05 de Mayo
de 2009
Don Julio
Un retrato íntimo sobre fútbol y poder
En la intimidad de su oficina, en
la sede de la AFA. El desfile de visitas es incesante Foto:
Diego Goldberg
Grondona está mirando el
cielo parado con las piernas bien abiertas y se toma la boca.
Parece que estuviera quejándose a Dios. Tiene sangre en la
cara y hay gotas de sangre en el suelo. Así se queda quizás
diez segundos. Diez segundos es mucho, mucho tiempo en un
caos; la gente empieza a hacerle preguntas a los gritos.
Grondona sale de a poco de
su estado de trance. Se inclina para que la sangre no le
manche la ropa; toma su pañuelo y se lo lleva a la boca y
habla:
-Pero la pucha...
La voz sale apagada por el
pañuelo y los dientes apretados.
Una pequeña multitud sigue
haciéndole preguntas. Alguien levanta su portafolios del piso.
Grondona responde a la voz de Nélida, su esposa, siempre a
través del pañuelo:
-Y, me caí. Pisé mal.
Está resignado. ¿Estará
asustado? Un golpe así a su edad puede ser mortal.
Yo lo vi caer; venía atrás
de él. Grondona salía de una cena para centenares en una carpa
blanca junto al edificio de la FIFA en Zúrich.
Fue en una salida lateral
donde esperaban grandes autos negros. Tomado del brazo de
Nélida, Grondona comenzó a bajar una escalera corta. De pronto
inició una carrera. Se resbalaba y el instinto se hacía cargo
de su cuerpo: con la carrera buscaba ganarle a la fuerza que
lo tiraba hacia abajo. El peligro era caer sobre los peldaños.
Parecía correr sin pisar los escalones. No era la carrera de
un hombre de muchos años y muchos kilos. Parecía que le ganaba
a la caída. Pero entró de costado en el cemento de la calle y,
por más que extendió un brazo con violencia para enderezar el
cuerpo, cayó sobre la panza.
Varios quisieron levantarlo.
Era demasiado pesado. El pidió, con un gesto brevísimo de la
mano, que lo dejaran; apoyó las manos en el piso como para
hacer flexiones y se levantó solo y rápido.
Ahí se puso a mirar el
cielo.
* * *
Julio Grondona tiene
mucho poder en el fútbol, lo que equivale a decir que tiene
mucho poder. De vez en cuando sale alguna investigación
periodística que revela parte de su riqueza y reabre sospechas
de corrupción. Pero no es apenas su dinero lo que lo convierte
en un hombre reconocido y temido, sino su control de un
territorio inasible y concreto, donde predominan la pasión y
el dinero; el orden depende de dónde le impacte más a uno el
deporte rey: el corazón o el bolsillo.
A Grondona el fútbol le
impacta primero en otro órgano: el órgano del poder. Los
antiguos decían que el hígado controlaba la ira y el corazón
los sentimientos; ¿qué órgano está relacionado con el poder?
El cerebro, seguro... y los genitales, uno está tentado de
decir. El poder es una construcción de la mente, como el sexo.
Primero la mente de uno. Después, la mente de los demás. Y es
una apuesta a futuro, como la soja en el mercado de Chicago.
Vale lo que la mayoría cree que valdrá cuando uno necesite una
ayuda o tema un castigo. El poder es futuro. Y Grondona lo
sigue ejerciendo a los 78 años.
El poder de Grondona es
un poder para conservar las cosas como están. Y es un poder
estable. Hace treinta años que conduce la AFA. ¿Quién ha
durado más que él en un cargo de mucho poder en la Argentina?
Nadie, ni en la política, ni en las organizaciones de la
economía, ni en la cultura.
Por eso lo disimula. Cuando los que ejercen el mayor poder
político andan a los gritos y usan el verdugueo y la ironía,
Grondona sólo levanta la voz o despliega su poder en público
por equivocación. "Soy el vicepresidente del mundo...", dijo
una vez, acosado por periodistas. Seguro que quiso decir: "Soy
el vicepresidente mundial del fútbol", o algo así. Pero
Grondona tiene muchos años, y la edad y el cansancio lo hacen
hablar de profundis.
* * *
El padre de Grondona
-Enrique- era un hombre con poder en Sarandí, satélite de
Avellaneda, llanura pampeana casi libre de edificios en los
años 30. Había salido de un hogar con alcohol y violencia, y
logró poner una ferretería y corralón asociado con un cuñado.
Trabajaba de noche; y de día, en una fábrica de jabón. Sólo
tenía el tercer grado.
