25 de julio de 2007
"Para el
que ha marcado las barajas
y recibe
siempre la mejor
con el as
de espadas nos domina
y con el
de bastos entra a dar y dar y dar..."
[Marcha
de la bronca – Pedro y Pablo, 1970]
ÍNDICE
1.
Introducción
2. El
mundo
3. La
universidad en el peronismo
4. La
universidad en la Revolución Libertadora
5. La
universidad hasta 1966
6. La
universidad en la Revolución Argentina
7. La
noche de los bastones largos
7.1. Las causas
7.2. Los hechos
7.3. Las consecuencias
7.4. La repercusión
7.4.1. En el país
7.4.2. En el exterior
8. La
universidad hasta 1976
9. La
universidad en el Proceso
10. La
universidad hoy
11.
Conclusión
12.
Bibliografía
1. INTRODUCCIÓN
Quien bautizó a los hechos ocurridos el 29 de Julio de 1966
como 'La noche de los bastones largos' fue el periodista
Sergio Morero. Entonces trabajaba para la revista Primera
Plana, a pocas cuadras de la facultad de Ciencias Exactas,
escribiendo columnas sobre lo que acontecía en la universidad.
Al escuchar sirenas y gritos en Exactas, corrió hacia el lugar
de los hechos. "Vi cuando la Guardía de infantería, cuerpo
especializado de la Policía Federal, entraba en Exactas,
armada con sus bastones largos, rompiendo los vidrios de las
puertas, pisándolos luego con sus borceguíes para hacer más
impresionante el brutal allanamiento [...] mientras
vociferaban: '¡Salgan, comunistas hijos de mierda! ¡Judíos,
hijos de puta!'. Quienes salieron, con los brazos en alto,
fueron alumnos y profesores, armados hasta los dientes con
lápices, libros, apuntes, cajas de compases y reglas de
cálculos. Los hicieron desfilar entre una doble fila integrada
por los valientes 'defensores del orden', y los molieron
metódicamente a palos antes de llevárselos, detenidos y
heridos, en los camiones celulares estacionados de culata a lo
largo de la calle Perú", relata en su libro La Noche de los
Bastones Largos.
Cuando
regresó a la redacción para traducir en un artículo lo que
había presenciado, le pareció que lo que había visto había
sido similar a la noche de los cuchillos largos de Noviembre
de 1938 cuando en Alemania los amigos de Adolf Hitler
resolvieron sus diferencias políticas. A raíz de esa
asociación bautizó a su nota 'La noche de los bastones
largos'. Los demás medios tomaron prestada esa
denominación, y se convirtió en el 'nombre oficial' del
episodio. También se la suele llamar 'Operación Escarmiento',
nombre que, se dice, era el que se le daba entre los militares
y la policía; operación, por el carácter premeditado de la
violencia que tuvo lugar esa noche, y escarmiento, por su
misión de disciplinar. Según el Diccionario de uso de
español actual, la palabra significa: "Enseñanza que se
extrae de errores ajenos o pasados y que sirve de advertencia
para evitar repetirlos". Además quiere decir "castigo que se
da a una persona por los errores o faltas cometidos para
evitar que los repita". Etimológicamente, proviene del antiguo
'escarnir', hacer burla de otro.
¿Castigo
por qué? ¿Qué se trató de enseñar? Mi propuesta es, a través
de este trabajo de investigación, responder esas interrogantes
y descubrir qué enseñanza se intentó impartir por medio de La
Noche de los Bastones Largos, y qué considero que en realidad
deberíamos aprender.
2. EL MUNDO
Durante el
período comprendido entre 1955 y 1970, las personas alrededor
del mundo se acercaron debido a la masificación de los medios
de comunicación, que proponían nuevos esquemas de vida y
modelos a imitar. En forma de imágenes, textos y sonido
llegaban a todo el mundo las figuras de Marilyn Monroe, Sofía
Loren, Brigitte Bardot, las ideas de Fidel Castro, el Che
Guevara, Mao Tse-tung, el presidente Kennedy, De Gaulle, la
realidad mundial, la fricción entre naciones, los movimientos
revolucionarios. Las movilizaciones estudiantiles y la
preocupación de los universitarios por defender la autonomía
de su institución en Argentina datan de principios de siglo,
pero se considera que además la difusión de numerosos hitos de
la historia mundial que tuvieron lugar en esta época tuvieron
notable influencia en lo acontecido durante el período en el
plano estudiantil, agilizando la resistencia y la
contestación, como también las actitudes represoras del
gobierno.
Uno de
ellos fue el Mayo Francés. En un manifiesto dado a conocer en
dicho mes de 1968, los universitarios franceses reclamaron una
universidad totalmente independiente de cualquier poder
político, generadora de debates y tolerante de las opiniones
de las minorías. Exigieron que estos principios fueran
respetados, como también el derecho a autogestionarse y a
recibir un presupuesto considerable que fuera suficiente para
el mantenimiento y desarrollo de la institución. Al igual que
la Reforma Universitaria de 1918, el manifiesto solicitaba la
elección de profesores por concurso, en base a su capacidad y
desempeño. Los generadores de estos reclamos eran grupos
juveniles de inspiración anarquista, trotksista y maoísta que
se oponían al capitalismo y el consumismo regentes en la
sociedad. En la facultad de Letras y Humanidades de la
Universidad de Nanterre se proclamó que la universidad debía
convertirse en un centro de revolución contra la sociedad de
consumo y procedieron a ocupar el establecimiento. Este fue
clausurado a finales de abril, y la ocupación se trasladó a
Sorbona. La policía intervino, violando la autonomía de la
universidad. A raíz de esto hubo huelgas, revueltas y
barricadas de estudiantes, obreros y profesores que fueron
violentamente reprimidas por los civiles. Lo particular del
hecho fue la unión de obreros y estudiantes, similar a la que
tuvo lugar en 1969 en la provincia de Córdoba, Argentina.
Probablemente el Mayo Francés sirvió de antecedente del
Cordobazo. Finalmente el gobierno de Francia llegó a un
acuerdo con estudiantes y obreros, pero no hubo grandes
modificaciones en el autoritario sistema gaullista. Sin
embargo, hubo importantes transformaciones en el
comportamiento de la sociedad: se introdujeron nuevos valores,
la mujer ganó reconocimiento, se disminuyó el autoritarismo en
la enseñanza y se democratizaron las relaciones sociales y
generacionales. En palabras del filósofo
germano-norteamericano Herbert Marcuse: "Es al mismo tiempo
una rebelión moral, política y sexual. Una rebelión total. Su
origen está en lo profundo del individuo. Estos jóvenes no
creen en los valores de un sistema que trata de uniformar y
absorber todo. Para vivir una existencia gobernada por los
instintos vitales finalmente liberados, los jóvenes están
dispuestos a sacrificar muchos beneficios materiales. Estos
jóvenes personifican ya al nuevo tipo de hombre, al nuevo
Adán".
La
oposición de estudiantes norteamericanos a la guerra de
Vietnam sirvió también de modelo a los universitarios
argentinos. En octubre de 1965 más de 100 mil estudiantes
estadounidenses formaron parte del "Vietnam Day", en el que se
pronunciaron en contra de la intervención. Ese mismo año ya
había tenido lugar una manifestación masiva de protesta contra
la guerra, organizada por la agrupación Students for a
Democratic Society. Se contagiaron asimismo las universidades
europeas, como ser las de París, que el 28 de Noviembre de
1966 celebraron 'las seis horas con Vietnam', en un comité
presenciado por Jean Paul Sartre. Estas movilizaciones dieron
lugar a la creación de grupos izquierdistas entre la juventud
universitaria.
Del mismo
modo, la corta pero significativa Primavera de Praga de 1968
pudo haber servido de antecedente de hechos ocurridos en
nuestro país. Luego de largos años bajo el régimen rígido de
Novotný, con la asunción del mandatario de tendencia
socialista Alexander Dubcek a la presidencia de
Checoslovaquia, el pueblo había tenido acceso a la libertad de
expresión, la libertad de prensa, el pluralismo y la
democracia. Pero el 20 de Agosto de ese mismo año, las fuerzas
de la Unión Soviética, disconformes con las transformaciones
introducidas por Dubcek, decidieron intervenir: entraron a la
capital y, si bien el pueblo opuso una resistencia pacífica,
hubo decenas de muertos, principalmente jóvenes. A pesar de
esto y de la represión que vino después, los valores que
durante esos meses adquirió el pueblo checo no pudieron ser
desarraigados, e hicieron eco en otros países del mundo, que
habían visto la liberación en manos de Dubcek con la misma
ilusión que el pueblo de Checoslovaquia.
En los
sesenta la juventud alrededor del mundo se globalizó. Los
adolescentes se fragmentaron en 'tribus urbanas', de acuerdo
con sus ideas políticas y la música que escuchaban. En
contraste a la década del 50, la Argentina y el mundo se
caracterizaron por la actitud crítica, provocativa y
contestataria de sus jóvenes, su conciencia social, la
utilización de las ideologías y la música como refugio, escudo
y principal medio de expresión. Los jóvenes eligieron los
componentes de su identidad para diferenciarse del mundo
adulto caracterizado por el consumismo, la formalidad, la
rigidez, la indiferencia hacia los asuntos políticos y otros
valores que consideraban arcaicos y reprochables. Decía la
canción 'Que sea el sol', de Pedro y Pablo, uno de los
primeros grupos del rock nacional, originado a fines de la
década:
"Sabés que
con tu forma de ser libre,
estas
edificando libertad,
con esa tu
costumbre de colores,
y tu
conocimiento sensorial.
Sabés que
somos muchos en la tierra.
los que
vivimos música y amor,
mas allá
de países y fronteras,
en una
compartida dimensión."
La música
juvenil funcionó como medio de propagación del cambio de
mentalidad en todo el mundo. Aparecieron músicos como Bob
Dylan, John Lennon, Pink Floyd, los Rolling Stones, que
coexistieron con la música de tipo más frívolo como la de
Elvis Presley y los Bee Gees. Este movimiento tuvo su
corriente análoga en Argentina: grupos como Almendra, Sui
Generis y Los Gatos nacieron en oposición a los ‘nuevaoleros’
representados por cantantes como Palito Ortega, Violeta Rivas
y Johnny Tedesco.
Un
movimiento joven destacado fue el hippismo, el cual se
centraba en la oposición a la guerra de Vietnam, la negación
de la sociedad de consumo y el márketing, la libertad sexual y
las críticas a la discriminación racial. En respuesta a los
llamados ‘ejecutivos’, gente de costumbres, racionalismo y
formalidad, aparecieron los hippies con sus cabellos largos,
su vestimenta desaliñada y su vida desestructurada.
Reivindicaban lo artesanal sobre lo industrial. En Argentina
no tuvieron el mismo protagonismo que en otros países del
mundo, pero era posible encontrar muchos ejemplos de ese nuevo
movimiento en la zona del Instituto Di Tella. También se
reunían en ferias, que funcionaban como punto de venta de sus
artesanías y espacios de encuentro. En 1960 se establecieron
las primeras en nuestro país.
En 1969 se
llevó a cabo el Festival de Música y Artes de Woodstock, en
Estados Unidos, al que asistió medio millón de personas. La
consigna era ‘tres dias de paz’. Fue básicamente la reunión de
la colectividad hippie, y durante las treinta y seis horas
predominó ‘el sexo, el rock n’roll, las drogas y la paz’.
Algunos lo ven como un ejemplo del cambio de pensamiento, el
símbolo de la contracultura, mientras otros lo consideran un
acto depravado, descontrolado y hedonista. Entre los músicos
que participaron del concierto figuran Janis Joplin, Santana,
The Who y Joe Cocker.
