La Biblioteca Nacional pide auxilio financiero para funcionar
El director, Horacio Salas, afirma que así no puede preservar la memoria cultural del país 
Tiene todo el presupuesto comprometido 
No puede completar el inventario

 
Hace cinco años recibía US$ 12.000.000 y hoy se maneja con menos de $ 7.000.000
 
Salas peregrina -acompañado por el subdirector del organismo, Jorge Landaburu- del BID al Congreso, de la Secretaría de Cultura a otros despachos oficiales, para exponer la difícil situación financiera de la Biblioteca, que a esta altura del año ya tiene comprometido todo el presupuesto. 
 
En cada repartición oficial, Salas y Landaburu se prodigan en la tarea de pedir fondos extra y persuadir a quien corresponda de que hasta el personal se encuentra en una delicada situación salarial, lo que aumenta sus problemas de salud psíquica. 
 
Entre lo pendiente se encuentra la microfilmación de libros y documentos valiosos, que, según Salas, sólo se hizo en un 2 % pese a que corre la versión de que hay un 80% microfilmado. Otro asunto de imperiosa resolución es el inventario y la catalogación de libros, que aún no se completó. "A raíz de ello, de 700.000 volúmenes, sólo está accesible al público el 20% que ha sido inventariado y registrado", comentó Landaburu. 
 
La mapoteca y el tesoro se encuentran actualmente intervenidos y cerrados al público, mientras a paso de hombre se registra todo el material existente, luego del grave incidente del año último, cuando un supuesto investigador fue sorprendido con valiosos mapas antiguos entre sus ropas. A raíz de la sustracción, se hizo una investigación que detectó aproximadamente 700 mapas faltantes, es decir, robados. 
 
Así las cosas, con la colaboración inestimable de muchos de los bibliotecarios que trabajan en las "catacumbas" del organismo, ya en la gestión de Silvio Maresca -lo que continúa en la de Salas- se procedió a limpiar y ordenar los depósitos de la institución para iniciar luego el inventario de los volúmenes. "Estamos en condiciones de hacerlo de aquí en adelante. Sólo cuando ese registro esté listo, se podrá empezar a inventariar hacia atrás." 
 
La ausencia de inventario y catalogación es un asunto muy grave en la Biblioteca Nacional, pues, como dice Landaburu, "libro no catalogado es libro no accesible". Lo que se deduce de las palabras del subdirector es que lo que no está disponible es como si no estuviera, sin que nadie lo note. Salas señaló que el asunto ha determinado a las editoriales a "no cumplir o cumplir de tanto en tanto" con el depósito legal de nuevos títulos en el organismo. 
 
"Es fundamental que los argentinos entiendan que la Biblioteca Nacional no es un depósito polvoriento de libros, sino que es la memoria cultural de la Argentina. No es sólo un lugar para ratas de biblioteca , sino un legado obligatorio que tenemos que preservar porque las generaciones futuras nos lo van a reclamar". 
 
Fuente diario NACION