-Fue muy prodigioso.
Grondona aún ve a su padre
como lo veía de chico.
-Y era muy querido. Porque
prácticamente el barrio de Sarandí -todo el mundo con su casa
de dos piezas, cocina y baño, todo en chapa y madera-,
prácticamente todo lo hicieron ellos.
La casa paterna no era muy
distinta. En los primeros nueve años de su vida Grondona
durmió en la misma pieza con cinco hermanos. En 1940 su padre
construyó una casa arriba de la ferretería con habitaciones
para todos; negocio y casa sobreviven.
El padre le dio el fútbol.
-Yo lo acompañaba a todos
los partidos de Independiente.
Y le dio seguridad.
-El vivía para nosotros;
había sufrido mucho como hijo. Mi infancia fue muy linda,
"porque" fui el primer hijo de seis. (Las comillas son
nuestras, claro.)
También le dio un motor sin
saberlo.
-Yo lo idolatraba. Iba por
la calle con él: "Chau don Enrique, chau don Enrique". A mí me
quedó como que era el hijo de don Enrique y me propuse en mi
vida, íntimamente, que algún día me dijeran: "No, éste es
Julio". Afortunadamente, lo conseguí.
Amor sí, subordinación no.
Es más que Julio, es Don Julio.
* * *
Grondona está acostado en
una camilla en el austero dispensario de la FIFA en Zúrich.
Dos enfermeras le han limpiado la cara y se ve que sólo tiene
una herida pequeña en la punta de la nariz, un raspón. La
sangre que le manchaba la cara y le ha manchado la camisa era
de alguna venita de dentro de la nariz, dice muy sonriente el
médico suizo. Nélida, pequeña, rubia, mira de lejos con ojos
de angustia, abrazada al portafolios negro de Julio.
Grondona está absorto,
pensativo, bajo la fría luz fluorescente, envuelto en el olor
de un desinfectante. Se le ven los soquetes y un poco de piel
muy blanca. Parece un señor grande y solo en una sala de
primeros auxilios de Sarandí, una noche de mala suerte.
Pero, salvo en sus
pensamientos, no está solo. Angel Villar, presidente de la
Federación Española de Fútbol, está junto a Grondona cuando
suena su celular. Es Blatter, el presidente de la FIFA. No han
pasado cinco minutos de la caída. Villar asegura una y otra
vez que Grondona está bien: nada: un golpe en la nariz. Ningún
hueso. Sí, puede hablar; un momento. Blatter quiere estar
seguro. Acostado, un celular pequeñísimo en la oreja, Grondona
dice:
-No sé, me
resbalé. En serio, estoy bien. No hace falta. No mandes nada.
Grondona
devuelve el celular y comenta con aire de humildad:
-Está
preocupado...
Difícil
saber si se disculpa o se jacta. Mañana es un día muy
importante en la vida de Blatter, y Grondona tiene reservado
un papel irremplazable.
* * *
En enero de 1952 una
tragedia familiar lo puso en su destino. Su padre quedó
hemiplégico por un derrame cerebral y murió cuatro años más
tarde, a los 58.
-Pero después de que se
enfermó él, hasta el día de hoy nunca dejé de estar en el
negocio que teníamos. Nunca, nunca, nunca...
Grondona tenía 20 años.
Estaba haciendo la conscripción y esperaba volver a la
facultad: segundo año de Ingeniería. Pero no volvió. Se hizo
cargo de todo.
-Empecé a agarrar obras de
mucha envergadura. Hice muchísimas frente al Hipódromo de
Palermo. No había edificios ahí. En este país, efectivo no
tenés que tener. Tener algo que lo pises. Ladrillo, tierra.
Se hizo cargo de la familia.
Y formó la propia. Eligió a Nelly, empleada de la ferretería,
posiblemente tomada por Grondona padre. La familia era por
entonces una estructura rígida que daba apoyo para toda la
vida a los que aceptaban las reglas de juego. Y cuando la
familia no alcanzaba o no convenía, se armaban redes de
amistad e intereses con fuerza similar. Hoy, en la época del
managing más sofisticado, Grondona arma así su estructura de
poder y de negocios.
-Lo que sucede es que la
mayoría de los tipos que están al lado mío juegan un papel de
amistad.
Familia y amistad. La
eficiencia debe figurar mucho más abajo en el ranking de
Grondona.
Su estilo de liderazgo
parece hecho a la medida del fútbol, un negocio
multimillonario que comparte la falta de transparencia de
todas las actividades económicas dominadas por un monopolio o
por el acuerdo entre competidores, áreas donde la confianza es
el valor supremo, más que la eficiencia.