Los
fallidos intentos de liberación de otros países satélite de la
Unión Soviética, las consecuencias evidentes del mundo
polarizado, las luchas por la independencia en África, el
asesinato de Martin Luther King Jr., las diferencias entre la
Unión Soviética y la República Popular China, las nuevas
corrientes de pensamiento y comportamiento, el éxito de la
Revolución Cubana y la manera en que se desenvolvió la nueva
Cuba bajo Fidel Castro, el ascenso del socialismo en Chile, el
ejemplo de dar la vida por 'la causa', todas propiciaban el
espíritu revolucionario y la propagación de ideales
antiimperialistas, socialistas y utopías libertarias, que
afectaron también a la juventud argentina, que ya contaba con
una trayectoria de violencia nacida en 1930. A partir de esto
se generó un círculo vicioso: las nuevas ideas que se
apropiaron principalmente los estudiantes se acallaron con
represión y la censura, y estas a su vez generaron nidos de
violencia, idas y vueltas que marcaron la década siguiente de
nuestra historia.
3. LA UNIVERSIDAD EN EL PERONISMO
La acción
'peronizadora' del gobierno de Juan Domingo Perón no esquivó a
la universidad. Luis Quesada, investigador en la Fundación
Campomar y alumno de la facultad de Ciencias Exactas en el
‘66, lo resume en una oración: "Era la época de alpargatas
sí, libros no".
La
educación universitaria quedó relegada a un segundo plano ya
que el gobierno solamente tenía en cuenta a los elementos que
encajaran dentro del modelo autoritario. Solo dio respaldo a
eventos culturales y educativos cuyo fin fuera fortalecer el
régimen. A las materias obligatorias de las carreras se le
agregaron cursos dedicados a la cultura filosófica y al
conocimiento de la 'doctrina nacional', a los que el
estudiantado se rehusó a asistir.
En 1946,
un mes después de asumir el general Perón, las universidades
fueron intervenidas bajo el pretexto de infiltración marxista
y rebeldía estudiantil. En esa oportunidad hubo renuncias y
exilios de profesores a Europa, Estados Unidos y América
Latina, la primer fuga de cerebros importante del país. En
1947 se sancionó una ley que abolía la autonomía
universitaria, pero permitía que los decanos de las facultades
fueran designados por sus respectivos consejos directos. La
ley 14.297, sancionada en 1954, restó ese derecho al
estudiantado, y estipuló que los decanos serían en adelante
elegidos por el rector de la institución, nombrado por el
Poder Ejecutivo. Además, señalaba que debía haber en cada
consejo directivo un estudiante perteneciente a un sindicato.
En
contraposición a la Federación Universitaria Argentina,
durante el gobierno peronista se creó la Confederación General
Universitaria la cual, a diferencia de los sobre-vigilados y
desprovistos establecimientos de los centros de estudiantes,
poseía instalaciones lujosas y extravagantes. Durante el
gobierno peronista, los Centros de Estudiantes, preocupados
por mejorar el nivel de la universidad, trabajaban en la
semiclandestinidad, desde afuera de las facultades. Sus
dirigentes eran detenidos frecuentemente. Asimismo,
intelectuales, escritores y artistas opuestos al régimen
formaron agrupaciones extra-universitarias donde poder ejercer
el librepensamiento, muchos de los cuales fueron perseguidos,
expulsados y encarcelados por motivos políticos.
La revista
Sur, fundada por Victoria Ocampo en 1931, reunía a
miembros de la oposición y exaltaba el valor de las ideas de
pensadores independientes como Borges, Bioy Casares, Sábato,
Silvina Ocampo, Cortázar, María Elena Walsh, J.J. Sebreli y
otros. Se trataba de una publicación elitista que intentaba
dar refugio a la libertad de expresión, siempre que se
mantuviera contraria a la cultura oficial.
En 1953,
el historiador José Luis Romero fundó la revista Imago
Mundi, que albergaba en su redacción a universitarios que
deseaban planear la universidad posperonista (se sabía que
tarde o temprano -más temprano que tarde-, caería el régimen)
y mantener actualizado el conocimiento, el cual se encontraba
congelado en los lugares donde en realidad debía modernizarse
y difundirse. Los contenidos estaban desactualizados, como
ejemplificó Manuel Sadosky: "La relatividad, que era de 1905,
prácticamente no se estudiaba".
Irónicamente, fue una fábrica de calzado la que aportó el
capital inicial para la publicación de Imago Mundi. La
revista contó con colaboradores extranjeros como José Ferrater
Mora, Claudio Sánchez Albornos y Rodolfo Mondolfo. Sus
protagonistas argentinos fueron, entre muchos otros, Francisco
Romero, Jorge Romero Brest, Tulio Halperín Donghi, Jorge
Laforgue y Jorge Graciarena, todos alejados de la universidad,
ya que en la elección de profesores se veían favorecidos los
de tendencia peronista. Aquellos con mejor formación se
mantenían dando clases particulares o con grupos de estudios,
o realizando tareas no directamente vinculadas a su formación.
Manuel Sadosky, por ejemplo, realizaba trabajos editoriales,
cuando contaba con un doctorado en Matemáticas y estudios en
el exterior. José Luis Romero viajaba a Montevideo todas las
semanas para dar clase. Igualmente desestimados eran los
protagonistas del mundo intelectual: el oficio de Ernesto
Sábato era crear palabras cruzadas para revistas populares,
Jorge Luis Borges daba conferencias ante audiencias escasas.
La cultura 'no oficial' no halló cabida, ya que la creatividad
artística tenía sus límites en las fronteras ideológicas del
peronismo.
En
Noviembre de 1953 apareció Contorno, basada en las
revistas Verbum, creada por el Centro de Estudiantes de
Filosofía y Letras (su publicación se frenó con el avance de
la peronización sobre la universidad); Centro, otra
publicación estudiantil, que duró hasta 1960 y Las Ciento y
Una, creada en Junio de 1953, que no fue más allá de la
primer edición. Los miembros de Contorno se oponían
tanto al peronismo como a la intelectualidad elitista-gorila,
representada por los colaboradores de Sur.
4. LA UNIVERSIDAD EN LA
REVOLUCION LIBERTADORA
Con la
Revolución Libertadora se llevó a cabo un cambio de
autoridades y una modernización de la universidad. La misión
principal era 'desperonizar' a la sociedad. Las nuevas caras
del gobierno vieron en las facultades el instrumento más
idóneo para lograr esto. Es por eso que les otorgaron tanta
libertad, apoyo e independencia.
Con la
elección de José Luis Romero como rector de la UBA en 1955 se
dejó en claro que la renovación de la universidad quedaba en
manos de los estudiantes. Mario Sadosky, quien fue vicedecano
y profesor en Ciencias Exactas, fue parte del plantel que se
dedicó a la reorientación de la enseñanza universitaria. En en
libro La Noche de los Bastones Largos, de Sergio Morero,
el doctor explica qué tenían en mente los universitarios
posperonistas cuando diseñaron la nueva universidad: "En 1956
nuestro objetivo era crear una universidad moderna teniendo
como modelo los países más avanzados [...] Trajimos profesores
del exterior, que después empezaron a venir solos, y enviamos
alumnos a otros países a especializarse".
En los
primeros años se creó EUDEBA (Editorial Universitaria de
Buenos Aires), el CONICET, la Escuela de Salud Pública, el
Departamento de Orientación Vocacional y el de Extensión
Universitaria, nuevas carreras como Sociología, Ciencias de la
Educación, Antropología y Psicología. Se aumentó la dedicación
exclusiva del personal docente y de investigación, y se
incrementó el número de becas para graduados y alumnos.
También se construyó Ciudad Universitaria, la cual, de acuerdo
con algunas opiniones, se creó con el fin de 'correr' a los
estudiantes de Exactas, los más ruidosos, del centro de la
ciudad. EUDEBA se convirtió en una de las editoriales más
importantes de Latinoamérica, caracterizándose por editar
libros a precios accesibles, en lugares concurridos como
kioscos. Según indican, uno cada tres días. Se editaron
principalmente obras escritas por autores nacionales. Esta
editorial contribuyó a la creación un mercado ávido de lectura
que ya venía perfilándose.
Produjo
revuelo la autorización a la creación de universidades
privadas. A partir del artículo número 28 del decreto-ley
6.405 reestablecido en el tercer año de la Revolución
Libertadora, renunciaron el rector de la Universidad de Buenos
Aires, José Luis Romero, y el Ministro de Educación, Atilio
Dell’Oro Maini. Hubo importantes manifestaciones a favor y en
contra. Panfletos de partidarios de la enseñanza libre
expresaban: “Quieres la enseñanza laica? La tendrás para ti,
pero no la impongas a los que son creyentes. – Libertad para
todos!”
(ver
Apéndice)
. El decreto no coincidía con la enseñanza laica, obligatoria
y gratuita que promovía la ley 1.420. Incluso Risieri Frondizi,
primer rector de la Universidad de Buenos Aires electo según
el Estatuto Universitario reestablecido ese año y hermano del
entonces presidente, se opuso a la reforma. El Congreso la
aprobó a pesar de la oposición, y el presidente Arturo
Frondizi dejó satisfecha a una de las corporaciones de más
peso del país.
En 1958 se
aprobó el Estatuto Universitario, que instauró nuevamente el
gobierno tripartito de profesores, alumnos y graduados.
Consistía de un Consejo Superior, en el que estaban los cinco
representantes de los profesores, los cinco de los graduados y
los cinco de los estudiantes. Este estatuto había sido
propuesto temprano, en 1918, con la Reforma Universitaria. El
15 de Junio de ese año, estudiantes cordobeses, disconformes
con la educación rígida, clerical y enciclopédica que
recibían, presentaron el 'Manifiesto Liminar'
(ver
Apéndice),
a través del cual pidieron que se les reconociera 'la
capacidad de intervenir en el gobierno de su propia casa'.
Entre otras propuestas, incluían la eliminación de acomodados,
la igualdad de oportunidades para acceder a la educación
universitaria, la modernización de las cátedras y los métodos
de enseñanza. El presidente Hipólito Yrigoyen escuchó sus
demandas e implementó varias modificaciones gradualmente. Fue
la primer manifestación notable de estudiantes, su primer
logro, y al mismo tiempo la afirmación de la universidad en un
rol activo dentro de la sociedad, que llegaría a su ápice en
los años sesenta.
Sin embargo, Manuel
Sadosky sostiene que, si bien con la Reforma Universitaria se
logró el gobierno tripartito, no se modificó la educación
tradicional sino hasta la Revolución Libertadora. Los
contenidos, estancados durante el gobierno peronista, se
pusieron al día. Los planes de estudio estaban a la par de los
avances científicos extranjeros. Graduados y profesores
estaban en contacto con lo que sucedía en el exterior y lo
volcaban en la universidad, por lo que la renovación del
conocimiento fue constante.
5. LA UNIVERSIDAD HASTA 1966
En los
años sesenta, el movimiento estudiantil ya estaba consolidado
y era un actor importante en el país. Participaba a través de
manifestaciones, debates y protestas. No se incluían en estas
los estudiantes de las universidades privadas, las cuales no
tenían un estudiantado politizado. Mientras estuvo el
presidente Arturo Illia en el poder, las movilizaciones más
grandes que organizaron las instituciones universitarias
estatales tuvieron como eje la oposición a la invasión
norteamericana a la isla de Santo Domingo. Estados Unidos
promovía, a través de la OEA (Organización de Estados
Americanos), la creación de una fuerza interamericana de
intervención, a la que se invitaba a Argentina a participar.
El 12 de
Mayo de 1965 tuvo lugar la convocatoria más numerosa: se
reunieron en Plaza Congreso la FUA (Federación Universitaria
Argentina), la CGT, la Liga Humanista, centros de estudiantes
de la UBA, y representantes de los más diversos partidos
políticos, como ser el Movimiento de Liberación Nacional, el
Partido Comunista, la Guardia Restauradora Nacionalista, el
Partido Justicialista, el Partido Socialista Argentino, la UCR
del pueblo. Más de siete mil personas, a pesar de ser
ideológicamente incompatibles, se juntaron para expresar su
descontento ante el accionar de Estados Unidos e instar al
gobierno a rechazar la propuesta. La manifestación
representaba la esencia del espíritu universitario: si bien
dentro de las facultades existía una pluralidad de
convicciones, cada grupo dejaba a un lado sus intereses
particulares cuando se trataba de conseguir un objetivo común.
Eso fue lo que ocurrió en Plaza Congreso.
