21 de
Agosto
de 2007 Tienen 11 y 12 años, crearon un fertilizante
y representaron al país en Sudáfrica.
Rodrigo Lavigne y Bruno Sack son alumnos de una escuela rural
de La Pampa, donde no hay Internet ni teléfono fijo. Pero
estimulados por su maestra desarrollaron un proyecto
científico que fue premiado por la Secretaría de Ciencia y
Tecnología con un viaje a Sudáfrica. Allí expusieron su
trabajo sobre un nuevo fertilizante para huertas en una
expociencia internacional. PERFIL los entrevistó a su regreso,
durante su paso por Buenos Aires. Un Día del Niño diferente.
La ciencia no es sólo cosa de grandes: Rodrigo Lavigne y Bruno
Sack, de 11 y 12 años, pueden demostrarlo. Junto a sus
compañeros y su maestra de la escuela rural Nº 146 de La Pampa
estudiaron durante cinco años cómo hacer más fértil el suelo
de su pueblo. Y como descifraron el acertijo, fueron premiados
con un viaje a una exposición internacional de ciencias para
niños realizada el mes pasado en Sudáfrica (ver recuadro).
Allí, conocieron a sus pares “cientifiquitos” de todo el
mundo. Y expusieron su trabajo, que demuestra que la arena de
duna mezclada con un lombricompuesto –se obtiene a partir de
una lombriz llamada “californiana”– rinde como fertilizante de
alta calidad. Ahora, planean ayudar a hacer más productivas
las huertas de su pueblo, Ingeniero Foster, que queda a 200 km
de la ciudad de Neuquén.
Investigación.
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Recién llegados de Durban, la ciudad africana donde se hizo
la 11ª Expociencia Internacional 2007, Rodrigo, Bruno y la
maestra Andrea de Aureli (también es la directora de la
escuela) hablaron con PERFIL en su paso por Buenos Aires. “En
2006 conseguimos el tercer puesto en la Feria Nacional de
Ciencia y Tecnología Juvenil que se hizo en Salta. Los
primeros cinco lugares tenían la oportunidad de viajar a la
Feria Mundial de Ciencia de ese año en los Estados Unidos,
pero por la baja edad de los chicos el viaje no se pudo
concretar”, contó De Aureli, quien dirigió el proyecto.
Finalmente tuvieron la revancha y fueron seleccionados por la
Secretaría de Ciencia y Tecnología para viajar a la
Expociencia Internacional 2007.
Todo comenzó hace más de seis años, cuando De Aureli
propuso hacer el proyecto “No tiremos, reciclemos”. La idea
era separar los residuos para usar el material orgánico en su
huerta. “Pero nos dimos cuenta de que no crecían nuestros
vegetales”, contó la maestra. Fue así como comenzaron el
proyecto de investigación “Mejorando nuestro suelo”, en el
cual participaron todos los alumnos (en total, unos 30). En
2001, presentaron los primeros resultados en la Feria Nacional
de Ciencias. Aunque obtuvieron una baja calificación, no se
dieron por vencidos y perfeccionaron los experimentos. El año
pasado, tanto esfuerzo tuvo sus frutos: el jurado los calificó
con 95 puntos sobre 100.
Premio.
¿Qué fue lo que demostraron con su trabajo? Rodrigo, el más
chico de los dos representantes de todo el equipo, explicó:
“Vimos que el suelo tenía dos problemas: uno físico, que
consistía en que la textura poco permeable no permitía pasar
el agua y el aire; y uno químico, que era que no tenía el
material orgánico necesario para la huerta”. Su compañero,
Bruno, completó: “Para ver cómo podíamos resolverlos, probamos
diferentes mezclas en almácigas donde sembramos lechuga”.
Luego de varios intentos, comprobaron que la mezcla de arena
de duna y el lombricompuesto mejoraba el suelo.
En Sudáfrica, los chicos expusieron su trabajo ante niños
de todo el mundo; intercambiaron “pins” y banderas y también
tuvieron tiempo para conocer la fauna africana. Una vez de
regreso, aseguraron a este diario que ya saben qué quieren
estudiar cuando sean grandes: veterinaria o agronomía. Su
maestra, quien además es mamá de Bruno, está feliz. Y ellos,
que hasta escucharon hablar en zulú, vuelven a su pueblo con
una sonrisa gigante.
La ciencia, en talle chico
El viaje de los “científicos más pequeños del país” a la
Expociencia Internacional 2007 que se hizo en Sudáfrica estuvo
financiado por la Secretaría de Ciencia y Tecnología (SECyT).
“Fue para reconocer su trabajo, y porque seguían en orden de
mérito: ellos consiguieron el tercer puesto el año pasado en
la Feria Nacional de Ciencias que se hizo en Salta, y los
demás chicos, que son más grandes, ya tuvieron viajes”, dijo a
PERFIL María Cristina Alvarez, coordinadora del área de
Actividades Científicas y Tecnológicas Juveniles de la SECyT.
Y relató una anécdota: “Cuando consulté con el secretario
de Ciencia, Tulio del Bono, sobre este viaje a Sudáfrica, él
se preocupó por los trámites que debíamos completar por sus
edades. Le respondí que los chicos de secundaria también deben
tener un permiso de los padres, y que lo bueno de que se
premie a alumnos tan chicos es que siguen en el sistema
educativo unos años más para seguir trabajando con ellos”.
Además, Alvarez destacó la importancia de motivar a otros
alumnos del país. Claro está, la ciencia también viene en
talle chico. Laura Garcia Oviedo,
para revista Noticias
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