El fútbol tiene algo del
Vaticano. Las autoridades tienen una estabilidad garantizada
por renovaciones prácticamente automáticas. Grondona es un
cardenal, el principal de todos. Su enorme peso se explica,
primero, porque tiene la confianza y el apoyo de Blatter, y,
segundo, porque ocupa un lugar crítico: la presidencia de la
Comisión de Finanzas y Marketing, corazón del poder económico
de la FIFA.
* * *
Este capítulo debería
llamarse, precisamente, la amistad y la confianza.
Julio y Nélida llegan
tomados del brazo a una vasta sala de actos en la sede de la
FIFA en Zúrich, la mañana del 31 de mayo de 2007, al día
siguiente de la caída al piso. Allí hay más de 300 delegados
sentados en dos filas de mesas largas con un pasillo al medio.
Es otra gigantesca carpa armada para la ocasión. Tiene dos
pisos -el de arriba es un inmenso balcón- y los dos están
llenos.
Julio trae un traje azul que
la FIFA entrega cada seis meses a sus autoridades, uniforme
opaco que no todos usan porque prefieren ropa de marcas
famosas. Nélida tiene un vestido color crema que combina con
su pelo rubio.
Blatter es el primero en
saludarlo. Petiso, calvo, sonriente, es la contracara de
Grondona; es un ansioso que hace todo rápido. Anoche lo había
llamado al hotel varias veces para preguntar por su estado
después de la caída. Habla un español con acento alemán.
"Hombre, qué susto me has
dado -le dice y lo abraza; tiene que alzarse un poco para
hacerlo-. ¿Estás dispuesto?, ¿puedes hablar?", le pregunta,
todavía abrazado a Grondona. Grondona seguramente ha asentido
porque Blatter exclama: "¡Eres un toro!"
Así como se
había abrazado a Grondona, se desprende velozmente para ir a
otros brazos y otras charlas, previo a la gran ceremonia en la
que debe ser reelegido presidente de la FIFA por aclamación.
La primera vez que lo eligieron fue en 1998, para suceder al
brasileño João Havelange. Hoy tiene 71 años, y es el octavo
presidente de la FIFA.
Havelange se acerca a
Grondona en el pasillo central del congreso, colmado de gente
mayor y lustrosa. Está narigón, ojeroso, inclinado; ha entrado
en la décima década:
"Felicitaciones por las
finanzas. Yo conozco algo de eso", dice con una sonrisa
triste, y luego: "Tienés (sic) que cuidarte..." Era su manera
de decirle que estaba enterado del accidente. Grondona avanza
serio por el pasillo entre las largas mesas. El raspón en la
nariz ha sido disimulado con maquillaje y tiene algodón en la
narina izquierda. "Parezco Piñón Fijo, pero nadie se da
cuenta", había dicho un momento antes.
De pronto, vuelve Blatter,
veloz, serpenteando entre la gente. Teme que se le arruine la
fiesta. Bolivia, Ecuador, Colombia y Perú amenazan con llevar
al recinto su furia por una resolución del comité médico de la
FIFA tomada días atrás: se prohíben los partidos a más de 2500
metros de altura. Eso afecta sobre todo a Bolivia: La Paz está
a casi 4000 metros.
Además de ansiedad hay un
poco de enojo en Blatter:
-¿No presentarán el tema
en el congreso?
A Grondona se le caen las
cejas, tiene cara de disculpas. (Unica vez que le he visto esa
expresión.)
-¡Nooo!
La medida ha sido
promovida por Brasil: comenzó a presionar cuando su selección
perdió por primera vez en La Paz y casi no va al Mundial del
´94, que luego ganó. Grondona debe garantizar que eso no
provoque un escándalo justo ahora.
El tema ya tiene
repercusiones en la política. Evo Morales ha convocado de
urgencia al gabinete y ha organizado una marcha popular. En
voz baja, los cuatro países andinos dicen que no van a jugar
la Copa América.
Vuelve Blatter; el ¡nooo...!
de Grondona no lo ha tranquilizado:
-No podemos permitir que
se trate ahora...
Ahora Grondona responde
ambiguo:
-Yo sostengo la posición
de Brasil...
Un miembro de la
delegación boliviana nos permite ver cómo es sinuoso el
ejercicio del poder en la FIFA:
"Blatter nos pidió
apelar", dice.