El
desenlace del conflicto fue feliz -finalmente se acordó el no
envío de tropas a Santo Domingo-, pero también hubo tragedia:
al final de la movilización hubo enfrentamientos que
resultaron en la muerte de un estudiante (Daniel Horacio
Grinbank) y varios heridos de bala.
Los
miembros de la FUA tenían una fuerte conciencia social y
política. En el VII Congreso que realizaron en Octubre de 1965
reclamaron: "Apoyo estudiantil a los sectores populares en
lucha por el mejoramiento de sus condiciones de vida, y
supresión del régimen de explotación y dependencia en el
camino de la liberación nacional", "la nacionalización de la
industria, la banca y el comercio, en manos de monopolios
imperialistas", "la reforma agraria radical y profunda" y "la
necesidad de una política exterior independiente".
En 1965,
el doctor Julio Olivera, entonces rector de la UBA, renunció,
y hubo elecciones para elegir una nueva autoridad. El motivo
de su renuncia fue el rechazo estudiantil a la visita del
profesor estadounidense Walt Rostov, uno de los economistas
que fundaron el desarrollismo. Los candidatos para el
reemplazo de Olivera fueron Rolando García e Hilario Fernández
Long, que representaban al humanismo y el reformismo
respectivamente, las dos corrientes de más peso dentro de la
universidad.
El
humanismo se formó en la década del cincuenta, y, si bien
incluía gente de distintas religiones, comenzó siendo un grupo
católico. Tiene su base en el libro Humanismo Integral,
de Jacques Maritain, que proponía la apertura del
cristianismo. Apoyaban la enseñanza libre y la intervención de
la religión en la educación.
Luis
Quesada, de tendencia reformista, describe al humanismo como
"la derecha católica más los peronistas confesos, porque ser
peronista en la facultad era mal visto". Ludovico Ivanissevich,
Secretario General de la UBA durante los rectorados de Olivera
y Fernández Long y partidario del humanismo, consideraba que
reformistas y humanistas tenían las mismas ideas -gratuidad de
la enseñanza, libertad de cátedra, conciencia social-, pero se
diferenciaban en ser más cerrados los primeros. Ivanissevich
explica que el humanismo estaba en contra del autoritarismo
del gobierno de Perón del ‘45, de carácter fuertemente
fascista.
El
reformismo, encabezado por Rolando García y Manuel Sadosky,
era de tendencia izquierdista y había comenzado con la Reforma
de 1918.
Los reformistas
opinan que Fernández Long, si bien era humanista, se comportó
como uno de ellos, a lo que él responde que "los reformistas
consideraban a los humanistas peores de lo que en realidad
eran, a pesar de que compartían muchas de sus ideas [...] En
realidad yo actué de común acuerdo con los humanistas, no es
que a pesar de ser humanista actué así". Y agrega que "con los
reformistas éramos enemigos políticos, pero cuando llegó el
momento en que las papas quemaron se dieron cuenta de que
estábamos todos del mismo lado". Esto afirma nuevamente que en
los ámbitos universitarios, en contraste con lo que ocurría en
la sociedad, las personas no dejaban que sus individualidades
las distrajeran a la hora de resolver problemas que iban más
allá de una postura política. La universidad no estaba
despolitizada, había discusiones políticas permanentemente,
pero no se permitía que diferencias ideológicas entorpecieran
su progreso. "Ese intento de suprimir en gran medida las
ideologías para defender los principios fue algo que le
molestó especialmente a la policía", comentó Luis Quesada.
Además de
humanistas y reformistas, había en ese nido ideológico
agrupaciones trotskistas, radicales, comunistas ortodoxos,
comunistas disidentes. Si bien no había censura, hubo en un
principio una doctrina, la peronista, que era despreciada por
los universitarios. Más tarde la concepción negativa que se
tenía del peronismo se fue abriendo y los intelectuales
comenzaron a comprenderlo desde un ángulo distinto. Esto se
debió en parte a los movimientos obreros identificados con el
justicialismo y la difusión de publicaciones peronistas como
la revista ‘Envido’.
Todas las
figuras principales de la universidad, los alumnos que
cursaron en esa época e historiadores coinciden en que en los
primeros seis años de la década la institución vivió su "época
de oro", su período de mayor esplendor. Dice Luis Quesada para
el libro de Morero: "La sensación era como si en un pueblito
de morondanga hubiese un equipo de básquet que no solo le gana
a todo el mundo, sino que comienza a competir
internacionalmente y entra a ganar, a ganar y a ganar. Había
una mentalidad ganadora, en el buen sentido de la palabra".
En 1960,
con la creación del Instituto de Cálculo, comenzó a estudiarse
computación en el país, y se importó de Inglaterra la primera
computadora, nombrada 'Clementina'. Le eligieron ese apodo
porque emitía un sonido muy parecido a la canción inglesa 'Clementine',
aunque más adelante le enseñaron a tocar un tango. Fue la
primer computadora que llegó a Latinoamérica. Científicos de
otros países venían al país con el objeto de trabajar en ella.
En la entrevista publicada en la edición no. 43 de la
Revista Estrategas, Manuel Sadosky recuerda: "Yo hice la
propuesta a la Facultad y ésta al Consejo de Investigaciones
que, presidido por el doctor Bernardo Houssay, aceptó la
compra. Recuerdo que costó 300.000 dólares. Fue la primera vez
que el Estado otorgó un subsidio de esa magnitud a la
investigación científica".
Una de las
principales peleas entre la universidad y el gobierno era el
tema del presupuesto. Y, una vez que se llegaba a un acuerdo
acerca del monto, aparecía el conflicto entre decanos para
distribuirlo. "Ahí aparecía Rolando García, que era un tipo
muy peleador y muy rudo, y cuando se trataba de presupuesto
agarraba y agarraba plata y los vencía a todos. Gracias a eso,
él tenía una Facultad que andaba bien, porque las cosas se
hacen con dinero", cuenta Fernández Long. García era
precisamente el decano de la facultad de Ciencias Exactas, la
que tuvo mayor desarrollo durante el período.
Había
quienes consideraban que el hecho de que el estudiantado
tuviera incidencia en la elección de profesores y el manejo de
la universidad en general, hacía que la exigencia fuera menor.
Pero según cuenta Fernández Long, en realidad eran ellos los
que más se preocupaban porque se eligiera personal de buen
nivel. Otra de las críticas que se le hace a la universidad de
esta época es que el acceso a participar de los cargos más
altos le quedaba restringido a quienes no tuvieran promedios
perfectos.
Ante la
acusación de que las personas con menor poder adquisitivo no
podían ingresar a la universidad, Fernández Long dice que se
trata de una imputación falsa. Explica que era gratuita, que
incluso había muchas más becas que hoy en día, y que se
intentaba hacer que la gente precisara el menor dinero posible
para estudiar.
Hubo
además conflictos dentro de la misma institución sobre si
debía aceptarse o no asistencia económica extranjera, en forma
de colaboraciones, subsidios, becas, etc. Algunos, como Manuel
Sadosky, se oponían con el fin de prevenir posteriores
contraprestaciones, mientras que otros como Rolando García las
aceptaban porque veían en ellas una forma de acelerar el
progreso de su facultad.
A nivel
académico la universidad era excelente, y este éxito se
trasladaba asmimismo al plano social. Los estudiantes
prácticamente vivían en la facultad, organizaban partidos de
ajedrez, campamentos, grupos de cine. Cristina Wisnivesky,
actual profesora de Parasitología en la UBA, recuerda que una
vez su padre le dejó una nota en la facultad pidiéndole una
foto suya porque hacía quince días que no la veía. La
universidad, como el Instituto Di Tella, se habían convertido
en el centro de encuentro de la nueva juventud y el medio de
difusión de sus innovaciones científicas, políticas,
ideológicas y artísticas.
6. LA UNIVERSIDAD EN LA REVOLUCION ARGENTINA
El golpe
de estado que derrocó al presidente Arturo Illia se llevó a
cabo el 28 de Junio de 1966, luego de una extensa campaña
psicológica cuyo fin fue desprestigiar al régimen que había
sido establecido democráticamente en 1963. El presidente
derrocado se rehusó a ser trasladado a su domicilio en un
coche militar, y lo hizo en un taxi que pagó de su bolsillo.
Una semana
antes del golpe, la revista Primera Plana hacía notar
que incluso los diarios extranjeros ya lo predecían. En una
columna se hacía un resumen de las menciones en la prensa
internacional sobres de los rumores del derrocamiento.
Solamente Brasil se pronunció en contra de este.
- Le
Monde, París, 9 de Junio: "El gobierno Illia, presionado
desde la izquierda, emplazado por los jefes del Ejército,
trata incómodamente de sobrevivir hasta las próximas
elecciones generales".
- The Times,
Londres, 14 de Junio: "Las conspiraciones y conflictos
laborales en la Argentina y la perspectiva de un régimen
militar de indefinida duración en Brasil, demuestran que ambos
países buscan todavía la estabilidad política... El reverso de
la moneda [brasileña] se encuentra en la Argentina, donde hay
un gobierno constitucionalmente electo que carece de fuerza
para resolver los graves problemas económicos que lo acosan...
De un año a esta parte hay rumores de un inminente golpe de
las Fuerzas Armadas. Como los gobernantes brasileños, algunos
militares argentinos han dicho que aunque no creen en el
régimen militar, creen sí en la solución de los problemas
económicos. Quizá actúen. Si lo hacen, alegarán que el
gobierno militar es el menor de los males".
- Ya,
Madrid, 14 de Junio: "El presidente argentino se encuentra
entre la espada y la pared. De una parte, trata de hallar
solución a la crisis en sucesivas reuniones del gabinete de
ministros. De otra parte, los altos mandos militares discuten
con el teniente general Pistarini la posibilidad de tomar
cartas en la crisis política. El muro lo forman conflictos de
índole económica, política (avance del peronismo) y docente
(huelgas estudiantiles). Illia negocia una coalición con las
fuerzas políticas no peronistas, a fin de poner fuera de la
ley al peronismo y... seguir tirando. ¿Pero hasta cuando?".
-
Correo, Lima, 15 de Junio: "Las Fuerzas Armadas de la
república del Plata están dando señales de agitación,
descontento, resistencia a la autoridad y, en general,
psicología prerrevolucionaria, de tal naturaleza que
justifican el temor de que el gobierno de don Arturo Illia
corra la misma suerte que el gobierno de don Arturo Frondizi...
Infortunadamente, el gobierno de Illia, aunque de título
limpio, parece atacado de parálisis. A diferencia de Frondizi,
Illia no sabe lo que hay que hacer ni lo que hay que
enderezar".
- Le
Monde, París, 15 de Junio: "Para salvarse, el gobierno de
Illia hizo importantes concesiones a los jefes de las Fuerzas
Armadas. Por lo demás, la suerte del presidente Illia estaría
ya determinada si las Fuerzas Armadas no se hallasen
divididas. La Marina preferiría permanecer en la legalidad. La
Aeronáutica estaría vacilante. En el Ejército, la mayoría de
los generales sería favorable a una acción inmediata, mientras
que otros desearían contemporizar".
-
Diario de Noticias, Rio de Janeiro, 16 de Junio: "Un golpe
en la Argentina, posible para unos y probable para otros, pero
que nadie atreve a calificar de inevitable, sería una
catástrofe para otros países y para América latina sería un
retroceso más".
- La
Prensa, Lima, 16 de Junio: Una caricatura muestra a un
grupo de militares frente a un grupo de civiles entre los
cuales se halla el Presidente Illia. Un militar dice: "Daremos
el golpe de inmediato". Illia responde: "No, todavía no,
esperen un poco".
