16 de Febrero
de 2009
Philippe Starck, el mago del diseño
![Philippe Starck, el mago del diseño](emprendedor58_archivos/image001.jpg)
Irreverente. "Soy esencialmente
político. También se puede decir que soy filosófico. Y ambas
cosas están tan radicalizadas en mí", dice Starck, en Buenos
Aires, con un retrato de Eva Perón | Foto:
Verónica Iglesias
Es uno de
los diseñadores más importantes y famosos del mundo. De los
que ya figuran en los libros de historia. Para unos es un
genio; para otros, apenas un excéntrico. Se lo conoce por los
innovadores proyectos de decoración que ha realizado para la
cadena de hoteles del todopoderoso empresario Ian Schrager.
Revolucionó la industria del ocio al introducir el concepto de
escenografía en el diseño.
Philippe Starck se mueve, en su
métier y en las entrevistas, como pez en el agua. Es tan
ecléctico que puede ocuparse de hoteles cinco estrellas, de
restaurantes absolutamente increíbles en Tokio, de sillones, y
hasta de exprimidores u otros objetos económicos. Puede
trabajar para pocos y exclusivos personajes como para que sus
obras se reproduzcan industrialmente de manera infinita. En la
Argentina, el Faena Hotel + Universe es su carta de
presentación.
Pero este hombre que nació en
París en enero de 1949 se hizo famoso hace años, cuando el ex
presidente francés François Mitterand lo llamó para remodelar
el Palacio del Elíseo.
El
genio errante
Su última
mujer, Yazmina, es una bella
joven a quien Starck conoció en Louis Vuitton, donde ella
trabajaba como jefa de relaciones públicas. No quiere que le
tomen fotos durante la entrevista, pero siempre está cerca,
observando a su marido.
Juntos, prácticamente viven en su
avión particular, pero pueden alternar este hábitat con alguna
cabaña sin agua ni luz, lo más alejada posible de la
civilización.
No suelen frecuentar cócteles ni
ir a comidas de "celebrities". Aunque, de alguna manera, él es
considerado una de ellas.
Apenas
nos sentamos, Starck pide unos chocolates. Habla en francés,
piensa y cuida cada palabra que dice. No quiere ser
malinterpretado. Se define, en principio, como un hombre de
izquierda. Habla de filosofía, de conceptos estéticos. Nada de
lo que dice es "light". Nada. Es tan contundente que, a veces,
intimida. Philippe Starck es también un gran diseñador de sus
palabras, de su discurso.
-Cuando
preparaba este reportaje me preguntaba si me iba a encontrar
con una celebridad, con un artista bohemio o con un señor
"fashion"... ¿Me ayuda a definirlo?
-En una
cultura de consumo, decir que se es una celebridad es
completamente normal. Yo no tengo el software para construir
una imagen de mí mismo. Simplemente, tengo una cierta
filosofía, una cierta ética. Soy lo que ven: un aspecto físico
diferente, productos diferentes y cosas que hacen que la gente
crea que lo mío es una gran simulación. Pero no lo es.
-Esperaba
verlo vestido de negro. De negro absoluto.
-Siempre
visto de negro porque el viajar todo el tiempo me permite
tener cosas semejantes en todas las casas, y en todos los
hoteles. Tengo 150 sacos, 200 jeans y 340 pares de zapatos
parecidos. No son siempre los mismos, pero no es por
coquetería, como si fuera una estrella, sino porque es
práctico. Nuestra manera de vestirnos (la mía y la de mi
mujer) es también particular porque viajamos sólo en moto o en
avión.
-Me
gustaría saber si el haber elegido el diseño en vez de la
arquitectura le da más libertad de creación.
-No creo
que uno elija una vocación. Creo que uno es elegido por el
oficio. Mi padre era inventor en aeronáutica, tenía una
compañía de avión; mi madre era un poco artista. Por lo tanto,
cuando uno está en un ambiente creativo, basado en la creación
tecnológica, recibe una influencia muy fuerte. Aunque si
pienso en la educación que me dio mi padre yo debería ser
diseñador de estaciones espaciales.
-Pero se
convirtió en una especie de objeto de deseo. Lo buscan, le
ofrecen suculentos honorarios. No es poca cosa.
-Esa es
la parte complicada. Cuando uno tiene un rigor extremo y no
está en los salones, en los cócteles; cuando se tiene el
coraje de vivir en lugares perdidos de la selva, en medio del
mar, en islitas sin agua ni electricidad, entonces uno se ve
forzado a tener ideas un poco novedosas. Luego, cuando uno ha
pensado bien, trabajado bien, creado un producto con
honestidad y generosidad, con una cierta visión de futuro,
puede tener éxito.
-Hace
mucho hincapié en la honestidad y en la rigurosidad. ¿Esa es
su ideología?