Pero Grondona ofrece,
junto con Brasil, dejar el tema en suspenso hasta las
Eliminatorias del Mundial de 2014 y se alcanza un acuerdo;
nada empañará la reelección. Grondona le dice a Blatter:
-No corresponde que el
Comité Ejecutivo trate temas de las comisiones.
Blatter le dice a
Grondona:
-Como siempre, muy
inteligente.
Va a empezar el congreso.
Grondona marcha hacia el escenario con su portafolios negro.
Le duele la pierna izquierda, pero no lo muestra. Las luces de
colores parecen las de un recital. Suena una música triunfal.
Se le acerca Villar, el presidente del fútbol español:
-My chairman,
¿qué hacemos?
-Lo
importante es no hablar..., pero levantar la mano.
Se ríen.
Grondona lo palmea sin mirarlo y sin detenerse.
* * *
Sepp Blatter tiene todo
atado. Pero necesita mucho más que una reelección que todo el
mundo da por segura. Necesita una manifestación pública y
contundente de su poder. Necesita una nueva coronación. Corre
el riesgo de ser procesado.
Aún esta
caliente en Europa un juicio en el que se reveló la existencia
de coimas por casi 100 millones de dólares recibidas por
funcionarios de la FIFA entre 1989 y 2001: eran supuestamente
el precio que ISL, agente comercial de la FIFA, debía pagar
para asegurarse contratos de televisión por 1200 millones de
dólares. Lo dijo en el juicio Christoph Malms, CEO de la
empresa: "Era el estilo del negocio: si no pagábamos, teníamos
que cerrar la compañía".
Seis
funcionarios de ISL fueron absueltos de la causa por fraude.
Tres pagaron multas por malversación. Las coimas no eran
delito en Suiza cuando se pagaron.
Las oficinas
de Blatter fueron allanadas; otro juez logró abrir una nueva
investigación basada en documentos hallados allí, y puede
iniciar un proceso este año.
Por todo
esto Blatter necesita ser coronado hoy. Puede confiar en
Grondona: él le salvó el puesto en 1999, cuando abortó un
golpe contra el recién asumido Blatter al rechazar la oferta
de siete vicepresidentes para que asumiera la presidencia de
la FIFA.
-No es mi
estilo entrar por destitución.
Era un
momento de extrema vulnerabilidad para Blatter: comenzaba el
escándalo de ISL.
Cuestión de
estilo y, posiblemente, de estrategia. Grondona pertenece a
una dinastía iniciada por Havelange: aliado con Adidas, el
brasileño convirtió el fútbol en la maquinaria globalizada que
hoy mueve más de seis mil millones de dólares anuales. Al cabo
de 24 años, Havelange -ya criticado por los contratos con ISL-
puso a Blatter, otro amigo de Adidas, para sucederlo.
-Todo lo que
aprendí, lo aprendí de Havelange.
Havelange
introdujo los grandes negocios en el fútbol e integró a Africa
y Asia, por entonces marginados. Los invitó a Suiza, los
agasajó, les mostró el poder económico de la FIFA. Fueron
votos perennes para él. Grondona, su discípulo, integró los
clubes al gran escenario del fútbol argentino, gestó y
aprovechó sus éxitos internacionales y armó un esquema de
lealtades en la AFA con los recursos de un negocio fortalecido
por los contratos de televisión, los partidos internacionales
y el marketing. Igual que Havelange con ISL. Igual que Blatter
y Adidas con ISL.
* * *
A Grondona se lo acusa de
despotismo, amiguismo y nepotismo; se dice que él se queda con
una parte de los negocios que genera o facilita. Y que para
eso apela al control absoluto que ejerce sobre el fútbol
argentino y a las conexiones que su posición le da. No hay
cuestión importante del fútbol que no pase por él.
Ha sido investigado
muchas veces: lo han investigado jueces que lo usaron como
trampolín para escalar posiciones; lo han investigado para
presionarlo, y también lo han hecho jueces honrados. Hasta
ahora sólo ha surgido que tiene una fortuna importante y que
también la tienen algunos familiares y amigos.
Hay un ambiente impreciso
de gente con poder y sus satélites y parásitos. Su composición
es similar en todas partes: empresarios, políticos, jueces,
periodistas, faranduleros, dirigentes sindicales, deportivos,
etcétera. En ese ambiente, Grondona es un hombre reconocido.
En ese ambiente se
entiende que el poder y aquello que los simples mortales
entienden por corrupción van juntos, porque no hay poder sin
dinero, y gran parte de ese dinero es negro. El poder tiene
dos caras. Una sólo se ve en las víctimas que deja (los más
pobres) y cuando hay una falla en el sistema y estalla un
escándalo: las coimas del Banco Nación, Siemens, Skanska.