-
Newsweek, Nueva York, 20 de Junio: En un extenso artículo
sobre América latina, escrito luego de un viaje por México,
Venezuela, Brasil, Argentina y Chile, el jefe de Redacción
Robert Christopher expresa: "En la Argentina, por ejemplo,
Edwing M. Martin, el hábil Embajador norteamericano, se
esfuerza por impedir un golpe militar contra el actual régimen
alegando que los Estados Unidos 'han respaldado
tradicionalmente... a los gobiernos elegidos en procesos
constitucionales democráticos'. Hay dos fallas en este
argumento: una, que la constitucionalidad del presente
Gobierno argentino es altamente cuestionable; otra, que un
régimen militar podría, en realidad, preparar el camino para
la restauración de algo más próximo a un verdadero gobierno
representativo en la Argentina. Pero, sea como fuere, me
parece sumamente discutible que el Gobierno de los Estados
Unidos posea la sabiduría necesaria como para juzgar los
problemas internos de la Argentina o los de las otras
diecinueve naciones de América latina".
Para el
ex-rector de la UBA, Hilario Fernandez Long, la Revolución
Argentina en sí tuvo como fin intervenir las universidades.
Dijo: "Los militares lo presionaban desde hacía un año, pero
el presidente nunca quiso hacerlo, a pesar de que sabía que
corría el riesgo de que lo echaran. Defendió la autonomía
universitaria hasta último momento".
Las
revistas Confirmado y Primera Plana se
encargaron de convencer a la opinión pública de que la
intervención de las Fuerzas Armadas era la única manera de
escapar del, según ellas, ineficiente mandato de Illia.
Muchos
argentinos festejaron el golpe, muchos otros le fueron
indiferentes. Los diarios Clarín, La Nación y el
Buenos Aires Herald le dieron una grata bienvenida. El
último describió a los golpistas como "los revolucionarios
mejor educados de América Latina". Algunos países lo
celebraron y reconocieron al nuevo gobierno inmediatamente, el
apoyo de otros llegó tiempo después. La UBA, desde su Consejo
superior, y la FUA, fueron de las pocas instituciones que lo
denunciaron. El rector de la universidad tenía una visión
distinta del presidente Illia de la que la prensa se había
encargado de difundir. Contrario a lo que opinaban los medios
de difusión, en el ámbito universitario se lo consideraba un
hombre ejecutivo, rápido y decisivo.
El 28 de
Junio de 1966 a las cuatro de la madrugada, el rector de la
universidad emitió un comunicado provocante con el
consentimiento del Consejo Superior, en el que se enunciaba lo
siguiente: "En este día aciago en el que se ha quebrantado en
forma total la vigencia de la Constitución, el rector de la
Universidad de Buenos Aires hace un llamado a los claustros
universitarios en el sentido de que sigan defendiendo como
hasta ahora la autonomía universitaria, que no reconozcan otro
gobierno universitario que el que ellos libremente han elegido
de acuerdo con su propio estatuto, y que se comprometan a
mantener vivo el espíritu que haga posible el restablecimiento
de la democracia."
El primer
ministro de Educación nombrado bajo el régimen de Onganía fue
Carlos Gelly y Obes. Luego fue reemplazado por José M.
Astigueta y más tarde por Dardo Pérez Guilhou. El segundo
afirmó que Argentina era el único país del mundo carente de
problemas estudiantiles. Los ministros de Educación de Onganía
favorecieron la educación privada e hicieron pocas reformas.
Carecieron de una política educativa clara.
En 1967 se
sancionó la ley 17.245 que prohibía cualquier tipo de
militancia política dentro de la universidad. El entonces
ministro de Educación explicó que se trataba de una medida
para frenar la "subversión interna". En el plano positivo,
restituía la designación de profesores por concurso y aceptaba
la designación de rectores y decanos por la asamblea
universitaria o el consejo académico. Pero la ley en realidad
comenzaría a regir años más tarde.
Durante la
Revolución Argentina se crearon nuevas universidades
nacionales en Rio Cuarto, Comahue, La Pampa, Luján, Patagonia,
Lomas de Zamora, Catamarca, Salta y Misiones. También se creó
la ley 17.604, que regulaba la actividad de las universidades
privadas. Estipulaba que no debían tener fines lucrativos y
que su estructura interna debía quedar a cargo de ellas
mismas. El Estado podía intervenir como agente de control
fiscal.
En 1967 la
Federación Universitaria Argentina publicó un documento donde
se revelaba la creación de "una fuerza conjunta
obrero-estudiantil que, junto a otros sectores populares, abra
nuevos rumbos a la política del país". Se trataba de la FAUDI,
una agrupación de partidarios del peronismo revolucionario, el
Partido Comunista y otros grupos estudiantiles radicalizados.
Durante los años siguientes hubo importantes manifestaciones
estudiantiles, la mayoría de las cuales acabaron con
enfrentamientos entre el grupo de alumnos y obreros, y la
policía. Estudiantes y trabajadores resultaron heridos de
muerte, y se engendró más bronca y violencia en la sociedad.
Ese mismo año se creó el grupo guerrillero montoneros el cual,
un año después, secuestró y asesinó al general Pedro Eugenio
Aramburu. También en 1969 se crearon las FAR (Fuerzas Armadas
Revolucionarias) y un año después nacieron el PRT (Partido
Revolucionario de los Trabajadores) y el ERP (Ejército
Revolucionario del Pueblo).
En 1971 se
devolvió a la Universidad de Buenos Aires la posibilidad de
elegir a los profesores por concurso. Poco a poco, bajo el
rectorado de Andrés Santas, se fueron reponiendo algunas
libertades a los estudiantes, pero la necesidad de expresión
contenida era tal para ese entonces que cada libertad
concedida resultaba en desorden y descontrol. El Estatuto
Universitario volverá a regir normalmente con la vuelta a la
democracia en 1983.
La censura
del gobierno de Onganía alcanzó a la Universidad, y se
extendió también a los demás sectores de la sociedad. Era
cierto aquello de lo que se quejaban Pedro y Pablo en La
Marcha de la Bronca, en 1970: "está prohibido todo, hasta
lo que haré de cualquier modo"
(ver
Apéndice).
Se persiguió a parejas de enamorados en las plazas, se censuró
el humor político y la existencia de partidos, la vestimenta
hippie, el cabello largo, se clausuraron locales nocturnos y
hoteles alojamiento, se prohibió el uso de minifaldas y
pantalones a las mujeres en las escuelas y oficinas públicas,
y todas las expresiones culturales en general debieron pasar
por un riguroso filtro censor. Sin embargo, durante este
gobierno, el mercado editorial argentino creció
sorprendentemente. Más que nunca se consumieron novelas,
ensayos, biografías, diccionarios, cuentos, obras infantiles y
manuales escolares. Esto, más la resistencia de intelectuales
y estudiantes, demostraba que el freno que se intentaba poner
a la expansión de la cultura no estaba siendo totalmente
efectivo. No era posible erradicar la necesidad de cultura por
completo. Ahora el librepensamiento se gestaba en secreto.
El ataque
y deterioro de las universidades durante el gobierno de
Onganía no solo trajo perjuicios en la esfera intelectual,
sino también en la economía y la política. La interrupción de
la educación no permitió que se formaran profesionales
preparados e instruidos con técnicas y contenidos
actualizados. Con el anclaje de la instrucción se puso freno
simultáneamente a la modernización y el progreso de la
Argentina. Los, teóricamente, objetivos del golpe de 1966.
7. LA NOCHE DE LOS BASTONES LARGOS
7.1. LAS CAUSAS
Existen
distintos hechos que pudieron haber funcionado como causa de
La Noche de los Bastones Largos. No es posible determinar con
certeza cual fue el principal. Algunos le dan más importancia
a unos –la mayoría vota por la infiltración comunista en el
ámbito universitario-, mientras que otros creen que influyó
más de un factor a la vez.
Ya en 1965
los militares habían visto con malos ojos la influencia que el
sector universitario había tenido en la decisión del
presidente de rechazar la intervención en Santo Domingo.
Gregorio Klemovsky, docente de la UBA en esa época, rememora:
"La UBA pidió una entrevista con Illia, estuvieron varios
docentes, graduados, profesores y estudiantes. Yo participé de
esa reunión, como profesor y miembro del Consejo Superior
Universitario. Expusimos buenas razones contra la
participación argentina en la isla centroamericana, basadas en
la doctrina Drago de no intervención y de la tradición
neutralista radical. Fue poco tiempo después de esa charla que
el presidente terminó de decidir el no envío de tropas. A los
militares no les hicieron ninguna gracia ni la postura ni la
gestión, y terminaron por convencerse de que éramos
comunistas’.
En
realidad las Fuerzas Armadas y los estudiantes sostenían una
relación conflictiva desde hacía años. Los últimos, que
consideraban a los militares un instrumento del imperialismo
norteamericano, les expresaban su repudio en cada ocasión que
se presentaba. Algunos consideran que la gota que rebasó el
vaso y que potenció todavía más la discordia fue un hecho que
ocurrió el 19 de Octubre de 1965 durante un acto oficial
organizado en conmemoración del aniversario del fallecimiento
del general Julio A. Roca. La ceremonia se llevó a cabo en la
esquina de Diagonal Sur y Perú, la misma intersección en la
que estaba la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y
Naturales. Estaban el presidente Arturo Illia, el
vicepresidente Carlos H. Perette, el ex presidente José María
Guido, Juan Carlos Onganía, el brigadier Carlos Conrado
Armanini, los generales Ignacio Ávalos y Rosendo Fraga, y
otros representantes de las Fuerzas Armadas. En medio del acto
comenzaron a escucharse insultos y los ruidos de monedas de
cincuenta centavos y un peso que caían sobre los generales
desde los balcones de Exactas. El jefe de policía opinó que el
incidente había sido culpa de la autonomía universitaria.
Otro de
los motivos que pudieron ser causa de la Operación Escarmiento
fue el rechazo de la universidad hacia el gobierno
inconstitucional. Siendo esta casi la única institución que se
proclamó en contra del golpe de estado explícitamente, era
peligrosa para la permanencia y aceptación del nuevo régimen
en la sociedad argentina y también a nivel mundial, ya que lo
que la universidad realizaba, fuera a nivel científico,
intelectual o social, tenía repercusión en el exterior.
Los
protagonistas de La Noche de los Bastones Largos no se ponen
de acuerdo cuando explican cuál fue la causa del operativo.
Luis Quesada piensa que el detonante fue el acto de
provocación de los estudiantes de Exactas el 19 de Octubre,
del cual el no participó. En cambio, para el entonces rector
Fernandez Long, "el episodio en sí fue más que nada una
venganza contra el decano de Exactas, Rolando García, porque
los militares le tenían mucho odio a la gente de izquierda y
pensaban que la universidad era un nido de comunistas". En
esto coincide Sergio Ivanissevich. La infiltración de ideas de
cariz marxista, como ya fue mencionado, también figura en la
lista de los principales motivos que llevaron a los militares
a intervenir la universidad. Existe una teoría que afirma que
la condena a Ciencias Exactas la marcó la conversión al
comunismo de un hijo de un general que estudiaba en esa
facultad y estaba fascinado con el ambiente.
Contó
también Fernandez Long para el libro de Sergio Morero, que la
persecución comunista llegó a tal punto que en 1965 la Cámara
de Diputados ordenó al ministro de Educación, Carlos Alconada
Aramburú, que preguntara si el comunismo estaba infiltrado en
la universidad.
Ivanissevich menciona también como factor significativo la
consigna del Pentágono y la Casa Blanca que llevó el nombre
"doctrina de seguridad nacional", que instaba a los jefes de
ejército americanos a garantizar los valores nacionalistas e
intervenir cuando estos se vieran amenazados por el comunismo.
Onganía había mostrado públicamente su adhesión a esa
recomendación.
Para el
psicoanalista Antonio Barrutia, dirigente estudiantil entre
1953 y 1960, el problema fue la intolerancia: "Algo como La
Noche de los Bastones Largos era inevitable, porque el
gobierno de facto no iba a poder manejar la Universidad, que
era fuerte, tenía un alto grado de compromiso y no se iba a
rendir fácilmente. Ninguno podía convivir con el otro".
También,
el cambio en la forma de ver al peronismo por parte de los
universitarios -primero lo despreciaron, luego pudieron
entenderlo, lo aceptaron, lo adoptaron, lo moldearon- fue algo
que alarmó a las Fuerzas Armadas. Explica Alicia Spiegelman,
geóloga recibida en la UBA: "Lo empezamos a ver desde un punto
de vista no gorila e idealista. Y desde ese momento el
peronismo empezó a ser algo fantástico". La nueva generación
compuesta por los hijos de los antiperonistas de los adeptos a
la Revolución Libertadora, se separó de sus predecesores.
