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Tienen síndrome de Down y se preparan para una regata
Navegan en el velero Esperanza, de la Prefectura Naval
Alejandro tomó con fuerza el timón, sonrió con ganas y exclamó: "¡Esto es
vida!". Y todos a su alrededor no pudieron contener la risa.
Un rato antes, Sergio había dicho: "Es miércoles, estamos arriba de un barco y
es un día hermoso... ¿Qué más quieren? ¿Camarones?".
Es que, Alejandro Vonfkauman, que tiene síndrome de Down, y Sergio Bariatti,
terapeuta de la Fundación Nosotros, fueron parte de una jornada inolvidable.
Con el propósito de entrenarse para una regata que se llevará a cabo en junio,
seis adultos con síndrome de Down navegaron en el Río de la Plata, durante más
de dos horas, en el velero escuela Esperanza de la Prefectura Naval Argentina,
acompañados por siete tripulantes, tres terapeutas y el presidente de la
fundación, Fermín Murall.
A las 11.30. Alejandro, Javier, Sergio, Alicia, Luis y Adriel abordaron el
velero y aguardaron con paciencia a que zarpase. Cuando el barco empezó a
moverse, Sergio Amaya, de 52 años, explicó a LA NACION: "Hay que ir despacito y
sin correr. Vas a ver qué fácil que es", y acto seguido cerró los ojos y giro
su rostro para que el viento le diera en la cara. Se notaba que estaba feliz.
En la popa del Esperanza, Javier Murall, de 37 años, miraba por unos
binoculares hacia el horizonte, mientras que Alejandro, de 38, ayudaba a
enroscar un cabo en el timón. Todos estaban contentos.
La interacción entre los tripulantes del Esperanza y los chicos durante todo el
viaje fue asombrosa. Entusiasmados, los chicos preguntaban de todo: por qué
canales navegaban, a qué velocidad, si podían bucear y si había submarinos por
esas aguas. Y los tripulantes respondían a cada una de las preguntas con
claridad, al tiempo que ayudaban a los chicos a timonear y los alentaban a que
tirasen de los cabos.
En 2005, la Fundación Nosotros puso en marcha el proyecto La Rosa de los
Vientos. "Todos los jueves salimos con un grupo de cuatro o cinco chicos en un
velero del Club Náutico Azopardo, y los resultados han sido sorprendentes",
contó a LA NACION Sebastián Cortese, que dirige el programa. "Alejandro, por
ejemplo, que perdió un ojo cuando era chico, navegando desarrolló su
lateralidad perdida y pudo descubrir su lado oculto", ejemplificó Cortese.
La Prefectura Naval se enteró de este proyecto y organizó el año pasado una
regata en Puerto Madero en la que participaron 23 chicos. "Fue una regata
fantástica, los chicos se entusiasmaron muchísimo. En junio vamos por la
segunda vuelta", señaló a LA NACION el capitán del Esperanza, Carlos Peralta.
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