Ni hablar de la política,
donde el trabajo de construcción presupone, la mayoría de las
veces, dinero que no se puede mostrar: los líderes asumen el
tema como algo inseparable de la acción política. Algunos lo
hacen con aversión. Otros, con gusto y audacia mientras
pregonan honestidad.
La sociedad tiene una
cara pública, donde la ética y la ley tienen gran presencia. Y
tiene otra, descarnada, donde predominan los instintos: el
ansia de tener, dominar y perdurar. Las dos son verdaderas. La
pública va influyendo sobre la oculta. Hemos avanzado mucho
desde las cavernas.
* * *
La música cesa en el
congreso de la FIFA en Zúrich. Habla Grondona en castellano y
casi todos se ponen los auriculares. Julio Grondona no es un
orador: sus frases no son claras, su voz es profunda y nasal,
con un temblor de flemas. Lo que dirá es más importante que su
estilo. Dirá que los estatutos de la FIFA no prevén qué hacer
cuando hay un solo candidato para presidente. Y propondrá una
elección por aclamación. Se detiene un segundo y pide votar.
Una marea de brazos se alza en el recinto. Los delegados votan
a Blatter de pie y por aclamación. Cómo saber si alguien se
opuso. Blatter, que se había retirado porque había terminado
su período de gobierno, ahora vuelve resplandeciente y veloz
por el pasillo central para asumir su nuevo período de
gobierno. Junto al escenario, su hija y una nieta le entregan
grandes ramos de flores. El los pasa a un asistente; sube una
escalerita y se abraza a Grondona en el escenario. Don Julio
le alza la mano como a un boxeador. Ambos giran a izquierda y
derecha para las cámaras. Ya está. Grondona, el gran elector,
cumplió. Blatter sonríe y sonríe.
* * *
"Grondona maneja la caja"
del fútbol en la Argentina. Lo dice Víctor Hugo Morales.
Grondona ocupa un lugar central en los trabajos del periodista
y relator deportivo.
Dice Morales:
-El no establece un orden por el cual lo ideal
sería darle 20 a Lanús, 18 a Argentinos Juniors, hasta llegar
a darle 2 a Boca, que tiene otro tipo de recursos. El le
presta a quien le parece; le resuelva la vida y después le
impone la gratitud.
Dirigentes amigos de Grondona dicen que es "ingenuo y
erróneo" proponer darles más a los más pequeños: tienen menos
ingresos, pero también menos gastos. "Los grandes necesitan
más, pero también aportan más."
Grondona dice que él ha hecho de ese tipo de préstamos algo
transparente, registrado ante escribano.
Sigue
Morales: "Maneja el Colegio de Arbitros a través de este señor
Romo, puesto por él, que nunca fue árbitro. El arbitraje está
hundido en la desconfianza.
"Punto Gol
es una empresa que inventó él para tercerizar. Allí hay gente
que gana mucho dinero sólo como intermediaria en un aviso que
de todos modos iría a la AFA.
"Y luego
está la firma del contrato a partir del cual la AFA cedió los
derechos de televisación del fútbol argentino. Un negocio
colosal, entregado de manera monopólica y por un período de
tiempo que no tiene precedente en el fútbol mundial.
"Por
supuesto que esto se compadece con el crecimiento patrimonial
extraordinario que (Grondona) ha tenido.
Morales es pesimista:
"Un día tendré que cruzarme
con la estatua de Grondona. Cuando muera, si yo estoy vivo,
voy a tener muchas más limitaciones, por respeto por el que
muere... Poco a poco se esfumará todo lo que ha sido, y será
llevado en andas..."
* * *
El hecho de que muy pocos
quieran exponerse a hablar dice mucho del mundo del fútbol. Un
empresario vinculado con Grondona opina, también off the
record :
-Grondona entendió el negocio del fútbol mejor que cualquier
otro dirigente. ¿Se queda con algo? Nadie lo puede decir. Lo
que sí, él es el único que podía lograr todo lo que tiene hoy
el fútbol. Y gracias a él en el fútbol hay códigos. Vos
arreglás algo con él y él te cumple.
-El fútbol argentino podría tener clubes más sólidos, menos
hinchas muertos, etcétera.
El empresario que admira a Grondona sonríe; sostiene que otros
dirigentes hubieran llevado el fútbol a un desastre: "Mirá lo
que pasó en la política y en la economía: corruptos y además
inútiles. Grondona hace 30 años que está, y en el fútbol somos
los segundos del mundo".