También, la prohibición del justicialismo y el sindicalismo
peronista desde el gobierno llevaron a una revisión de esa
doctrina. Hubo quienes se convirtieron al peronismo, quienes
se mantuvieron en su posición original, y quienes eligieron
una tercera posición, creando nuevos partidos, de porte
socialista, comunista y humanista.
Simultánea
a la campaña periodística realizada para desprestigiar al
presidente Illia, se llevó a cabo una contra la universidad.
Se utilizó el pretexto de que esta no contribuía a mejorar la
realidad nacional ni se adaptaba esta. Poniéndose en duda su
valor y el de las ciencias en general, se dio a entender que
se podía prescindir de ella.
Uno de los
argumentos que se utilizó para restarle importancia a la
actividad universitaria fue que la institución era una "isla"
que no se relacionaba con la realidad del país. Ante esto,
algunos, como Fernández Long, opinan: “Eso era una pavada,
porque todas las universidades son una élite. Allí es donde
está la gente más culta de un país. [...] Se resolvían
problemas pero a un nivel alto y para el que no era
universitario y no tenía cultura, eso le parecía una isla".
Luis Alberto Romero acierta en denominarla "isla democrática".
Visto desde ese lado sí lo era y, especialmente luego del
golpe, se alejaba de la realidad nacional por su gobierno
interno no autoritario. Los militares se encargaron de
tergiversar esto de manera que el carácter democrático de la
universidad fuera visto como una amenaza no solo para el
gobierno de facto, sino para la sociedad en su conjunto.
En cuanto
a la "isla", hay otra postura que indica que la universidad lo
era, no porque esta se aislara, sino porque el resto de la
sociedad no mostraba preocupación sobre lo que allí sucedía.
Otra
crítica que los medios y la gente le hacían a la universidad
era su 'cientificismo'. Por cientificismo se entiende la
tendencia a conceder una importancia prioritaria o exclusiva a
los conocimientos y métodos científicos, especialmente a los
de las ciencias exactas y experimentales. A esto, Fernandez
Long replicó que "la universidad debe ser cientificista" y que
"lo que ocurre es que las críticas provenían de gente inferior
y mediocre", mientras que Sadosky opina que, por el contrario,
la institución estaba muy ligada con la sociedad, y cita
trabajos realizados para YPF y Ferrocarriles Argentinos. En
conjunto con la facultad de Ingeniería, además, se creó el
Departamento de Industrias, con el objeto de fomentar el
desarrollo industrial. Alicia Spiegelman, en cambio, sostiene
que si la universidad no estuvo muy familiarizada con la
realidad nacional se debió a que "acá hubo siempre una total
desvinculación de la industria respecto de los centros de
formación técnicos y científicos. El empresario nacional
prefería el 'lo arreglamos con un fierrito'".
La
permanente fricción entre policías y estudiantes puede
entenderse como una causa de la violencia que tuvo lugar el 29
de Julio de 1966. No solo los militares tenían un ensañamiento
contra la universidad, sino también la policía. Luis Quesada
sostiene que dicha antipatía estaba vinculada con las
manifestaciones frecuentes que los alumnos organizaban. Según
él y Rolando García, muchas veces oficiales intentaron
ingresar en la Universidad alegando que había manifestantes
ocultándose en el establecimiento. Cada vez que la policía
intentaba entrar en el edificio, los estudiantes silbaban,
insultaban o, a través de métodos como tirarles víboras y
sustancias químicas desde los pisos superiores, los expulsaban
de la facultad.
Todos o
una parte de lo enumerado pudo haber dado origen a lo
acontecido durante La Noche de los Bastones Largos y la
dictadura de Juan Carlos Onganía. Más allá de las causas que
pudieron llevar a la intervención, la realidad es que luego de
la Operación Masacre se produjo una diáspora de talento y un
deterioro de la universidad que aún no ha podido revertirse.
7.2. LOS HECHOS
El viernes
29 de Julio se dio a conocer el decreto 16.912, que anulaba el
Estatuto reinstaurado en el año 1958, y subordinaba a los
rectores y decanos de las ocho universidades nacionales al
Ministerio de Educación.
El
artículo 5 de esa ley indicaba que "el Ministerio de Educación
queda facultado para resolver las situaciones no previstas en
esta ley, especialmente aquellas que afecten la paz y el orden
interno de las universidades, su funcionamiento normal y sus
armónicas relaciones con el gobierno nacional", y además
prohibía la actividad política de los centros de estudiantes o
cualquier agrupación. En el artículo siete se informaba que
"los rectores o presidentes de las Universidades Nacionales y
los Decanos de sus facultades respectivas deberán comunicar
personalmente al ministerio de Educación, dentro de las
cuarenta y ocho horas de publicada esta ley, la asunción de
las funciones que en ella se les atribuyen. La falta de
comunicación oportuna autorizará al Ministerio de Educación a
considerar vacante el cargo y a proceder a llenarlo".
El rector
de la UBA, el ingeniero Hilario Fernández Long, se fue a su
domicilio, y sus asesores presentaron sus renuncias.
Las
facultades se reunieron en asambleas para decidir qué actitud
tomar. Mientras que una porción decidió no interrumpir las
clases, otra de la que formaba parte la facultad de Ciencias
Exactas optó por tomar el edificio.
De acuerdo
con Fernández Long, en la universidad habían estado esperando
la intervención desde el momento en que había asumido el
general Onganía. Luis Quesada respalda esa afirmación:
"Durante prácticamente un mes hubo 2 ó 3 amagos por semana de
tomar la Facultad; traían los carros de la guardia de
Infantería y nosotros cerrábamos las puertas del edificio
porque el decano tenía miedo de que pasara algo". Cuando
efectivamente ocurrió, ya había habido reuniones para discutir
el tema y se había aconsejado no oponer resistencia ni tomar
las universidades.
Por la
noche del mismo día en que se emitió el decreto, la Guardia de
Infantería entró y reprimió a alumnos y profesores en las
facultades de Filosofía y Letras, Ingeniería y Arquitectura y
Ciencias Exactas.
"Nosotros resolvimos
resistir en un sentido simbólico, cerrando la puerta", explicó
Manuel Sadosky. En su facultad preveían que la policía podía
intervenir, pero no imaginaron que lo haría en forma tan
violenta. A las once de la noche la policía ingresó en la
facultad. Enviaron cinco carros de asalto, una autobomba y
alrededor de cien agentes de la Guardia de Infantería armados
con bastones de madera, escudos y armas de fuego, dirigidos
por el jefe de policía Mario Adolfo Fonseca. No encontraron
ningún tipo de resistencia agresiva por parte de quienes se
encontraban dentro del establecimiento, pero aún así hicieron
despliegue de violencia. Sadosky describe: "Cuando la policía
ingresó, nosotros nos presentamos como responsables de la
ocupación. Ya salíamos pensando que nos llevarían a una
comisaría, pero entonces empezó una ola de violencia muy
grande. Recuerdo que había muchos policías pegando con palos
de madera [...] nos pusieron contra la pared del patio [...]
las mujeres eran golpeadas igual que los hombres". Renata, una
docente del curso de ingreso de la Facultad, relata: "Cuando
estábamos en el patio, oímos órdenes de un oficial que
sugerían un simulacro de fusilamiento: 'Listos, preparados,
apunten...'. Me agarré de la mano de lidia Pizzini, una amiga
que estaba al lado mío y le dije: 'No nos pueden fusilar a
todos, esto es ridículo'". No hubo fusilamientos, pero sí
exposiciones de humor negro como la narrada por Renata.
Los ocupantes de la
facultad salieron por la puerta de Perú 222, y a medida que lo
hacían fueron golpeados por los policías con sus bastones.
Hubo sangre, fisuras y fracturas. En el boletín número 2 de la
Junta Coordinadora de Profesores, Graduados y Estudiantes de
la Universidad de Buenos Aires, publicado quince días después
de la intervención, se dio a conocer la siguiente información:
"Heridos: Profesor Rolando V. García, fractura en una mano y
contusiones generales; Dr. Manuel Sadosky, contusiones
generales; Prof. Guillermo Sarmiento y S. ., con heridas
cortantes; Prof. Carlos Varsavsky, herido en la cabeza; Lic.
Arístides Romero, fractura de rodilla; Félix González Bonorino
y Amílcar Herrera, contusiones generales".
Afuera
estaban Luis Quesada y sus compañeros, que venían de la sede
de Biología de la calle Moreno, la cual había sido destruida
por la policía. Relata Quesada: "Ellos hablaron mucho, no sé
si dijeron exactamente 'escarmiento', pero gritaban 'esta vez
se la vamo a dar bien'. Además de los policías, afuera también
estaban los integrantes de las bandas de ultraderecha,
armados, circulando y reconociendo gente".
Dentro de
la facultad de Ciencias Exactas se encontraba el
estadounidense Warren Arthur Ambrose, catedrático del MIT,
quien también recibió golpes e insultos. Lo primero que hizo
cuando volvió a su residencia fue escribir una carta a un
diario norteamericano relatando los hechos ocurridos
(ver
Apéndice)
, que convirtió a La Noche de los Bastones Largos en un
episodio de conocimiento mundial.
En el hall
central de la Facultad de Arquitectura se encontraban reunidos
el decano, profesores y alumnos. De repente entró al edificio
un grupo de policías armados que comenzó a apalearlos. En la
Facultad de Medicina y la de Ciencias Económicas se aceptó
desalojar los edificios.
En
resumen, durante la noche del 29 de Julio de 1966 se tomaron
cinco facultades de la UBA: Ciencias Exactas, Filosofía y
Letras, Ingeniería, Medicina y Arquitectura y Urbanismo,
siendo la última la única en la que hubo agresión por parte de
los estudiantes en respuesta a las atribuciones inapropiadas
que la Guardia de Infantería de la Policía federal se tomaba
con las alumnas. Entre las comisarías primera, segunda, cuarta
y vigésimo segunda se registraron unos ciento cincuenta
detenidos. Hubo además cincuenta docentes que no figuran en
las listas, ya que fueron liberados esa misma madrugada.
Quienes tenían antecedentes políticos o de militancia
universitaria fueron soltados con demora.
7.3. LAS CONSECUENCIAS
Muy pocos
rectores aceptaron convertirse en interventores. De acuerdo
con Fernandez Long, "fueron dos o tres los que estaban con el
golpe", la mayoría de las autoridades e investigadores
renunciaron. El ex-rector menciona al decano de la facultad de
Derecho, Marco Aurelio Risolía, como uno de los que adherían
al nuevo régimen. En Agosto fue nombrado presidente de la
Corte Suprema.
El rector
nombrado luego de Fernández Long fue Luis Botet. De las demás
facultades se hicieron cargo José F. Bidau, el almirante
Antonio Marín, Andrés Santas y Armando Novelli. En Córdoba
asumió Ernesto Gavier.
Hilario
Fernández Long reconoció que "Botet fue un hombre correcto
dentro de todo". Luego de La Noche de los Bastones Largos, el
ex-rector volvió a ejercer como ingeniero y durante el
gobierno de Raúl Alfonsín fue profesor emérito de la Facultad
de Ingeniería.
Si bien
las ocho universidades nacionales fueron intervenidas,
solamente en la UBA hubo dimisiones masivas. De acuerdo con un
trabajo de investigación realizado por Marta Slemenson en
1970, renunció el 22,4% del total de docentes (1378 personas).
La mayor parte de las renuncias provino de la facultad de
Ciencias Exactas (renunció el 77,4% del plantel docente y el
51,3% de los profesores titulares), Filosofía y Letras
(renunció el 68,7% de sus docentes) y Arquitectura y Urbanismo
(47,7% de dimisiones). Algunos critican la deserción de los
profesores, argumentando que lo más leal habría sido que se
quedaran para defender a la institución. Paralelamente, Luis
Quesada opina que los que se quedaron eran "sin excepción, o
gente de lo más jodida y lo más crápula, o gente sin
conocimientos". O, como dijo Spiegelman, "entró la
mediocridad y el oscurantismo". En contraste, Ivanissevich
opina que quedarse habría sido lo mismo que esperar a que los
echaran uno por uno con el pretexto de ser procomunistas, lo
cual habría sido una pérdida de tiempo. Otros señalan que
dimitieron por una cuestión de dignidad.