-Soy
esencialmente político. También se puede decir que soy
filosófico. Y ambas cosas están tan radicalizadas en mí que se
puede hablar de anarco. Estoy muy radicalizado.
-¿Se
refiere a una ideología socialista?, ¿o a una ideología de
derecha?
-No hay
más que una posición aceptable y es la izquierda. La izquierda
representa el altruismo, y la derecha es el egoísmo. Soy
evidentemente anticapitalista. Fui el arquitecto de François
Mitterrand. No voté a Nicolas Sarkozy, pero, por otro lado,
finalmente creo que es un buen presidente, y que además es una
persona muy interesante.
-Hay gente
que espera "un llamado". ¿El de François Mitterrand era el que
usted esperaba?
-No, no lo
diría así. Yo no tengo ningún deseo, ninguna ambición, ninguna
ansiedad de diseñar un cohete o un barco, nada de ganas de ser
el arquitecto del presidente. Para un creativo, la cosa no
funciona así.
-¿Y cómo
funciona? ¿Cómo se va por la vida sin deseos?
-No
tener deseos personales permite tener visión y sueños para los
otros. Cuando uno tiene deseos y ambiciones para uno mismo,
eso lo enceguece y le quita dimensión. No pienso que se pueda
decir de mí que soy un pequeño egoísta. Soy más bien alguien
que está estructuralmente basado en el compartir.
-El hotel
de Alan Faena es uno de los más lujosos y sofisticados de la
Argentina. Y lo decoró usted...
-Si usted analiza el conjunto de mi obra, en hotelería puedo
diseñar el hotel más lujoso y el hotel más económico con el
mismo respeto, la misma creatividad, la misma generosidad. Soy
el único en el mundo que ha estado en los dos extremos. Es
decir, el único que puede diseñar una nave espacial para el
proyecto Virgin Galactic, que vale 200 millones de dólares, y,
al mismo tiempo, un biberón de dos dólares. Soy el único que
puede hacer objetos completamente metafóricos y poéticos, como
muebles y lámparas.
El hotel del que usted habla representa, antes
que nada, a Alan (Faena). Hay proyectos en los que soy
totalmente yo, y hay otros proyectos donde el iniciador del
proyecto es una persona tan fuerte que resulta más interesante
ponerme detrás, y servir a esa visión.
-Faena es
un personaje. Tiene un diseño personal muy atractivo.
-Cuando
me dijo que viniera a la Argentina, le dije que era muy
gentil, pero que tenía muchas cosas que hacer, que no podía.
Tres o cuatro meses después volvió, cubrió de rosas a todas
las secretarias y asistentes, y me dijo que era necesario que
yo viniera a la Argentina. Entonces, le volví a decir que no.
Y un día, finalmente, vine. En lugar de hablar de negocios,
partimos para su casa en Punta del Este los dos, tranquilos, y
poco a poco comenzamos a construir esta idea del universo.
-¿Tenía
alguna idea de la Argentina?
-Nada
de nada, porque a mí no me interesa ir al cine, no veo
televisión, no leo los diarios. No vamos a cócteles, no vamos
a exposiciones. Las únicas excepciones son hacer el amor y los
libros. Yo estoy todo el tiempo en un espacio mental. Soy un
soñador profesional.
-Viendo lo
que usted hace, ese discurso no parece muy creíble. Tiene
sentido del humor, ¿verdad?
-Sí, el
sentido del humor es algo muy serio. El humor es la expresión
de la teoría de la relatividad de Einstein. Cuando por azar o
por conocimiento uno está ante la comprensión de la
relatividad de Einstein, que para mí quiere decir que nada
existe, eso nos permite tener una cierta distancia con la
vida.
-¿Qué
opina de la pareja, del matrimonio? Parece muy enamorado.
-El
amor en su identidad completa, el enamoramiento y el amor
sexual, ocupan el 99% de mi tiempo y de mis preocupaciones.
Con mi mujer estamos siempre juntos, ni un solo segundo
separados; me parece la única manera de vivir.
-¿Es un
hombre religioso? ¿Tiene fe?
-He
recibido una educación religiosa católica muy pesada que me ha
llevado a detestar toda forma de religión y todo tipo de
creencia.
-Es un
pensamiento casi soviético el suyo. Es tan despojado que...
-No pienso
que lo soviético sea una buena imagen. No pienso que un
espacio no religioso sea un espacio seco; por el contrario, es
un espacio rico. Un espacio religioso es un espacio totalmente
simplificado donde la inteligencia no se expresa.
-¿Se ha
psicoanalizado alguna vez?
-Un día
tuve un problema personal y fui durante tres semanas. Es
agradable, muy interesante, pero eso fue todo.
-Usted me
recuerda un poco a Woody Allen.
-Yo estoy
entre los que practican el autoanálisis permanente. Me permite
conservar mi humanidad, porque el análisis siempre lleva al
cinismo. Y yo, para mi edad, tengo una extraordinaria
ingenuidad.
