; y de los de aquellos que optan por un silencio
humillante y cómplice ante tanta ignominia. Siento mucha pena
por esos conciudadanos dominados por un odio irracional, que
contra toda lógica, besan la garra que los hiere; y condenan
el pensamiento y la palabra que los defienden.
He recibido también críticas de algunos cubanos respetables,
que con loable claridad, vislumbraron tempranamente el peligro
que amenazaba a nuestra isla, guardaron prisión durante años
por su lucha en aras de la libertad; y ahora, radicados en el
exilio, muestran incomprensión hacia los que como yo, según
sus criterios, tardamos en valorar en su justa medida, la
verdadera naturaleza del régimen. Opino humildemente, que con
una actitud de mayor tolerancia cristiana, estos compatriotas
podrían ayudar más eficazmente a la imprescindible unión de
todos los que anhelamos una Patria nueva, sin los vicios e
injusticias del pasado, y sin el horror del presente.
Es ciertamente una triste y desalentadora realidad, ante la
cual cabe preguntar: ¿Qué pueden esperar los que ahora decidan
dar un paso similar al que yo he dado dentro de Cuba? ¿Qué le
espera a la nación si los cubanos nos agredimos unos a otros?
¿Qué le espera al país si los cubanos, manipulados,
enajenados, e intoxicados por el resentimiento, las mentiras,
el odio, las intrigas, e incapaces de definir la única causa
de su largo vía crucis, malgastan sus energías intentando
destruir a los que indefensos, amenazados; y como en mi caso,
sin aspiraciones personales, dedicamos nuestros humildísimos
esfuerzos al cese de este suplicio que ha devastado a la
Patria? ¿Es que no comprenden que Cuba necesita urgentemente
de actitudes cristianas que sumen y unan; y no de conductas
intolerantes que resten y dividan? ¿Es que no comprenden que
el noble y sufrido pueblo cubano necesita y anhela escuchar
palabras de perdón, de paz, de sosiego, de esperanzas; y no un
discurso beligerante, agresivo, intrigante, ofensivo e
insultante, como el que ha prevalecido en esta isla durante
medio siglo? Ciertamente, es una triste y desalentadora
realidad. No obstante, con mis más de 65 años, enferma y sola
en Cuba, continuaré mi modesta misión en pos de lo que
considero mejor para mi país, bajo la implacable vigilancia de
mis verdugos, y a pesar de mis verdugos. Trato así de ir
saldando mi deuda con mi conciencia, con mi inocente y
torturada familia; y con la tierra donde nací. Me alegra
contar con este espacio, que me permite interconectarme con el
mundo; y que dedico a mi adorada familia: hijo, nuera, nietos
y madre. Aquí expondré regularmente mis testimonios,
comentarios, opiniones y variados artículos. En relación con
estos textos, deseo precisar lo siguiente:
-Consciente de los riesgos que asumo, hago uso aquí en mi
Patria, como lo he hecho desde 1994, de la libertad de
conciencia y de expresión que me concedió Dios al crearme
libre. De mis padres aprendí a defender mis ideas, a respetar
las ideas ajenas; y que el ejercicio de la crítica es más
digno y valiente, cuando se realiza de frente.
-Los textos que aquí expondré, se nutren de dos fuentes
verídicas y reales. Primera fuente: las casi siempre complejas
y muchas veces traumáticas experiencias vividas desde la edad
de 15 años, dentro de esta sociedad a la que dediqué lo mejor
de mi juventud, en las nobles profesiones del Magisterio y la
Medicina. Segunda fuente: las vivencias de estos difíciles y
aleccionadores últimos casi 15 años de cautiverio sin rejas,
de atropellos, de escarnios y de desgarramiento familiar.
-Con la ayuda de Dios, estas publicaciones periódicas sólo
concluirán cuando concluya mi vida. Tengo la esperanza de que
constituirán mensajes de alerta sobre la terrible realidad del
sistema ideológico-político-social-económico en que ha
transcurrido la mayor parte de mi existencia.
Dra. Hilda
Molina, del blog spot : http://hildamolina.blogspot.com/2008/12/hilda-molina-con-mi-madre-queremos.html
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