Entre las
tantas consecuencias de la Operación Escarmiento cabe destacar
la desilusión y el desengaño. Mucha gente, alumnos y
profesores, se quedó sin becas prometidas, sin trabajo y sin
proyectos. Quesada no dio las materias que le quedaban por
cursar ya que consideraba que la gente que debía evaluarlo no
sabían siquiera el tema que iba a exponer. Otros alumnos
también se negaron, y, como él, tardaron muchos años en
recibirse. Cuenta Alicia Spiegelman que los alumnos que
repudiaban el nuevo orden eran perseguidos y muchas veces eran
dejados libres si se conocía que habían asistido a asambleas.
La mayoría
de los investigadores, grupos de estudio y profesores
emigraron a Perú, Venezuela y Chile, dejando trabajos
inconclusos en el país. En algunos casos hubo equipos de
trabajo que pudieron trasladarse en forma completa.
Dentro de
la facultad de Ciencias Exactas desaparecieron el centro de
Radiación Cósmica, dirigido por Juan Roederer, el de
Radioastronomía dirigido por Oscar Varsavsky, el de Química
Industrial, y el de Metereología, entre otros.
Existió un
acuerdo entre los que decidieron irse del país de permanecer
dentro de Sudamérica, compromiso al que adhirió Sergio
Ivanissevich, pero hubo quienes optaron por residir en Estados
Unidos, Francia e Inglaterra. Manuel Sadosky vivió en Uruguay
y Argentina, en el ‘74 emigró a Venezuela, luego pasó por
Barcelona y en 1983 regresó al país, y ocupó la Secretaría de
Ciencia y Técnica de la Nación.
En Chile
los militares acusaron a los científicos argentinos de ser
espías de Onganía y los obligaron a abandonar el país, pero la
medida fue anulada por Salvador Allende al poco tiempo, cuando
asumió como presidente. También en ese país encontraron
nuestros investigadores problemas con los métodos de manejar
la universidad. En la chilena, por ejemplo, el rector era
designado por el presidente de la República y había escasa
participación estudiantil en las decisiones que se tomaban. No
fue sencillo para los emigrantes adaptarse a la nueva
situación.
Muchos de
los que se quedaron en Argentina luego de 1966 tuvieron
inconvenientes. En abril de 1967, la Ley Orgánica para las
Universidades Nacionales estableció la prohibición de todo
tipo de "militancia, agitación, propaganda, proselitismo o
adoctrinamiento político" en las universidades. En Breve
Historia Contemporánea de la Argentina, Luis Alberto
Romero escribe que los docentes y alumnos que no emigraron
"procuraron trabajosamente reconstruir, subterráneamente, las
redes intelectuales y académicas, por lo general en espacios
recoletos, que alguien comparó con las catacumbas". Quien
hizo dicha comparación fue Gregorio Klemovsky, hoy profesor
emérito de la UBA. Como se vinculaba la Facultad de Ciencias
con el comunismo, cuenta Luis Quesada que "durante la década
del 70 por el solo hecho de haber estudiado allí no te daban
armas para el servicio militar".
Si bien
los miembros de la universidad estatal se habían opuesto a
fines de los cincuenta a la creación de escuelas privadas,
muchos profesores aceptaron ser contratados por estas luego
del éxodo que tuvo lugar luego de La Noche de los Bastones
Largos.
Después de
la Operación Escarmiento el humanismo se dividió en tres. Una
parte, según admite Ivanissevich en el libro de Morero,
colaboró con Onganía. Dijo Alicia Spiegelman: "La facultad
quedó en manos de lo peor del humanismo. Eran tipos fascistas,
antisemitas y misóginos".
Otros, los
fundadores, se mantuvieron en su posición: los ideales del
humanismo eran los de la Reforma, por lo tanto, teniendo en
cuenta esto, teóricamente ceder a la intervención habría sido
ir contra los principios del movimiento. Un tercer grupo se
alió con movimientos trotskistas y acabaron en la guerrilla.
El grupo de los fundadores terminó por desaparecer cuando se
encontró en la disyuntiva de participar en forma violenta, o
no participar.
A partir
de La Noche de los Bastones Largos la universidad se estancó.
Se intentó volver al modo de funcionamiento que tuvo durante
la etapa peronista, de estilo enciclopédico, tradicionalista y
clerical, y callar al estudiantado, sin éxito, ya que no era
posible volver atrás el desarrollo intelectual y el avance del
librepensamiento.
Desde el
29 de Julio y hasta el 16 de Agosto se suspendieron las clases
en todas las universidades afectadas. Recién el 22 de Agosto
se reanudaron, pero Ciencias Exactas y en Filosofía y Letras
volvieron a funcionar bastante más adelante.
7.4. LA REPERCUSIÓN
7.4.1. EN EL PAÍS
La opinión
pública se vio impresionada. Muchos argentinos de esa época
utilizan la palabra 'incredulidad' para explicar lo que sintió
cuando se enteraron de los hechos. Pero para Alicia Spiegelman,
a pocos les importó el éxodo de docentes y científicos, y
hasta piensa que muchos se alegraron de lo ocurrido. Según el
vicerrector de la UBA, Atilio Borón, la Operación Escarmiento
"fue un hecho emblemático, porque por una parte demostró la
barbarie de las dictaduras y, al mismo tiempo, se vio la
actitud poco interesada de la sociedad por defender la
universidad pública".
Existieron
grupos de profesores y alumnos que habían apoyado al golpe y
alentaron la intervención de las universidades para erradicar
las ideologías que no coincidían con las propias. Agrupaciones
anticomunistas y sindicatos universitarios de militancia
ultraderechista se pronunciaron a favor de la medida del
gobierno. Muchos opinan que se trató de partidarios del
humanismo. Francisco Manrique, director del periódico Correo
de la Tarde, dijo en un viaje a Nueva York que lo ocurrido
había sido exagerado para difamar al gobierno de Onganía.
Gerardo
Brá, en un ensayo escrito para la revista Todo es Historia,
listó las instituciones que respaldaron la actitud del
gobierno de Onganía para con las universidades:
- La
Confederación Interamericana de Defensa del Continente
manifestó su total "beneplácito por las patrióticas y
necesarias medidas de protección".
- La Unión
de Entidades Liberales Argentinas, la Confederación
Universitaria Argentina Liberal y Acción Liberal Argentina
dijeron que las "autoridades nacionales se vieron precisadas a
adoptar esta actitud ante la vigencia de una falsa autonomía
universitaria subordinada a la política subversiva del
marxismo internacional".
- El
Ateneo de Estudios Sociales-Cristianos de Ciencias Económicas
afirmó que la intervención era justificable porque trataba de
frenar el "proceso que viene evolucionando a causa de la
avasallante infiltración marxista".
- La
Asociación de Egresados de Medicina de Buenos Aires acusaron a
los estudiantes de filiación marxista de agresiones físicas,
materiales y morales.
- La
Federación de Entidades Democráticas de la Argentina apoyaron
la intervención argumentando que tuvo como fin acabar con la
subversión.
- El
Ateneo Estudiantil Argentino expresó que "entendemos que han
sido dados los primeros pasos para la jerarquización de la
universidad".
- El
Premio Nobel de Medicina de 1947, Dr. Bernardo Houssay, afirmó
luego de reunirse con el general Onganía que debía dársele
tiempo al gobierno para clarificar el rumbo que pretendía
darle a la educación universitaria.
Durante
los días siguientes a La Noche de los Bastones Largos y a lo
largo de todo el mes de Agosto hubo en el país actos de
repudio frente a las facultades y en esquinas céntricas de la
ciudad de Buenos Aires. Hubo detenidos, choques y represión.
En Córdoba se llevó a cabo una huelga de hambre. El veinte de
Agosto se anunció la disolución de la FUA. Dos días después,
un grupo de estudiantes de Medicina de la UBA agredió al
decano Andrés Santas en su despacho.
El 7 de
Septiembre de 1966 hubo una movilización de miles de personas
organizada en el Barrio Clínicas de la capital de Córdoba,
durante la cual resultó asesinado por tres tiros el estudiante
y obrero Santiago Pampillón en un enfrentamiento entre
universitarios y la policía. Esto generó mayor agresión contra
los oficiales, que recién pudieron controlar la situación a
las seis de la mañana del día siguiente. Este sería el
antecedente del conflicto de 1969, El Cordobazo, el
cual inició el declive del gobierno de Onganía. El 9 del mismo
mes un grupo de estudiantes intentó iniciar una huelga de
hambre en la Catedral, pero se les impidió la entrada.
En La
Plata hubo resistencia a la designación del rector Gorostiaga
y, en el día de su asunción, hubo casi mil oficiales en la
ceremonia. La Federación Universitaria de la Plata dijo en un
comunicado: "Esto señala cuàl es la autoridad que representa:
revólver, machete y bastón".
Más tarde
fueron arrestados 23 estudiantes por creerse que estarían
preparando una huelga de hambre.
El
gobierno avaló los hechos. El general Onganía explicó que
lamentaba haber tenido que utilizar la violencia, pero no
había tenido otra opción ya que los alumnos habían ocupado las
universidades ilegalmente. Un comunicado emitido por la
Secretaría de Prensa de la Presidencia de la Nación informaba
que solamente una de las ocho universidades y dos de sus
facultades habían sido intervenidas, debido al comportamiento
incorrecto de los estudiantes. Fernandez Long considera que
aún al día de hoy en la Capital existe la creencia errónea de
pensar que la intervención ocurrió solamente en la Universidad
de Buenos Aires.
7.4.2. EN EL EXTERIOR
El hecho
no pasó desapercibido a nivel internacional. La prensa
extranjera publicó imágenes de la violencia. No podría decirse
con certeza si La noche de los Bastones Largos habría tenido
un grado similar de repercusión en el mundo si el profesor
estadounidense Warren Arthur Ambrose no hubiese sido testigo
de los hechos, o qué habría pasado si hubiese desistido de
enviar la carta relatando lo acontecido al New York Times,
publicada por el periódico el 30 de Julio de 1966.
El
gobierno de Onganía perdió peso a nivel mundial luego de la
Operación Masacre, acusándoselo de fascista. La revista
norteamericana Sciencie repudió el hecho y el diario
francés Le Monde acusó a la Argentina de macartismo. Se
criticó la censura, la violencia utilizada y la usurpación de
la autonomía de las universidades. Un mes más tarde,
sociólogos franceses enviaron un telegrama a Juan Carlos
Onganía expresándole su desaprobación, y en la misma postura
se manifestaron grupos de científicos del exterior, y otras
universidades de Latinoamérica.
8. LA UNIVERSIDAD HASTA 1976
A medida
que había aumentado la represión durante el gobierno de
Onganía, se habían multiplicado los grupos guerrilleros, cuyo
método de defensa era la acción violenta. El presidente electo
en 1973, Hector J. Cámpora, apeló a estas agrupaciones
juveniles influyentes para conseguir el triunfo electoral. De
esta manera, la juventud se aproximó a la política en un
sentido práctico.
En el
Ministerio de Educación fue asignado el peronista Jorge Taiana.
Rodolfo Puiggrós, un historiador nacionalista expulsado del
Partido Comunista en 1948 por sus tendencias peronistas, fue
nombrado interventor de la Universidad de Buenos Aires.
Entonces se convirtió en la "Universidad Nacional y Popular de
Buenos Aires" y todos los profesores partidarios del régimen
militar fueron despedidos. Se reincorporaron profesionales y
profesores que habían sido echados a un lado por razones
políticas, se empezó a redesplegar la investigación y se
reelaboraron los programas. Ese mismo año ingresaron millones
de nuevos integrantes a la universidad, sin filtro alguno. Fue
la época en que el peronismo promovió la "Universidad abierta
al pueblo". El ambiente universitario, al carecer de una
estructura definida, tuvo un exceso de desorganización y
desorden.
