20 de Julio de 2009
La corrupción
La corrupción es como
el aire acondicionado: sólo advertimos el ruido cuando
empieza, luego nos acostumbramos a él. La corrupción es, en
realidad, la línea de tolerancia de una enfermedad humana
imposible de erradicar.
![](http://www.saltanoticiassalta.com/UserFiles/Image/cristina%20y%20nestor.jpg)
Por eso crece y se expande en la impunidad: crece cuando
dejamos de considerarla como tal. Cuando quien roba lo hace
para “la Corona”, el robo encuentra su justificativo. Cuando
alguien roba moderadamente en el país de las exageraciones, el
robo ya no parece lo que es. El “roban pero hacen” es el mejor
ejemplo de esa condena: el esclavo explicando sus grilletes.
Días atrás, en pleno escándalo por la declaración jurada de
los presidentes, casi llegaron a expresarlo así en un patético
programa de Canal 5,6,7: les faltó decir “roban pero lo
declaran”.
La Presidenta formal y el presidente en retiro expectante
presentaron, en el límite de vencimiento del plazo legal,
una declaración de bienes más parecida a la confesión de un
testigo protegido que a una exigencia del cargo.
¿No hay contadores en Santa Cruz? ¿No tenían a mano una
calculadora? Nada de eso: saben que esas cuentas serán
discutidas en Comodoro Py, y entonces no se tratará de
matemáticas sino de física: presión aplicada a un juez. Las
causas por enriquecimiento ilícito K que tramitaron ante
Ercolini y Canicoba Corral ya tuvieron un final feliz; la que
investiga la compra irregular de terrenos en El Calafate está
bajo la órbita de una sobrina presidencial, la fiscal Romina
Mercado, en el expediente: “El Estado Argentino contra el tío
y la tía”. No importa tanto, entonces, que no les den las
cuentas. La hija de Alicia Kirchner y Armando “Bombón” Mercado
es, además, juez y parte: recibió 10.060 metros cuadrados de
tierras fiscales subvaluadas con destino a una chacra.
El escándalo de las tierras fue publicado por primera vez en
PERFIL el 17 de diciembre de 2006, con facsímiles de gran
parte de las escrituras y los decretos autorizando las
operaciones: pocas horas después manteníamos
en Radio del Plata un diálogo insólito con el intendente
Néstor Méndez:
—Usted me pregunta eso porque usted es opositor –me dijo
Méndez, exaltado, por teléfono.
—También yo le podría decir que acá de usted se dice que es
homosexual –atacó.
—Sí, Méndez. Yo soy homosexual –le dije entre risas–. ¡Ahora
explíquenos usted por qué es chorro!
Al ex chofer del Hospital Distrital Formenti, tres veces
reelecto como intendente de El Calafate, aquella nota le costó
su cuarta reelección y un operístico reto de Cristina. Pero
nada del fondo cambió: las tierras compradas a 7,50 pesos
fueron vendidas a 120 pesos. Así los presidentes, por ejemplo,
pudieron vender un terreno adquirido en 50 mil dólares a
Cencosud, la empresa de los supermercados Fisco, en dos
millones y medio de dólares.
¿Y si Néstor es Henry Ford redivivo? –preguntará Página/12.
¿Y si su habilidad para los negocios es tal que no sólo
amasó su fortuna ejecutando hipotecas de viejitos desvalidos
sino también previendo las fluctuaciones del mercado
inmobiliario? El problema es que se violaron las ordenanzas
vigentes, en todos los casos: las tierras fueron entregadas
sin proceso de licitación alguno, en superficies que triplican
la extensión que se entrega a vecinos comunes y tres mil
pedidos de ciudadanos quedaron pendientes de aprobación
municipal.
El patrimonio del matrimonio pasó, en un año, de 18 millones a
46, elevándose un 158,2%, triplicaron sus depósitos bancarios
y crearon dos empresas hoteleras que, según la declaración,
logran ingresos con ocupación plena durante todo el año y
turistas que comen dos desayunos y gastan fortunas en room
service. Eso sí, los K no pasarían el Juego de los
Matrimonios: para la declaración de Cristina, el 45% de
Hotesur vale 371.232 pesos, pero para Néstor, el mismo 45% de
la misma Hotesur vale 1.941.632, cinco veces más.
Por impunidad, error,
trampas del inconsciente o exceso de confianza, los Kirchner
confesaron un delito. ¿Será posible que ningún juez quiera
escucharlo?
Jorge
Lanata, en su columna del diario Perfil. |