* * *
Muchas actividades del fútbol, el deporte con más público,
están envueltas en el secreto: la compra y venta de jugadores,
por ejemplo, uno de sus negocios más importantes.
Un legislador habla del tema off the record . Cuenta
que un proyecto de ley para regular ese negocio está
agonizando en el Senado luego de un "intento de eliminación"
en Diputados. El proyecto impone un registro de las
operaciones y de los responsables para evitar evasión de
impuestos y lavado de dinero. Aprobado en Diputados,
desapareció camino al Senado. Alberto Balestrini, por entonces
presidente de la Cámara de Diputados, dijo (hay versión
taquigráfica) que "por un error involuntario administrativo"
el proyecto enviado al Senado no era el aprobado, sino otro.
Este "proyecto trucho", ahora eliminado, dejaba espacios para
que las ventas de jugadores eludieran el registro, dice el
legislador.
-Nadie controla a Grondona ni a la AFA, y los dirigentes que
no están de acuerdo terminan pactando porque, si no, quedan
afuera y ponen en riesgo a sus clubes.
Dirigentes de fútbol (igual que algunos DT y barrabravas) son
dueños informales de jugadores. ¿Cómo esperar que apoyen una
AFA que reduzca su negocio o lo impida?
* * *
Al fútbol lo protege el lugar que ocupa en la sociedad, el
lugar de los afectos y emociones más hondos. Es la tribu y el
territorio, la familia y la patria, el combate y la
posibilidad de la victoria. El fútbol permite que uno
fortalezca su delgada identidad creando enemigos odiables y
peligrosos, pero compartidos por muchísimos. Es un alivio
temporario de la indefensión, un sucedáneo de la seguridad y
un remedio contra el infortunio y el vacío de vivir. El fútbol
es una felicidad alcanzable.
Los
dirigentes del fútbol flotan sobre esta espuma de poder. Los
políticos necesitan del fútbol y de esos dirigentes. El fútbol
ayuda a neutralizar un rato el odio que produce sufrir pobreza
e injusticia. Inversamente, cualquier estadio puede
convertirse en una caja de resonancia peligrosa contra el
ajuste, contra la inflación o contra un funcionario. Un
estadio repleto vociferando insultos es una pesadilla.
Quizá por
eso Kirchner parece temerle a Grondona. Cuando necesita algo
manda un emisario. No quiere reunirse con él, pese a los
pedidos indirectos que le llegaban de Grondona hasta fines del
año pasado.
* * *
Los derechos
de televisación del fútbol son el otro gran negocio en todo el
mundo. Algunos, como Víctor Hugo Morales, piden que los
derechos del fútbol sean licitados, para garantizar
transparencia, "como en otros lugares del mundo". Eso no
ocurre donde más dinero hay: en la FIFA, el Comité Olímpico,
la Federación Internacional de Tenis.
El periodista deportivo Ezequiel Fernández Moores dice que
lo propio de la Argentina es que el fútbol se vende en un
paquete cerrado; en cambio, en otros países se venden
distintos productos a distintas empresas y así se obtiene
mejor precio.
A nivel local, el acuerdo entre Grondona y TyC está rodeado de
reserva y controversia. Comenzó en 1985 y se ha ido
actualizando. En los años 80 el negocio del fútbol era ínfimo
comparado con lo que es hoy. Grondona dice que por entonces él
no previó el gigantesco desarrollo de la TV por cable: "El
error que existe acá es que la AFA no tiene ninguna cláusula
donde diga: si somos socios, vos no podés tener cable
".
Se queja de que el grupo Clarín, a través de la empresa
Trisa, sea al mismo tiempo socio de la AFA, vendedor de los
derechos del fútbol, y de la empresa que le compra a la AFA
esos derechos; que esté a ambos lados del mostrador y se
beneficie de eso.
Grondona sostiene que la AFA recibe este año "210-220 millones
de pesos". Un directivo muy alto de TyC dice, off the
record , que son 250 millones; otro, de Trisa, no quiere
precisar una cifra. El hombre de TyC se defiende: "Es un
acuerdo privado, no tiene por qué salir en la tapa de La
Nacion, pero todos los miembros de la mesa ejecutiva de la AFA
lo conocen", aunque algunos lo nieguen.
¿Ciento ochenta o doscientos cincuenta millones de pesos
anuales son cifras realistas?