Para
cuando el general volvió al poder las agrupaciones
guerrilleras ya se habían expandido y se habían vuelto
peligrosamente poderosas. En su exilio, Perón había alentado
la permanencia de estos grupos, ya que reivindicaban su
figura, pero al llegar a la presidencia no toleró su carácter
reaccionario y violento y los censuró por ello, desalojándolos
del poder. A pesar de esto, Montoneros siguió apoyando al
líder en el que había depositado sus ilusiones, argumentando
que el general estaba actuando bajo presión.
Durante su
breve tercer mandato, Perón mantuvo a Taiana en el ministerio
de Educación, pero sustituyó a Rodolfo Puiggrós del rectorado
de la Universidad de Buenos Aires por el ex vice presidente
Vicente Solano Lima. La institución estaba para ese entonces
copada por la agrupación Montoneros. El presidente manejaba
ese sector con cautela porque era consciente del foco de
ferocidad que podía desatarse de no tratárselo en forma
'apropiada'.
Cuando
Perón murió, la organización guerrillera aumentó su
virulencia. A modo de réplica, ya se había creadi la Triple A
(Alianza anticomunista argentina), organización parapolicial
encabezada por José Lopez Rega, secretario de Perón y
funcionario de su esposa. La misión del gobierno de Isabel fue
eliminar a la 'tendencia izquierdista'. Dicha 'limpieza' se
centró en la educación universitaria, tal como ocurrió en
1966.
En 1974,
la libertad académica universitaria, que comenzaba a dibujarse
otra vez -frecuentemente, en forma de libertinaje-, volvió a
ser reprimida. Jorge Taiana fue reemplazado por el fascista
Oscar Ivanisevich, y Solano Lima fue sustituido por Alberto
Ottagalano. Ese día, el 17 de Septiembre, el nuevo rector de
la UBA declaró: "los católicos y los argentinos estamos
llevados a una prueba de fuego: o justicialistas o
marxistas... Aquí y ahora hay que estar con Cristo o contra
Cristo ... se ha pretendido una sociedad llamada pluralista y
a la vista están las consecuencias. Nosotros tenemos la verdad
y la razón; los otros no la tienen y los trataremos como
tales". Se encargó de 'recuperar' la universidad (de las manos
de los 'izquierdistas'), lo cual generó un nuevo éxodo de
catedráticos. Estuvo clausurada por un tiempo. En el
entretanto se crearon nuevos planes de estudio.
La censura
se extendió a todos los medios de comunicación y cultura. Hubo
censura en forma de cierres de periódicos y revistas como
Noticias, El Mundo, Respuesta Popular, El Descamisado,
Militancia, El Peronista, Satiricón, Crónica y Primicia.
Asimism se cancelaron los programas de TV de Mirtha Legrand y
Tato Bores. Al grupo Sui Géneris, en 1974, se le obligó a
borrar canciones de su álbum ‘Instituciones’ y pulir
algunas otras, por ser sátiras de la realidad del país. De
hecho, ni siquiera pudieron conservar el título original de su
disco, viéndose forzados a cambiarlo por “Pequeñas
Anécdotas sobre las Instituciones”. Uno de los textos
censurados, “Música de fondo para cualquier fiesta animada”,
decía:
“Había
una vez
en la casa de un juez
una fiesta impresionante:
vino y caviar, y mujeres sin bailar
y marihuana en los cuartos
y un presidente hablando
sobre un pueblo en paz
y la manera de pacificar
a las bocas que pedían libertad”
9. LA UNIVERSIDAD EN EL
PROCESO
El 24 de
Marzo de 1976 la Junta de Comandantes en jefe, integrada por
el general Jorge R. Videla, el brigadier Orlando R. Agosti y
el almirante Emilio E. Massera tomó el poder. Las primeras
medidas tomadas fueron la suspensión de la actividad de los
partidos políticos tradicionales, la prohibición de cualquier
tendencia izquierdista, el mantenimiento del estado de sitio y
la reinstauración de la pena de muerte. Entre el 76 y el 82
hubo más de 30 mil desaparecidos en manos del gobierno y
agrupaciones guerrilleras.
Se acordó
eliminar a las personas que formaban parte de lo que los
militares denominaban 'subversión', es decir, extinguir
totalmente las organizaciones pertenecientes a la guerrilla y
a cualquier dueño de pensamiento crítico o de protesta, sin
distinción: obreros, universitarios, comerciantes,
profesionales, intelectuales, sacerdotes, empresarios, alumnos
secundarios. Otra de sus primeras medidas fue la quema de
libros considerados 'perjudiciales' para la juventud, entre
los cuales figuraban libros de Freud, García Márquez, Vargas
Llosa, Marx, Hegel, Nerusa, Saint-Exupéry, Sartre, Camus y
otros. Ese día se emitió el siguiente comunicado: "El comando
del Cuerpo de Ejército III informa que en esta fecha procede a
incinerar esta documentación perniciosa que afecta al
intelecto y a nuestra manera de ser cristiana. A fin de que no
quede ninguna parte de estos libros, folletos, revistas,
etcétera, se toma esta resolución para que se evite continuar
engañando a nuestra juventud sobre el verdadero bien que
representan nuestros símbolos nacionales, nuestra familia,
nuestra iglesia y, en fin, nuestro más tradicional acervo
espiritual sintetizado en Dios, Patria y Hogar". Vetar el
librepensamiento y disuadir a la gente de intentar ejercerlo
de todos modos era también una forma de conseguir el monopolio
de la fuerza.
Se debió
recurrir a medios de expresión más sutiles. Peregrinaciones a
Luján y recitales de rock nacional se convirtieron en actos
políticos. Los músicos también se empezaron a considerar
'subversivos' y muchos, entre ellos Lito Nebbia y León Gieco,
debieron emigrar. Se formó el grupo Serú Girán y se reunieron
los integrantes de Almendra. Durante este período nació
formalmente lo que se denominó la 'canción contestataria', que
representaba los reclamos de la juventud argentina. Hasta
1980, la propagación de la música argentina se vio complicada
por la interrupción en el ejercicio de la libre expresión y el
monopolio de los medios de difusión (como la radio) en manos
de los militares. Las canciones de artistas nacionales que se
oyeron hasta ese año fueron anteriores al Proceso, por lo que
no se comprometían directamente con la realidad de la época.
Más adelante, el conflicto de Malvinas resultaría favorable
para la difusión del rock nacional, debido a la prohibición de
la difusión de música en inglés.
Durante
esta dictadura, la universidad se tiñó de miedo. Entre las
listas de desaparecidos figuraban militantes políticos. Los
estudiantes eran testigo de la reducción de sus compañeros,
que eran sustraídos y en muchos casos, jamás regresaban.
En 1977,
la Junta de Comandantes aprobó la sanción de la ley 21.276,
que despojaba al estudiantado del derecho de autogestión.
Docentes de la oposición fueron destituidos de sus cargos.
Los
exámenes de ingreso a las facultades por entonces eran en
extremo exigentes, y dejaban afuera a muchos aspirantes. En
una declaración emitida en 1978, la FUA condenó este método de
admisión al tiempo que volvió a insistir sobre un tema central
de la universidad: el presupuesto. Ese año se registró el más
bajo presupuesto del siglo destinado a la educación
universitaria: el 8,8 por ciento.
Otro
eterno reclamo del movimiento estudiantil, además del
presupuesto, era el del boleto escolar. El 13 de septiembre de
1975, los alumnos del Normal 3 de La Plata habían conseguido
que se les concediera. Entre el 1ro y el 16 de Septiembre de
1976, bajo el régimen de Videla, se detectaron los líderes del
reclamo y se procedió a su desaparición. Sólo hubo un
sobreviviente, Pablo Díaz, quien pudo probar ante la Cámara
Federal de la Plata la existencia del campo de concentración
denominado "Campo de Arana". En ese juicio, además, se
demostró que las desapariciones de la Noche de los Lápices
habían sido organizadas por el Batallón de Inteligencia 601 y
la Policía Bonaerense.
En los
años siguientes, la lucha estudiantil se centró en evitar la
elitización de la universidad estatal, que el gobierno buscaba
lograr a través de su arancelamiento. Apeló a la Reforma
Universitaria del '18 y el derecho de todos los ciudadanos a
acceder a la educación en forma gratuita. Dieciocho mil
estudiantes argentinos firmaron la petición elaborada por la
FUA.
El día 30
de Agosto de 1980 se produjo "el día de la vergüenza del libro
argentino". En esa oportunidad, La Policía de la Provincia de
Buenos Aires quemó un millón y medio de libros y fascículos
pertenecientes al Centro Editor de América Latina (fundado por
Boris Spivacow, quien antes había sido director de EUDEBA), y
otro montón quedó incautado.
En el
tiempo comprendido por el declive del Proceso, desde
principios del '82 hasta octubre del '83, volvió a expandirse
la libre expresión y a revivir el activismo estudiantil.
Retornaron los reclamos en las universidades, entre los cuales
había quejas contra los cupos de ingreso y los rumores de un
posible arancelamiento. La universidad estatal volvió a
politizarse, destacándose la supremacía del radicalismo.
10. LA UNIVERSIDAD HOY
Hoy,
después de 37 años de la Operación Escarmiento, la universidad
no ha logrado recuperar el nivel que alcanzó en los años
sesenta. Manuel Sadosky dice que "es difícil de entender para
quienes no lo vivieron, pero ni siquiera se han recuperado
hasta la actualidad los niveles del año 66". Fernández Long
sostiene que las facultades "ya no son lo que eran",
principalmente porque "no le asignan plata a la Universidad, y
sin dinero no se puede hacer nada". Ex-alumnos opinan que hoy
en día el nivel en general es inferior al alcanzado en los
sesenta, pero que este depende de la carrera que se esté
cursando.
Una nota
publicada en el Suplemento Zona del diario Clarín el
día 6 de Julio de 2003, titulada "Sumas y restas de la
educación argentina" informa que una investigación
realizada por la Unesco entre 41 países tiene a Argentina en
los últimos puestos, en lo que refiere a calidad educativa. En
ese mismo artículo, Juan Carlos Tedesco, autor del libro
Educar en la sociedad del conocimiento, marca dos momentos
de la historia que aceleraron la decadencia de la educación:
"Un hito fue "La noche de los bastones largos", la represión a
la Universidad concretada por el gobierno de facto de Onganía,
en 1966. El otro fue el 76 cuando, por ejemplo, se regulaba
desde el Ministerio que en primer grado se podían aprender
nada más que 13 letras y por otro se excluía de la educación a
Einstein, Marx y Freud porque eran subversivos".
En los
últimos años se agregaron tres nuevas carreras en la UBA,
ligadas al estudio e investigación de alimentos:
las licenciaturas en Ciencia y Tecnología de Alimentos y en
Gestión de Agroalimentos y la Ingeniería de Alimentos, con más
de 350 alumnos entre las tres. Es un proyecto innovador, ya
que más de una facultad trabajan en forma coordinada y
complementaria. Las nuevas carreras están íntimamente ligadas
con la realidad de la economía argentina, en la que la
industria de los alimentos tiene un papel fundamental. Esto
demuestra la vinculación de la universidad con los problemas
de la nación.
Rubén, ex-alumno y
ex-docente de la UBA, se refiere a la transformación física de
la facultad: "A lo mejor me equivoco, pero para mí toda la
supuesta recuperación histórica de la Manzana de las Luces es
un bluff total. Donde era Zoología, se había combatido a los
ingleses en 1806; hoy es un puesto de artesanías de segundo
nivel. El Aula Magna era el lugar físico donde en 1839 habían
asesinado a Manuel Vicente Maza y cosas así".