-¿Qué
mirada puede incomodarlo?
-La de
nadie. Nadie, ninguna situación; no hay ninguna cuestión que
me pueda poner en aprietos. Pero hay actos o pensamientos que
me pueden llevar a la reflexión.
-¿Por
ejemplo?
-Mi
sistema de pensamiento es un sistema solitario, de
autoconstrucción, muy preciso, muy simple y muy complejo, pero
que tiene muy pocos elementos exteriores. Mi sistema de
funcionamiento es casi autista. ¿Me entiende? Por eso nosotros
vivimos afuera, estamos afuera.
-¿Fuera de
qué?
-Fuera
de todo. En medio de la nada.
-Me perdí.
¿Va a volver a la teoría de la relatividad?
-Es
simple. No estamos nunca en algo, jamás en un movimiento
único, jamás en una forma de pensar, jamás en un solo país.
-¿No
resulta cansador?
-Extremadamente agotador. Pero es la única manera honorable de
vivir. Como los átomos, como los electrones que se mueven
siempre y que juegan en el espacio.
-Perdón
que hable de cosas materiales. Pero cuando hay que pagar las
cuentas, cuando hay que hablar de dinero, no se puede estar
tan "fuera de".
-¡Ah,
no! Tengo gente que se ocupa de esas cosas. Pero no tienen
contacto conmigo. Hay gente a la que le pago para que jamás me
hable de cosas tristes, sucias, de cosas sin interés. Ni de
dinero, que es algo sin interés.
-¡Qué lujo
señor Starck!
-El
lujo más extremo es poder asumir un desprecio total por el
dinero. ¿Qué es más caro que el desprecio por la plata?
-Hablemos
de los distintos adjetivos calificativos que se usan para la
estética cotidiana. ¿Qué piensa del kitsch?
-El
kitsch no existe. Todo intento de encasillar, todo intento de
poner una etiqueta a las afinidades humanas, es un fracaso.
Porque lo único respetable es la libertad de poner color
naranja, o de utilizar un violeta.
-Entonces,
¿existe el buen gusto o el mal gusto?
-El
único beneficio de ser inteligente es reconocer las
diferencias.
-¿Qué es
para usted algo realmente horrible?
-Horrible es la gente que no quiere participar de la belleza,
de la inteligencia. La haraganería es la cosa más terrible.
-¿Qué
siente cuando lo copian?
-No me
importa, porque cuando hago un producto o un sitio, si lo
copian, lo que hacen son cosas mías de hace diez años atrás. O
sea que son como cenizas.
-¿Hay un
estilo Philippe Starck?
-Hay una
lógica de pensamiento, una visión, una ética, una manera de
hacer, pero no hay estilo.
Para
Starck el errante, el concepto de hogar, obviamente no existe.
Hoy está en Buenos Aires, pero su lugar puede ser París dos
días al mes. Después de esta entrevista su avión lo llevará a
algún lugar escondido, algo secreto, quizás una pequeña isla
en Venecia, donde a veces convive con los pescadores.
-Tenemos
ese sistema de no andar nunca en auto; caminamos, caminamos
mucho, también andamos en bicicleta o en moto.
-¿Lleva
equipaje?
-Un
bolsito. No tengo computadora ni celular.
Any Ventura ,
reproducción textual, para
revista@lanacion.com.ar,
Traducciones: María Elena Rey.
Ideas de
vanguardia
Si algo define a
Philippe Starck es su increíble capacidad creativa. "Estoy en
la vanguardia de las ideas, en explorarlas", dice.
Impulsa
obras con cero impacto ambiental, como un hotel en pleno
desierto californiano, un auto, una turbina de viento para
generar energía doméstica y un megayate de 200 metros de
eslora cuyo diseño "armoniza con la naturaleza", según sus
propias palabras.
Starck
lleva tiempo dedicado a otro encargo insólito que le ha hecho
el visionario británico Richard Branson, fundador de Virgin:
la nave comercial Virgin Galactic, destinada a realizar vuelos
espaciales comerciales. Está a cargo de la dirección artística
del vehículo (desde el fuselaje hasta su interior) y de la
imagen del primer aeropuerto espacial privado del mundo.
La idea
política que subyace en su trabajo es, según sus palabras, la
democratización de los objetos de lujo, el acceso masivo a
escenarios y productos usualmente reservados a unos pocos.
Así, además de hoteles top e instalaciones escenográficas, sus
creaciones más famosas incluyen lámparas, sillas (como las
transparentes y orgánicas que hizo para Kartell), teteras,
motos, televisores, cubiertos, grifería, relojes, mesas,
camas, motos, monturas de anteojos, vestidos de mujer, el
archifamoso exprimidor de limones con forma de hombre-araña
(para la firma italiana Alessi), y hasta la lata de un aceite
de oliva (eso sí, el más caro de España).
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