Una manera de establecerlo es sabiendo cuánto estarían
dispuestos a pagar eventuales competidores. Para eso habría
que esperar hasta 2014, si es que entonces surgen nuevos
actores. Hasta la última renegociación, en 2007, la AFA venía
recibiendo entre noventa y ciento veinte millones de pesos,
según las fuentes. La comparación entre las viejas y las
nuevas cifras son un problema para Grondona. Lo dijo así a
fines del año pasado:
-Estábamos en 90 y fuimos a 180; quiere decir que hubo
algún error muy burdo.
-Eso se le critica. Dicen: "Cómo aguantó tanto
tiempo".
-Lamentablemente, no saben que no voy yo solo. Yo soy el
último que firma porque van los clubes a pelear. Son ellos los
que van a pelear. Y con la pelea de ellos se benefician los
demás. No se pueden quejar porque antes se les daba sólo la
primera división y ahora es mucho más.
-Se dice que usted recibe algún beneficio
personal por fuera del contrato...
-¿Podría estar 30 años
apoyado por todos unánimemente? ¿Estaría acá sentado con vos?
Nada más... También puedo tener negocios con Adidas, que está
desde el año ´74, puedo tener negocios con Coca-Cola, con
Repsol. La mayoría de los que piensan mal es porque no han
tenido la oportunidad de estar.
Habla pausado; suena como
un hombre del interior bonaerense, tranquilo y sentencioso;
alarga las vocales, pone los acentos con fuerza. Quizás algo
queda en él del Sarandí de su infancia, un suburbio de
chacras:
-Yo no le pregunto nada
en este sentido a la gente: qué es lo que hace y lo que deja
de hacer. Miro qué hizo. Nada más...
Así le gustaría que se
analizara su gestión. Sigue:
-Vayan a Ezeiza y vean lo
que es mantener en estos años Nacional B, Primera B y C,
fútbol femenino, infantil, fútbol playa, el fútbol del
interior, Argentino A y B. Yo de mi casa no llevé plata, ¿eh?
Quiere decir que es todo
fruto del dinero del mismo fútbol, bien administrado por él.
Sigue, tranquilo:
-Porque estar toda una
vida, con 78 años en el mismo lugar, con la misma gente, poder
mirarlos a los ojos. No me fui nunca de mi país; siempre lo
que trabajé yo y mis hijos (fue) en mi país. No hay cuentas en
el exterior. No hay cuentas en ningún lado. Tuve 23
allanamientos por un anónimo: que había malversado fondos y
que tenía un montón de propiedades a nombre mío y a nombre de
parientes y de otros.
Grondona fue investigado
durante dos años y sobreseído.
Directivos de Trisa y TyC
niegan la posibilidad de que Grondona reciba de esas empresas
compensaciones irregulares por los contratos de televisión;
sostienen que cuentan con auditores internacionales que lo
garantizan.
* * *
-A los 80 me voy para
Arsenal.
Quiere decir que abandona la
AFA. Es la segunda vez que lo dice en 30 años.
Grondona cumple ochenta años
en 2011, justo cuando completa su octavo período consecutivo
como presidente.
-No sé, pero muchas veces,
sin darme cuenta, estoy un paso adelante. Siempre pienso en lo
que puede ser, en lo que puede venir. Lo imposible ni lo
intento. Lo posible, me voy a matar por conseguirlo.
Recuerdo ahora a Grondona un
año antes, en el bar de un hotel en Basilea, abstraído,
rodeado de dirigentes de fútbol que hablaban a los gritos
antes de un amistoso con el seleccionado suizo. Había
enrollado una revista y la usaba como un largavista. Miré a su
esposa interrogándola. "Cuando hace eso es porque está
pensando algo", dijo.
Tal vez fue
en las tardes de su tambo en Brandsen, rodeado de sus hijos,
nietos y bisnietos, donde planeó su salida de la AFA. Todo
empezó cuando le renunció Basile a la Selección. Hubo muchos
candidatos de entrada, pero prevalecía Bianchi en las
desconfiables encuestas de Internet.
Bianchi y
Don Julio no se tienen simpatía. Tampoco le tienen simpatía a
Bianchi los hijos de Grondona, Julito y Humberto. El primero
es presidente de Arsenal. El segundo fue técnico de distintos
equipos. Ellos propusieron al único candidato que podía
competir con Bianchi: Diego Armando Maradona. Y para compensar
el riesgo Maradona , la experiencia de Bilardo.
-Algunos dijeron que es la selección de los Grondona porque
yo hablé con mi hijo. ¿Voy a ir a hablar con quién? ¿Con el
cura párroco?