Hoy en día
la lucha por el presupuesto continúa, pero se le presta poca
atención. Cada año se reduce más el dinero destinado al
mantenimiento y crecimiento de la universidad. Los recortes
presupuestarios y la indiferencia son una forma de destruirla,
no tan directa que La Noche de los Bastones Largos pero
efectiva. En un comunicado publicado en el sitio web de la
facultad de Ciencias Sociales, los decanos de la Universidad
de Buenos Aires escribieron: "Lo que se hizo por la fuerza en
la "noche de los bastones largos" se intenta repetir ahora por
medios más sutiles. Se provoca así, nuevamente, que otros
enemigos de la educación y la democracia ejerzan la
intolerancia y la violencia [...] La educación es un derecho
de todos y por ello a todos incumbe defenderlo. Permitir que
se la destruya es incompatible con las bases mismas del
sistema democrático". Actualmente, la cifra per cápita (de
estudiante) corresponde a un cuarto de lo que era a comienzos
de los sesenta. La universidad de nuestros días ya no se
sostiene con el presupuesto, sino con la fuerza de voluntad de
los que la integran. Los edificios están deteriorados, los
servicios impagos, escasean equipos y laboratorios. En un
comunicado emitido el día 19 de Agosto de 2002, la FUA
expresó: “[...] como
en algún momento señalara un primer ministro de la India:
“India es un país demasiado pobre para darse el lujo de no
invertir en educación”. El deterioro del presupuesto, su
reducción o la versión cínica actual de “subejecución”, es
decir, la maniobra perversa para achicar las partidas de
educación sin reconocerlo en el presupuesto nacional, implica
una decisión de recrear un modelo dependiente, que profundice
las desigualdades y cierre el camino hacia una plena solución
nacional. Hoy se le adeudan a las universidades nacionales de
lo asignado por el propio presupuesto, ya de por sí bajo, más
de $ 300.000.000, hecho que afecta la operatividad de las
mismas. Sobre todo teniendo en cuenta que los insumos
indispensables para su funcionamiento merced a la devaluación,
han aumentado enormemente, como ocurrió con el papel, tóner,
elementos informáticos, materiales para los laboratorios, etc”.
Algunos,
como Domingo Cavallo en su momento, opinan que la solución
radica en el arancelamiento de la educación universitaria.
Dicha medida significaría un retroceso, ya que se estaría
yendo contra la igualdad de oportunidades que los estudiantes
vienen sosteniendo desde 1918. Patricia Sánchez Ruiz, graduada
de la facultad de Ciencias Económicas, no está a favor del
arancelamiento, pero no le parece correcto tampoco que haya
estudiantes que pasen décadas en la universidad, ese aspecto
debería ser revisado. También critica al CBC: “es una
prolongación de la secundaria”. Afirma que la exigencia en los
exámenes del Ciclo Básico Común es menor a las universitarias
y por eso en parte ese mecanismo no es eficiente como filtro
para el ingreso. Opina que lo ideal sería llegar a un punto
medio entre la exigencia rigurosa de los setenta y la
flexibilidad de hoy en día.
El tema
del boleto estudiantil todavía sigue en discusión. En 2002,
siguiendo el patrón de La Noche de los Lápices, dos hombres
atacaron a un estudiante del Nacional Mariano Moreno. Le
tajearon tres ‘A’ en el pecho y le sugirieron: ‘Dejate de
joder con el boleto’. El ataque no se ha esclarecido aún.
En cuanto
a las ideologías predominantes en la universidad del nuevo
siglo, en los últimos años comenzaron a asentarse nuevamente
las fuerzas de izquierda. Las votaciones que tuvieron lugar en
Noviembre de 2003 en las trece facultades de la UBA le
otorgaron dos nuevos centros de estudiantes a partidos
izquierdistas: El Movimiento Socialista de los Trabajadores
ganó en la facultad de Ciencias Sociales y la CEPA recuperó
Ciencias Exactas. Filosofía y Letras, Psicología,
Arquitectura, Veterinaria e Ingeniería siguen estando
dominadas por las agrupaciones de izquierda. Una corriente
kirchnerista denominada "Los Jovenes K" está tratando de
conseguir adhesiones, pero por ahora tienen escasa popularidad
entre el estudiantado.
Si bien a
partir del retorno a la democracia en 1983, con el retorno del
pluralismo y el apoyo a la excelencia académica en las
universidades, se concentraron esfuerzos en contactar a la
gente que se había ido a trabajar al extranjero, muchos de los
que emigraron en 1966 no han regresado. Hay alrededor del
mundo lo que llaman "la mafia argentina": se trata de
esa gente que se formó en la época más prestigiosa de la
universidad, que sigue dispersa por el mundo, muchos de ellos
ocupando importantes cargos.
Antes, la tendencia
era que los investigadores y graduados viajaran al exterior
para luego volver a aplicar sus conocimientos. Ahora quienes
reciben su título emigran para no regresar, y los expertos
solamente pueden desenvolverse en sus actividades científicas
en el extranjero. El país no provee de una infraestructura
propicia para el desarrollo de la ciencia. En los sesenta,
explica Alicia Spiegelman, "la aspiración era recibirse,
quedarse como docentes en la Facultad, investigar y enseñar.
Porque económicamente con un sueldo de ayudante de primera se
podía vivir". Hoy el día ni siquiera el sueldo de un jefe de
cátedra es digno.
Según la
base de datos SESTAT de la National Science Foundation,
en 1999 había 4.377 argentinos activos en Ciencia y Técnica de
Estados Unidos, mientras que 6.218 se desempeñaban en
actividades de apoyo a esta área con distintos grados de
formación.
El Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología de la Nación
y la Secretaría de la Ciencia están trabajando en el ‘Programa
Raíces’, cuyo fin es la creación de una red de científicos e
investigadores argentinos en el exterior, para reinsertarlos a
la comunidad nacional y frenar la “dispersión de cerebros”.
Algunos se
fueron en el primer éxodo durante el gobierno peronista, otros
partieron perseguidos en el gobierno de Onganía, los que no lo
fueron, seguramente padecieron persecuciones durante el
Proceso. La fuga de cerebros en Argentina comenzó en el 66 y
se prolonga hasta la actualidad, pero hoy los motivos que
llevan el talento a Ezeiza son distintos: la educación es poco
tenida en cuenta, los salarios de docentes y profesores son
bajos, se adeudan pagos de sueldos, la clase política
argentina ignora la realidad educativa y la importancia de de
tener una universidad activa. Mientras en el gobierno de Illia
se consideraba a la ciencia la palanca para el progreso de la
nación, los últimos gobiernos ni siquiera la mencionan.
Para el
físico Juan Roeder, que abandonó el país en 1966 luego de La
Noche de los Bastones Largos, “Argentina
tiene científicos brillantes, muchos de ellos jóvenes, y lo
primero que hay que hacer es evitar que se vayan. Hay que
darles condiciones de vida para que puedan mantener a sus
familias. Eso es lo primero. Luego, hay que darles los medios
de investigación, y si no se puede contar con, por ejemplo, un
costosísimo acelerador de particular, hagamos un contrato o
trabajos en cooperación con otro país que sí lo tiene,
tratando que la sede del científico esté aquí y no allá”.
El
presidente Néstor Kirchner y su ministro de Educación, Daniel
Filmus, consideran que la educación es una estrategia central
para el desarrollo del país y se han comprometido a mejorarla.
Filmus se ha declarado públicamente en contra del
arancelamiento de la universidad. Manuel Sadosky opina que
"hay que insistir en la formación de quienes a su vez pueden
transmitir y mejorar el nivel de la educación. A nivel
universitario se debería reordenar el tema de las matrículas.
En Ciencias Sociales hay miles de alumnos y en Exactas sólo
decenas. Yo creo que hay que fortalecer el nivel medio de
enseñanza donde prácticamente no hay estímulo para las
ciencias básicas". Estadísticas actuales señalan que la brecha
entre los estudiantes que ingresan y los que finalmente
egresan de la universidad es extensa. La deserción crece año a
año, debido a cuestiones económicas, al poco convencimiento de
los estudiantes en el momento de definir la carrera a elegir y
a la falta de preparación para la educación superior durante
el colegio secundario. Para resolver esto, el Ministerio de
Educación ha propuesto aumentar el número de egresados sin
bajar la calidad de la enseñanza: otorgando becas, títulos
intermedios, énfasis en la orientación vocacional y una mejor
coordinación entre el nivel secundario y terciario, pero aún
no se han dado a conocer proyectos concretos.
Para Juan
Carlos Tedesco la solución yace en frenar los ajustes y
comenzar a invertir en el área educativa. Asimismo, para que
el proyecto tenga éxito, se debería "actualizar el diagnóstico
porque hay problemas nuevos que son de una enorme complejidad:
no conocemos toda esta heterogeneidad que hay en el país, las
nuevas situaciones de violencia, de cultura adolescente,
juvenil, las nuevas tecnologías, el problema de las distancias
entre una jurisdicción y otra, el tema de la heterogeneidad es
nuevo y hay que conocerlo para achicar la brecha". Sostiene
que hay que analizar la nueva realidad nacional. La
universidad del 2003 evidentemente no es la misma que la de
los sesenta, pero la juventud tampoco.
11. CONCLUSIÓN
Empecé
este trabajo con la idea de limitarme a relatar lo sucedido en
La Noche de los Bastones Largos relacionándola con el contexto
nacional e internacional. El tema me despertó interés cuando
lo oí mencionar a principios de este año en una de las
primeras clases de Historia Argentina. Quería saber lo que
había sucedido dentro de la universidad de la que espero
recibirme algún día.
Comencé a
coleccionar bibliografía y prestar especial atención a los
hechos de la historia argentina que pudieran servir de
antecedentes, como la Reforma de 1918. Pero, una vez que
emprendí la realización de la monografía me encontré con que
cada palabra me llevaba a otra, cada personaje me presentaba
uno nuevo, cada hecho sugería un montón de ideas que no podía
dejar de lado. Traté de esforzarme en no irme por las ramas, y
fracasé. Finalmente el trabajo se extendió más de lo que
imaginé y, de hecho, creo que podría haber empezado a narrar
desde el siglo XIX, pero eso habría implicado reformar todo el
plan. Además, creo que perderme en esos tiempos tempranos no
me habría ayudado a entender mucho más el tema central, que
desde un principio fue la Operación Escarmiento.
Utilicé
principalmente fuentes escritas: libros, revistas y diarios.
En segundo lugar estuvieron las fuentes cibernéticas y, por
último, las orales. Las últimas me ayudaron más que nada a
construir el escenario de la universidad de hoy.
La
moraleja de esta historia es que debemos proteger a nuestra
universidad. Se habla demasiado de la deuda externa, pero aún
no hemos saldado la deuda interna que tenemos con nuestra
educación. En el exterior se la reconoce más que en la
Argentina. Si en las condiciones en que está todavía suscita
admiración a nivel internacional, si se la mantuviera como se
merece no solo alcanzaríamos los niveles de los años sesenta,
sino que los excederíamos. Nunca tuvimos una juventud con más
esperanzas depositadas dentro del país como cuando la
universidad estaba en su etapa más floreciente, y no se
trataba de un optimismo sin fundamentos.
Me resulta
increíble que siempre, en tiempos de crisis, una porción
importante de argentinos reclame un gobierno autoritario. ¿Se
olvidan de la Noche de los Bastones Largos, La Noche de los
Lápices, las quemas de libros, las desapariciones? Nombro esos
episodios, y solamente estoy teniendo en cuenta el terreno
intelectual, universitario y estudiantil. La memoria es la
única forma de garantizarnos que eso no volverá a suceder. Lo
que hace a la identidad de un pueblo es su cultura. No dejemos
que nos roben el patrimonio más valioso y único que tenemos.
En
respuesta a la pregunta formulada en la introducción, diría
que La Noche de los Bastones Largos nos deja múltiples
enseñanzas que resaltan a lo largo del trabajo aunque no estén
señaladas como tales. Se castigó la libre expresión y se
condenó el destino del país. Las consecuencias hablan por sí
solas, al tiempo que explican lo que ocurrió después. Me
pregunto qué habría pasado si no se hubiese puesto pausa al
desarrollo de la universidad de los sesenta.
Desafortunadamente, esa es una incógnita que ningún trabajo de
investigación podrá resolver.
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Noelia Laura Pirsic
Galeanoff
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