24 de Septiembre de 2007
Cuando faltan 35
días para las elecciones presidenciales, la Casa Rosada se
convirtió en un comando de campaña, en el que no es inusual
que se utilicen bienes y fondos del Estado para apoyar la
actividad proselitista de su candidata, la senadora Cristina
Kirchner. Se han empleado funcionarios, viáticos, aviones y
automóviles oficiales con ese fin.
Cuatro juristas
consultados por La Nacion coincidieron en que el uso de
recursos públicos para cualquier proyecto electoral configura
el delito de malversación de fondos públicos. Así lo
expresaron Daniel Sabsay, Gregorio Badeni, Delia Ferreira
Rubio y Christian Gruenberg, que calificaron esa situación “de
extrema gravedad”.
Desde que tomó la
decisión de ser candidata, Cristina Kirchner visitó nueve
países en un plan de “instalación internacional” e hizo
incursiones cotidianas en el interior y en el conurbano
bonaerense, acompañada por fotógrafos oficiales, personal de
ceremonial, traductores y voceros, entre otros funcionarios.
Como ejemplo: la
primera dama viajó a Francia en febrero último con 20
personas; se alojaron en el hotel Le Meurice de París, de
cinco estrellas, cuya tarifa por habitación oscila entre 835 y
2200 dólares, según informó la prensa. Luego, con gastos
similares, viajó a Ecuador, Venezuela, México (en dos
oportunidades), Estados Unidos, España, Alemania, Austria, y
ayer partió a Nueva York, junto con el presidente Kirchner.
La ley de
financiamiento de las campañas electorales no aborda en forma
directa este conflicto. Pero los juristas hablaron de
malversación de fondos y de violaciones al Código Penal, tal
como se informa por separado.
"Imposible
disociar"
El
Gobierno niega que haya un uso indebido. "Cristina es la mujer
del Presidente y es imposible disociar su rol de candidata,
primera dama y senadora. El uso de los vehículos oficiales
tiene que ver con la seguridad de la familia presidencial",
dijo a LA NACION el jefe
de Gabinete, Alberto Fernández.
Pero un dato
llamativo es, por ejemplo, que la Fundación Poder Ciudadano
solicitó formalmente al Gobierno el 9 de febrero último el
detalle de los gastos del viaje a Francia. Pero la Casa Rosada
nunca brindó la información, por lo cual la ONG apeló a la
Oficina Anticorrupción. El pedido se fundamentaba en el
decreto 1172/03, de acceso a la información, que no se
cumplió.
Un caso para
comparar es el de los Estados Unidos. El vicepresidente Al
Gore tuvo que pagar llamadas telefónicas hechas desde la Casa
Blanca para su campaña presidencial en 2000. Si un presidente
norteamericano usa el avión presidencial para la campaña su
partido político debe pagar el precio de mercado de los
pasajes.
Nada de ello ocurre
aquí. Desde que oficializó su candidatura, en todas esas
apariciones públicas, Cristina Kirchner habla de la necesidad
de "profundizar el cambio", en referencia a un futuro gobierno
de ella.
Pero la
organización de todos los actos de la candidata tiene su
centro de operaciones en la Secretaría de Medios. El lunes
último, la senadora viajó a Río Grande, Tierra del Fuego, a un
acto en el que reiteró su discurso de "cambio", pero al que
llegó a bordo del avión Tango 10, sin el Presidente. Se trata
de un Lear Jet que gasta 4000 dólares por hora en combustible.
Venían en vuelo seis funcionarios.
También arribó allí
el Tango 03, en el que viajaron otras ocho personas.
Para el jefe de
Gabinete, no fue una actividad de campaña. "Sólo dio un
discurso. Fuimos a Tierra del Fuego porque la gobernadora
electa [Fabiana Ríos] había pedido una audiencia", dijo
Alberto Fernández a LA NACION.
En su viaje a
Francia, Cristina Kirchner viajó en un vuelo de Air France de
primera clase. Para ir a Ecuador y Venezuela, en cambio, se
trasladó en avión Gulf Stream 5, propiedad del empresario
Eduardo Eurnekian, presidente de la empresa Aeropuertos
Argentina 2000, concesionaria de todos los aeropuertos del
país.