Allí debe de haber concebido Grondona su
jugada. Humberto ingresa en el Seleccionado junto a Maradona y
Bilardo. La Argentina gana el Mundial de Sudáfrica y, con un
poco del oro del triunfo familiar en la solapa, Julito,
presidente de Arsenal, pasa a la AFA; un año después reemplaza
a su padre en la presidencia. ¿Quién le diría que no a Don
Julio victorioso? Grondona se va, pero garantiza desde Zúrich,
en la vicepresidencia vitalicia de la FIFA, la solidez de su
sucesión y su propia influencia en la Argentina.
-Bilardo me lo pidió a
Humberto para colaborar con él en la parte organizativa.
La jugada fue expuesta como
hipótesis por Fernández Moores en su columna de La Nacion en
diciembre pasado.
-Como Kirchner poniendo a Cristina...
-Bajo ningún punto de vista
busco dispensar, hacer una jugada para que pase eso.
* * *
Entre aquella última charla
y hoy ha pasado el verano y se ha instalado el otoño. También
se produjo el 6 a 1 con Bolivia. El supuesto proyecto de
Grondona apenas empezó a andar y ya se ve que, en todo caso,
no va a ser fácil.
Grondona ha recurrido a la
misma dupla que le dio el mayor triunfo de su gestión, el
Mundial del ?86. Pero en aquella dupla estaban bien claros los
roles. En ésta, Maradona no juega y Bilardo no es el técnico.
Diego no lo tiene en cuenta.
"Tres P: paz, paciencia y
pelotas." Dice Grondona que éste es su lema ahora. Paz no
parece tener; más bien se lo ve siempre controlando su bronca.
Paciencia, la ha mostrado en treinta años de buenas y malas;
la va a necesitar en la búsqueda del título mundial atado al
impredecible Maradona. Cada derrota va a ser agigantada por el
dramatismo propio de los porteños (ya lo vimos) y por las
desmesuradas expectativas puestas por todo el país en otro
líder prodigioso, Diego, que debería salvarnos, aunque sea en
el fútbol.
La audacia y la resistencia
-la tercera P- le hicieron falta para pasar del corralón de
Sarandí, aquel ámbito familiar y protegido donde pequeñas
transacciones se acordaban con un apretón de manos, a las
oficinas de Zúrich, donde un arreglo oculto por más de mil
millones puede terminar en un juzgado. Del comité radical de
Crucecita, un barrio de Avellaneda donde iba con su padre, a
los centros de poder de la Argentina, adonde llegó solo.
* * *
Julio Grondona va en auto
con su chofer por la avenida Mitre. Acepta los vidrios
polarizados, pero no quiere custodia. La luz fuerte y vertical
del verano achata aún más el paisaje de Sarandí. Casas bajas
de los años 20 alternadas con departamentos de terminación
barata. Hay muchos grafitis y carteles desteñidos. No hay
ningún esplendor: del bulevar del tranvía sólo quedan unos
plátanos altos. Grondona ya no vive aquí, sino en Puerto
Madero. Viene todos los días a la vieja casa materna, al
corralón y ferretería, y a la estación de servicio de la
familia.
El auto entra en la estación
cerca del viejo puente ferroviario. Grondona camina entre
autos estacionados, de saco azul, bajo el sol. Aquí viene casi
todas las tardes temprano antes de ir a la AFA. Entra por el
bar o por otra puerta poco visible, junto al baño de hombres.
Lo esperan siempre su hijo Julito y algunos dirigentes muy
cercanos. Se reúne con ellos en un cuarto con mesa de fórmica
y sin luz natural donde circula un café recalentado. Allí
recibe información y da indicaciones. A veces se queda solo,
leyendo papeles.
Gente cercana a él dice que
sufrió mucho la muerte de su mamá, en marzo.
Hoy tiene 78 años. A una
edad en que muchos empiezan a despedirse de la vida, él planea
un futuro largo -su madre vivió 102 años-. Como un monarca,
tiene planes para cuando él ya no exista: quiere dejar una
dinastía.
Es una jugada difícil. Pero,
como todos los hombres y mujeres del poder, está condenado a
seguir adelante. En el poder, parar es retroceder y retroceder
es perder. Y perder es peligroso, tan peligroso como caerse al
piso para un hombre que está cerca de los 80.
Julito sale a
recibirlo en la puerta del bar de la estación de servicio. Le
dice algo al oído. Un grupo espera a respetuosa distancia.
Reproducción textual de la nota en el diario la
Nación del periodista Roberto Guareschi.
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