A los actos de
campaña de la senadora se movilizan el vocero presidencial,
Miguel Núñez, y uno o dos de sus colaboradores, Diego
Buranello o Laura Latorre, un jefe de ceremonial y personal a
su cargo, un secretario de la primera dama, Isidro Bounine, un
camarógrafo y un operador de la productora televisiva La
Corte, contratada por el Estado para filmar todos los actos de
Gobierno.
También la asisten
uno o dos fotógrafos de la Presidencia y al menos cinco
personas del área de Medios, que dirige Enrique Albistur.
En los viajes al
exterior, se suman un intérprete oficial y los taquígrafos de
la Casa Rosada se encargan de transcribir las palabras de la
senadora. En la gira a Alemania y Austria, por ejemplo,
viajaron por lo menos seis funcionarios de Protocolo de la
Casa Rosada y de la Cancillería, el traductor oficial, Núñez y
una de sus secretarias, dos fotógrafos del Presidente y un
productor y un camarógrafo de La Corte. ¿En calidad de qué fue
Cristina Kirchner a ese viaje? "De candidata, de senadora y de
primera dama", respondió Alberto Fernández.
Si lo hizo como
senadora en representación del Gobierno, debería haber pedido
autorización a la Cámara alta. El artículo 72 de la
Constitución Nacional establece que "ningún miembro del
Congreso podrá recibir empleo o comisión del Poder Ejecutivo
sin previo consentimiento de la Cámara respectiva". Pero según
corroboró LA NACION, esa solicitud no existió.
Si lo hizo como
candidata, ¿por qué se movilizó la comitiva del Gobierno? Ese
viaje, además, contó con un condimento por demás polémico. La
empresa Volkswagen puso a disposición de Cristina Kirchner un
jet privado que la trasladó desde Wolfsburgo a Berlín y a
Viena y la alojó en el hotel cinco estrellas del Autostadt,
dentro del complejo industrial de la empresa. La ley de ética
pública establece que "los funcionarios públicos no podrán
recibir regalos, obsequios o donaciones, sean de cosas,
servicios o bienes".
Cuestionamiento
Los juristas y
expertos consultados por LA NACION coincidieron en que ello
podría tratarse de una "donación encubierta" para la campaña,
algo que también está prohibido. Además de alertar con
"gravedad" del uso de recursos materiales y humanos del
Estado, apuntaron la actitud proselitista del Presidente, que
a cada acto oficial que concurre lleva a su esposa y pide al
público que la voten.
Según pudo
comprobar LA NACION, el trabajo de campaña comienza entre
Cristina Kirchner y el vocero presidencial, que deciden a qué
actos van. Luego lo comunican al personal de Ceremonial y de
allí baja la orden a un grupo de alrededor de diez personas de
la Secretaría de Medios, que ponen el plan en práctica:
convocan a los periodistas, hacen el contacto con el lugar al
que asistirá la primera dama, avisan al equipo de filmación y
algunos de ellos acompañan a la candidata en la presentación.
El trabajo no
termina ahí. Desde la Presidencia se transmiten las imágenes a
los canales de televisión. LA NACION accedió a un correo
electrónico de la vocería en el que se ofrecía la transmisión
gratuita al interior del país del acto de lanzamiento de la
candidatura de Cristina Kirchner en La Plata, el 19 de julio
último.
El 20 de marzo,
antes de que fuera proclamada candidata presidencial, Cristina
Kirchner viajó a Ecuador y a Venezuela. A Quito llegó en un
avión Gulf Stream 5, perteneciente a Eduardo Eurnekian,
presidente de la empresa concesionaria de los aeropuertos
(algo reñido con la ley). Con ella viajaron dos ministros,
Jorge Taiana y Julio De Vido; el vocero presidencial, Miguel
Núñez, y otros diez funcionarios de prensa y de ceremonial.
Mariana Verón
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